Anfiteatro Tarragona

Sabéis de sobra lo mucho que nos apasiona la antigua cultura romana. Hemos dedicado unos cuantos artículos a sus costumbres y al legado que dejaron no sólo en Europa sino en otras partes del mundo (echad un ojo a nuestro reportaje Ruinas romanas en el norte de África o ¡Están locos estos romanos! Las costumbres que el imperio nos dejó en herencia). Nos lo hemos pasado bomba en nuestros viajes por ciudades como Mérida o Roma, asombrándonos ante las maravillas arquitectónicas que nos dejó el imperio romano. Recorrimos las ruinas romanas mejor conservadas de España y ello nos recordó que aún teníamos pendiente una visita a la antigua Tarraco, la actual Tarragona, una de las ciudades romanas más importantes en lo que era en aquella época Hispania.

Aunque es cierto que en la agenda llevaba pendiente bastante tiempo esta escapada, hemos de reconocer que el viaje en sí llegó casi de casualidad. El caso es que sabréis que ya está operando en España Ouigo, la compañía ferroviaria francesa especializada en trayectos de tren de bajo coste. Yo, que siempre me he quejado de lo carísimos que están los precios del AVE (cada vez que lo he cogido he pagado una media de 120 euros por billete de ida y vuelta), he aplaudido el fin del monopolio de RENFE en las líneas de alta velocidad y la llegada de Ouigo, que ha obligado así mismo a la aparición de AVLO (el bajo coste del propio AVE) y la bajada de precios de las aerolíneas que hacen el puente aéreo entre Barcelona y Madrid. ¿Conclusión? Que ahora el que quiera viajar entre ambas ciudades, va a poder hacerlo por un precio aproximado de 50-60 euros, incluso en fin de semana. Pues perfecto, oiga.

El tema es que Ouigo, para promocionar su llegada a España, lanzó una campaña de «¡billetes a 1 euro!». De esas campañas que mucha gente piensa «menudo tongo, seguro que no toca». Pero vaya si toca, nosotros ya lo comprobamos en un viaje a Cartagena en el que conseguimos 2 noches en un hotel de cuatro estrellas por 4 euros. Juan y yo conseguimos un billete cada uno, pese a que se colapsó la web, y no sólo eso, sino que otra pareja amiga nuestra, Mónika y Carlos, también los pillaron. Así que reservamos los cuatro de sábado a lunes, pagando sólo el viaje de vuelta (19 euros). Vamos, que pasarse un fin de semana en Tarragona por apenas 20 euritos sienta la mar de bien.

Ouigo Tarragona

Cierta gente cree que Ouigo es el Ryanair de los trenes (y lo dicen en el mal sentido). Nosotros queremos romper una lanza a favor porque nuestra experiencia fue fantástica. Se permite llevar, como en las aerolíneas de bajo coste, un bolso o mochila y una maleta de mano (puedes pagar un extra de 5 euros por llevar más equipaje, una maleta de hasta 30 kilos). Los trenes son de dos plantas, con capacidad para 500 pasajeros, y nos parecieron bastante cómodos, con baños limpísimos y servicio de cafetería (aunque esta aún no estaba operativa). Los billetes sólo se pueden comprar online y tienen la opción Flex, que por 7 euros permiten el cambio de fecha/hora (pero no la anulación).

Se recomienda estar en la estación 30 minutos antes de la salida del tren (recordad que el equipaje también ha de pasar controles). En definitiva: una delicia presentarte en dos horas en Tarragona, o lo que es lo mismo, en la orilla del mar. Para los madrileños os aseguro que es todo un lujo.

Ojo cuando lleguéis a Tarragona porque al contrario que en otros lugares, aquí la estación no se encuentra en el centro de la ciudad. Me explico: en Tarragona capital sí hay otra estación de tren pero la que cubre la alta velocidad (AVE, AVLO y Ouigo) y algunos trenes de larga distancia, se llama Camp Tarragona y se encuentra a 13 kilómetros de la ciudad. Desde aquí hay algunos buses que conectan la ciudad con ciertos puntos de la Costa Brava como Reus, Salou o Cambrils. Pero para ir a la propia Tarragona la frecuencia es escasa (entre 30 minutos y una hora), así que optamos por ir en taxi (precio aproximado unos 25 euros y unos 10 minutos de trayecto).

