Ciudad Rodrigo

Aunque Salamanca es una provincia a la que hemos viajado varias veces a lo largo de los años, ya que coge a apenas tres horas de Madrid en coche, una de sus joyas más preciadas, Ciudad Rodrigo, era aún una asignatura pendiente. Aprovechamos para incluirla en un viaje que hicimos a Portugal como punto de partida del itinerario, ya que se encuentra a apenas 30 kilómetros de la frontera portuguesa. Le teníamos muchas ganas ya que es una de las villas medievales mejor conservadas de toda Castilla- León y lo cierto es que superó de largo todas nuestras expectativas: es una auténtica delicia.

Después de la propia ciudad de Salamanca, Ciudad Rodrigo es la segunda ciudad más importante de la provincia salmantina. Y lo cierto es que después de haberla conocido, casi que nos «regañamos» a nosotros mismos por no haberla visitado antes. ¡Es preciosa! Puede convertirse en una excursión perfecta desde la propia Salamanca (las separan apenas 90 kilómetros) y el complemento perfecto para una escapada por la provincia. Además tiene a su favor que como no es excesivamente grande, puedes disfrutarla con calma y sin prisas en una sola jornada.

 

 

Dónde dormir en Ciudad Rodrigo

OpenMoji 12.2

👉 Si quedamos contentos con la visita a la ciudad, os aseguro que igual de satisfechos estuvimos con la elección del alojamiento. Se trata del Parque Florida, un hotelito de lo más acogedor a apenas cinco minutos andando de las murallas y el centro histórico. Está en una zona muy tranquila, justo al lado del parque Florida, donde los abueletes pasaban