En un principio habíamos reservado en el hotel SB Express Tarragona pero se encontraba cerrado y nos trasladaron a otro de la misma cadena pero de superior categoría, el SB Ciutat de Tarragona. Nosotros encantados porque por 58 euros la noche nos quedábamos en un cuatro estrellas bastante cuco. Está bastante céntrico, justo al lado de la estación de autobuses. Al ser Tarragona una ciudad bastante pequeña, lo cierto es que fuimos a todos los sitios andando y no tuvimos que usar transporte público.

Tarragona

Para comenzar a comprender la Tarragona actual, hay que comprender la Tarragona romana y asimilar la importancia que tuvo en su época. Y es que si ahora Tarragona es una ciudad pequeñita, en aquel entonces su población de 50.000 habitantes constituía un 10% del total de la gente que vivía en la Península Ibérica (es curioso que a Tarragona le ha costado casi dos milenios volver a tener un nivel similar de población, ahora viven aquí unas 130.000 personas). Las termas, el anfiteatro, el circo, los dos foros, infinidad de edificios administrativos… no faltaba de nada en la que era por pleno derecho capital provincial romana. Tengamos en cuenta que su foro fue el mayor construido nunca por el imperio romano (superior incluso a los de Italia): si existiera ahora mismo, dentro cabría el Camp Nou. El foro era el alma de Tarragona, todo el que quería ser alguien debía figurar aquí.

No creáis que tampoco ha cambiado mucho la distribución de la ciudad, ya que los monumentos más importantes siguen agrupándose en la parte alta, donde yace el casco antiguo, mientras Tarragona se desliza hacia el puerto, que se encuentra en el mismo punto donde estaba hace dos mil años. Comencemos entonces nuestro recorrido.

Anfiteatro Romano

Cuando llegamos al anfiteatro, nos encontramos con la agradable sorpresa de que la entrada era gratuita ya que por obras de restauración, no se permitía el acceso a las gradas y la arena. No nos importó demasiado ya que la verdad es que desde donde realmente se tiene una visión global de lo que era este recinto es desde las alturas. Y como podéis apreciar en la fotografía, el Anfiteatro de Tarraco era grandioso.

Los anfiteatros romanos eran donde se celebraban los combates de gladiadores, que se practicaban en el imperio desde el siglo III AC. El primer gran anfiteatro se construyó en la ciudad de Pompeya. En los anfiteatros no sólo se organizaban combates de gladiadores (aunque sí eran estos los espectáculos más importantes) sino también cacerías de animales, ejecuciones públicas y carreras de atletismo. Los gladiadores solían ser prisioneros de guerra a los que se les instruía en el arte de combatir y acostumbraban a luchar por parejas.

El Anfiteatro de Tarraco se construyó en el siglo II, muy cerca del ramal de la Via Augusta, la principal arteria de Tarragona, y al lado del mar, para facilitar el desembarco de los animales que se traían por mar y aprovechando el desnivel de una terraza para colocar las gradas. Estuvo en funcionamiento durante dos siglos, mide más de 100 metros de largo y podía acoger a más de 13.000 espectadores. Contaba con inventos de la época de lo más avanzados, como un sistema de poleas que elevaban las jaulas de los animales y a los propios gladiadores o toldos abatibles (el velario) que protegían a los asistentes del sol del verano.

Anfiteatro Tarragona

Los espectadores estaban protegidos por el podio, un muro de más de tres metros de altura rematado por una barandilla. Este podio estaba rematado por una gigantesca inscripción (de las más extensas encontradas con origen romano), la de Heliogábalo, emperador que impulsó la reforma del anfiteatro en el año 221. Tiene mérito que se hayan podido conservar 79 bloques de piedra con letras esculpidas ya que a la muerte del emperador, esta inscripción fue borrada en gran parte para condenar al olvido la memoria y hazañas de Heliogábalo.

Se conserva también la gradería, donde los espectadores se agrupaban dependiendo de su estatus social. Justo en el medio estaba la tribuna de las autoridades; las gradas estaban recubiertas por sillares, que se usaron después para posteriores construcciones. El resto de la grada fue reconstruida entre los años 1970 y 1973.

En el anfiteatro no sólo quedaban restos romanos. También se conservaba parte de la basílica del siglo VI que se construyó en honor del obispo Fructuoso, que fue quemado vivo junto a sus diáconos. En el siglo XII se levantaría sobre la basílica visigótica la iglesia románica de Santa María del Miracle y en el siglo XVI el Convento de los Padres Trinitarios. Después se construiría la Prisión del Miracle, donde estaban encarcelados los presos que construyeron el puerto moderno de Tarragona. A principios del siglo XX se demolieron estos edificios y ya en los años 70 se inició la recuperación del anfiteatro, restaurando el complejo y reconstruyendo parte de la grada. Desde 1986 se han llevado a cabo sin descanso excavaciones arqueológicas.
La Porta Triumphalis aún se conserva: por aquí salían los gladiadores vencedores, los perdedores lo hacían por la Porta Libitinensis.

Bajo la arena, estaban las fossae, donde se guardaban las jaulas y los gladiadores disponían de una capilla para orar antes de combatir. Contrariamente a la imagen que nos ha vendido el cine de gladiadores muriendo en la arena, esto no era lo habitual, ya que la vida de un gladiador suponía muchos miles de sestercios en entrenamiento, manutención y promoción: generalmente, la carrera de gladiador era bastante lucrativa y duradera.

Circo Romano

La entrada a las ruinas del Circo Romano cuesta 3,30 euros. Aunque pueda dar la impresión de que no es mucho lo que se conserva, en comparación con otros circos romanos como el propio de Roma (del que quedan unas cuantas piedras, pese a que en su época fue el mayor del mundo, con capacidad para 125.000 espectadores) o el de Mérida, el de Tarragona puede considerarse el mejor conservado del mundo. Sobre todo teniendo en cuenta que fue construido hace dos mil años, en época de Domiciano, y que se encontraba en el recinto interior de la ciudad, custodiado por las murallas, algo poco habitual entonces debido al gran tamaño de los circos. Lo curioso es que la mayor parte de dicho circo se encuentra bajo las propias viviendas de los tarraconenses que viven hoy en día en la ciudad.

Circo Tarragona

El Circo de Tarraco tenía unas medidas excepcionales aunque no excesivas para su época: 325 metros de largo, 115 de ancho y capacidad para 25.000 espectadores. Aquí se celebraban las famosas carreras de cuadrigas, el espectáculo más seguido de la época. El circo estuvo en activo cerca de cinco siglos, hasta que le devoró el abandono con la llegada de los árabes. Ya en época medieval pasó a convertirse en un área suburbial conocida como El Corral ya que aquí se celebraban muchas actividades vinculadas a la ganadería.

El circo se mantuvo aún así en bastante buen estado hasta que las tropas napoleónicas, al partir en retirada, destrozaron con voladuras buena parte del complejo. Después, con la expansión urbanística de los siglos XIX y XX, los restos del circo quedarían camuflados por viviendas y negocios. No sería hasta 1977 cuando comenzarían los trabajos de recuperación del circo, que se han prolongado hasta la actualidad.

Circo Tarragona

El circo formaba parte antaño del foro provincial. Con la llegada al poder del emperador Vespasiano, fundador de la dinastía Flavia, en el año 70 AC, Tarraco pasa por una revolución urbanística. Se construiría entonces el gran foro provincial de dos terrazas. En la terraza superior se instalarían los edificios de culto imperial a dioses y emperadores, en la inferior se ubicaban las sedes administrativas y de gobierno. El proyecto, que tardó más de un siglo en completarse, culminaba con la construcción del circo en una tercera terraza, la más baja de todas.

La fachada del circo contaba con 56 arcadas, de las que sólo se han conservado tres: por la primera de ellas se accede a la bóveda de San Hermenegildo, que permitía el paso de animales y de personas. Tenía una longitud de un centenar de metros, de los que se han conservado la mitad. Delante de la fachada se conserva la muralla del siglo XIV, conocida como La Muralleta, que ayudó a integrar el circo en la ciudad medieval.

Las carreras de carros son uno de los espectáculos más antiguos de la época romana: ya se practicaban en el siglo VIII AC. Las carreras podían alargarse durante un día entero y estaban financiadas por personajes adinerados y políticos que pretendían ascender puestos en la Administración del Estado. Hay una clara simbología religiosa en los circos: la arena representaba la Tierra, los carros el Sol y se daban siete vueltas en homenaje a los siete días de la semana. Los doce carros simbolizaban los doce meses del año (y los doce símbolos del zodíaco) y los colores (verde, azul, rojo y blanco) a las cuatro estaciones del año. Así mismo estas carreras se asociaban con el paso del tiempo, el ciclo de la vida y la muerte y el año agrario.

Los aurigas eran los conductores de los carros y como nuestros futbolistas, gozaban de fama y sueldos millonarios (lo mismo ocurría con sus caballos, a los que todo el mundo conocía por su nombre). En Tarragona se encontraron dos lápidas funerarias de dos aurigas que compitieron en este circo, Fuscus y Eutyches (quien falleció con poco más de 20 años), y que fueron muy famosos en su época.

Por una escalera accedemos a la parte superior del circo, el visorium, desde donde podemos observar los restos de las graderías, de las que se conserva el mortero romano (cemento) con el que fueron construidas y posteriormente recubiertas por piedra, y parte de la Torre de las Monjas, esta de la época medieval. Las graderías estaban separadas de la arena por un muro de dos metros de grosor para proteger a los espectadores de posibles accidentes. Dentro del circo podían encontrarse también tabernas donde se adquiría comida y bebida y salas para hacer apuestas.

Torre del Pretorio

La Torre del Pretorio (o Castillo de Pilatos) es una torre construida en el siglo I que permitía el paso desde la ciudad baja hasta el foro. Los normandos la usaron como fortaleza, en época medieval pasaría a convertirse en residencia de la corona catalano-aragonesa y se encuentra comunicada con el circo por pasadizos subterráneos. Actualmente, tras pasar por varias reformas en el siglo XIV y ser usada como recinto militar y prisión provincial de Tarragona, sirve como sede de exposiciones; en ella se puede admirar el sarcófago de Hipólito, que se recuperó del mar, y su azotea nos regala unas vistas preciosas de Tarragona.

Torre del Pretorio Tarragona

 

Murallas de Tarraco

Tienen una gran importancia histórica ya que se cree que fueron la primera obra romana de importancia fuera de Italia, una demostración de fuerza del imperio, que quería dejar claro su dominio sobre Hispania. Aún se conserva un kilómetro de muralla de los cuatro iniciales que tuvo en su día. Estamos por tanto en la parte alta de la ciudad, junto al campo de Marte. Más concretamente en el Portal del Roser, que aunque es medieval, atraviesa las murallas romanas.

Murallas Tarragona

 

Rambla Nova

La Rambla Nova es la avenida principal de Tarragona, un largo paseo de un kilómetro de longitud y casi 50 metros de anchura. Aquí se encuentran algunos de los puntos más interesantes de la ciudad, como la plaza Tarraco (considerada el kilómetro cero de la ciudad), dos de los teatros más importantes (el Metropol y el de Tarragona) o la Fuente del Centenario. Como imaginarás, es aquí donde se concentran los tarraconenses para celebrar festividades como la Semana Santa o el Carnaval. En la Rambla Nova se encuentran edificios tan bonitos como la Cambra de Comerç de Tarragona, la Cámara de Comercio.

Rambla Nova

Rambla Nova

Al final de la Rambla Nova se encuentra la estatua de Roger de Lauria, el almirante italiano de origen normando que ayudó al rey Pedro III a extender el dominio de la Corona de Aragón por el Mediterráneo. Está considerado uno de los grandes estrategas de las batallas marítimas y fue uno de los responsables de que consolidado el dominio sobre lugares clave como Nápoles, Sicilia o Malta, el reino de Aragón se convirtiera en uno de los más poderosos del sur de Europa.

Estatua Tarragona

El Balcón del Mediterráneo

¿Sabes que una de las expresiones más conocidas en Tarragona es «a tocar ferro» (tocar hierro)? La explicación es sencilla: se cuenta que tocar la barandilla del Balcón del Mediterráneo da suerte. El Balcón, considerado uno de los mejores miradores de nuestro país, se encuentra a 40 metros de altura y ofrece unas maravillosas vistas sobre el Mediterráneo y la Playa del Miracle. Desde aquí se divisa también la enorme pasarela acristalada que salva el desnivel entre el paseo marítimo y la parte alta de la ciudad.

Balcon Mediterraneo Tarragona

Monumento a los Castellers

Una de las tradiciones más bonitas de Cataluña es la de los castells, esas torres humanas de entre seis y nueve pisos de altura que en el año 2010 fueron declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Es en Tarragona donde los castells alcanzan su máxima expresión, pese a que estuvieron a punto de desaparecer a principios del siglo XX. Sin embargo, gracias sobre todo a una reivindicación de la identidad catalana desaparecido el franquismo y su presencia en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, los castells han vivido una segunda explosión de apoyo y popularidad.

Para la ciudad, los castells son ya un símbolo de identidad. Una tradición que pretenden acercar al visitante mediante el proyecto «Tarragona, ciudad de castells», con visitas guiadas a los locales donde los castellers ensayan. A nosotros el monumento dedicado a los castellers en las calles de Tarragona nos pareció de largo uno de los rincones más bonitos de la ciudad.

Monumento Castellers

 

Plaza Pallol

La Plaza Pallol nos pareció espectacular, pese a su pequeño tamaño. Es de esos lugares que parecen haberse quedado detenidos en el tiempo. Se conservan ruinas romanas del siglo I, pertenecientes al foro provincial. Cerca se encuentra la Casa Museo Castellarnau, una vivienda del siglo XV que ha tenido invitados tan ilustres como Carlos I y donde se encuentra el Museo de Historia de Tarragona. Y también la Maqueta de la Ciudad Romana de Tarraco, dentro del edificio de la Antigua Audiencia (la visita es gratuita, esta es la segunda maqueta romana más grande del mundo, por detrás de la de la propia Roma). En la plaza destaca el preciosísimo edificio Volta del Pallol, de origen medieval.

Plaza Pallol Tarragona

Catedral de Tarragona

La Catedral de Tarragona, conocida como la Seu, es de lo más singular. Por un lado, en sus cimientos se halla la semilla arquitectónica de la iglesia, un templo romano dedicado a Augusto. Por el otro, sólo hay que echar un ojo a la fotografía: la catedral está inacabada. Esto se debió a que aunque la construcción se alargó durante más de dos siglos, esta no pudo finalizarse ya que la peste negra se llevó por delante a buena parte de la población y Tarragona quedó prácticamente arruinada.

Catedral Tarragona

La Catedral es una de las grandes protagonistas de las fiestas de la ciudad, las de Santa Tecla, que se celebran a finales de Septiembre, ya que frente a la iglesia se levantan los famosos castells humanos. Las fiestas de Santa Tecla (que serían como los sanfermines tarraconenses) se celebran desde el siglo XV y en ellas es imprescindible comer atún con caracoles (los caracoles son otro de los platos estrella en Cataluña), participar en los pasacalles del Cortejo Popular, asistir a las representaciones de Dames i Vells (una especie de chirigotas satíricas) y presenciar los correfuegos que se llevan a cabo a lo largo de la Rambla Nova.

Murales de Tarragona

Una de las cosas que más nos gustó de Tarragona es que en cualquier rincón podías encontrarte una estupenda muestra de street art, lo que contrastaba bastante con las ruinas romanas. Es el caso de la plaza del Sedassos, donde en 1995 el pintor Carles Arola quiso retratar algunos de los elementos más característicos del folklore tarraconense como los nanos (cabezudos).

Mural Tarragona

Mercado de Tarragona

El Mercado Central de Tarragona se encuentra en pleno centro de la ciudad y sería para Tarragona el equivalente a La Boquería de Barcelona. Es obra de uno de los arquitectos modernistas más importantes de Cataluña, Josep Maria Pujol de Barberà. Ocupa la plaza Corsini, donde antiguamente se ubicaba un descampado en el que los chavales jugaban al fútbol.

Tiene más de un siglo de vida y tras un largo periodo de rehabilitación, se le dio un enfoque más dirigido al turismo (como le ha ocurrido a tantos mercados de toda la vida). En este caso, sin embargo, la conversión parece haber sido para bien y en su interior podrás encontrar varias decenas de puestos ofreciendo algunos de los productos más típicos de Tarragona. Por cierto, si te gusta lo de «mercadear», recuerda que cada domingo por la mañana, de 09:00 a 16:00, se celebra el mercadillo de Bonavista en el barrio del mismo nombre.

Mercado Tarragona

Plaza de la Font

Si hay un lugar que los viernes y sábados al caer la noche bulle de vida, esta es la Plaza de la Font, donde encontramos el Ayuntamiento y multitud de terrazas a su alrededor. Los precios son bastante más accesibles que los de los restaurantes del puerto y el Serrallo, por lo que en mi opinión es mejor comer por esta zona. Además, algunos de estos restaurantes han respetado los restos romanos encontrados en excavaciones y los muestran en el interior de los locales (no sólo en la plaza sino en otras partes de la ciudad, puedes encontrar restos romanos en restaurantes como Les Voltes o la pizzería Pulvinar, llamada así por la tribuna principal del circo romano, los locales son súper bonitos). Nosotros comimos en la Plaza de la Font en el restaurante Cappuccino dos de los platos más típicos de Tarragona: el arroz con bogavante y el bacalao con salsa romesco.

Plaza de la Font Tarragona

Barrio de El Serrallo

Uno de los lugares con más encanto de Tarragona es el Serrallo, el barrio marítimo que se extiende a las faldas de la ciudad catalana. Desde el siglo XIII los pescadores habían ido asentando sus chabolas de madera en la cercana playa del Miracle y en la desembocadura del río que atraviesa Tarragona, el Francolí. Sería ya en el siglo XIX cuando los pescadores comenzaran a ocupar las casitas que conforman el Serrallo actual, agrupadas en callejones estrechos, rodeando a la iglesia de Sant Pere (patrón de los pescadores), por donde es una delicia pasear al atardecer.

Serrallo Tarragona

Serrallo Tarragona

El Serrallo es donde se alinean los restaurantes especializados en marisco y pescado (Tarragona cuenta con una Denominación de Origen Pescado Azul de Tarragona). Eso sí, ten en cuenta que estos restaurantes son bastante caros. Nosotros cenamos una de las noches en uno cerca del puerto, L’Ancora del Port Esportiu, y aunque la comida estaba buena, nos pareció bastante escasa a nivel cantidad (la ración de navajas apenas traía una docena y el pulpo a la gallega es lo que en Madrid sería media ración). Eso sí, hacían una piña natural cubierta por crema catalana que quitaba el sentido, justo es reconocerlo.

Serrallo Tarragona

Serrallo Tarragona

Tuvimos la suerte de que nuestro viaje coincidiera con la presencia en el puerto del galeón Andalucía, la réplica de los barcos que en el siglo XVI cruzaban el Atlántico rumbo a América. Se suponía que iba a estar en Tarragona sólo unos días en Abril pero debieron alargar la estancia por motivos que desconocemos. El galeón ha pasado por algunos de los puertos más importantes del mundo, como los de Hong Kong, Nueva York, Manila, Shanghai o Singapur.

Galeon Andalucia

Desde el paseo marítimo se accede a la parte alta por una enorme pasarela de 300 metros de cristal llamada el Moll de Costa (también hay ascensores). La usaréis bastante para bajar a la playa y la zona del puerto. Aquí se encuentran los tinglados, antiguos almacenes de mercancías de los pescadores que ahora se han reconvertido en centros culturales y de exposiciones, cuando nosotros estuvimos había un certamen de bailes populares. En algunos de estos tinglados se han instalado las sedes del Museo del Puerto y exposiciones arqueológicas.

En la calle Trafalgar, donde hay más restaurantes y cafeterías, se puede admirar un bonito conjunto escultórico de la artista Béatrice Bizot.

Serrallo Tarragona

♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠

 

Qué (y dónde) comer en Tarragona

Arroz

Nuestra recomendación gastronómica:

La Vora del Ebre

Siempre que viajamos a algún sitio, llevamos apuntados en la agenda «restaurantes que no nos podemos perder». Nuestra principal apuesta en el viaje a Tarragona era un lugar de lo más especial, La Vora del Ebre, un restaurante especializado en la gastronomía del delta del Ebro. El delta es un humedal tarraconense que se enorgullece de contar con multitud de cultivos de arroz, no obstante tiene reconocida la Denominación de Origen de sus productos agrícolas. Y fuera de Tarragona, no creáis que es tan fácil encontrar platos tan característicos de la zona como algunos de los que probamos.

Mención especial para el xapadillo de anguila que nos sirvieron en tostada y acompañado con tomate. El xapadillo es un salazón que cura la anguila, dejándola después secarse al sol con un poco de pimentón. Nosotros, que cada verano subimos unos días a Valencia a ver a los amigos, solemos comer la anguila en el parque de La Albufera, en un plato muy común de esas tierras que se llama all i pebre. Pero lo cierto es que en xapadillo nos gustó aún más, quizás porque su sabor no es tan agresivo al paladar.

Anguila ahumada
El producto estrella del delta del Ebro, como no, es el arroz. En La Vora del Ebre lo preparan de un montón de formas diferentes (arroz negro, caldoso de Galera, con pato, con anguila, a banda…) Nosotros nos decantamos por el de bacalao y alcachofas. Qué buena elección.

Arroz con bacalao
El postre nos sorprendió muchísimo (fresas calientes y picantes con pimienta y una bola de helado) y como cortesía de la casa, un licor de arroz típico de la zona. Si alguna vez pasáis por Tarragona, ya sabéis donde debéis comer sí o sí (mejor reservar, nosotros cogimos mesa casi de casualidad).

Restaurante la Vora del Ebre

Carrer de Barcelona 7 (Tarragona)

Teléfono 977 25 16 45 . Cierra los lunes.

 

♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠

 

No nos coincidió nuestro viaje a Tarragona con la temporada de calçots (que suele extenderse de Diciembre a Abril) pero si es tu caso, aprovecha para catarlos porque están riquísimos, a mí me chiflan. Lo que no perdimos la ocasión de comer fue un buen bacalao con salsa romesco, como comentamos ahí arriba. Y es que el romesco no sólo se usa para acompañar a los calçots sino también como base de un montón de platos. El romesco nació del ingenio de los pescadores de Tarragona, que cogieron lo que tenían más a mano (ajo, pimiento seco, pan, aceite, sal y vino) y crearon esta salsa para cocinar el pescado que traían a diario en sus barcas de madera.

En la calle Trinquet Vell, junto a las ruinas romanas que ves aquí abajo, se encuentra la cervecería artesanal Twins. Fuimos a picotear algo una de las noches, así que ya ves qué vistas tan fantásticas teníamos desde la terraza donde cenamos. Lo llevan dos hermanas gemelas (de ahí el nombre), Nuria y Montse. El proyecto nació de manos de Montse, que realizó un master de cerveza artesana en Manchester y enseñó a su hermana todos los secretos de esta técnica de elaboración.

Tarragona

Aunque sólo llevan dos años en activo, ya han conseguido colocarse como la cervecería artesana de referencia en Tarragona, con producción propia (como la Eclipsis Twins o la In Solem Twins) y una amplia carta de cervezas internacionales. Además, la carta de comida merece mucho la pena: alucinamos con los huevos rotos con trufa y las berenjenas con miel y soja.

♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠

Recomendación indispensable. Los helados más legendarios de Tarragona se elaboran en Sirvent desde hace casi cien años. Todos a base de productos naturales. Os aseguro que son adictivos. Tienes siete tiendas repartidas por Tarragona, las más céntricas en Rambla Vella y Plaça de la Font.

 

Tarraco Viva

 

Desde hace 22 años, se celebra el festival Tarraco Viva, que pretende acercarnos a lo que era la Tarragona Romana y el modo de vida de los habitantes de hace dos milenios. Deberás consultar anualmente en qué fechas exactas se celebra la edición correspondiente para intentar reservar alojamiento con la mayor antelación posible, ya que se acerca gente de toda España para disfrutar de estas festividades tan curiosas.

La mayor parte de las actividades de estas entretenidas jornadas (que suelen extenderse entre una y dos semanas) son gratuitas, lo que suma atractivo a la cita. Suelen ser más de un centenar de actos que abarcan desde conciertos a obras de teatro, conferencias, exposiciones, mercadillos, desfiles, lecturas dramatizadas, recreaciones históricas… Los restaurantes de la ciudad suelen organizar también jornadas gastronómicas, las Tarraco a Taula, en las que se ofrecen menús al estilo romano, base de nuestra actual dieta mediterránea. Tarragona se viste de gala durante su semana grande, mostrando al mundo que 2000 años después es más romana que nunca.

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.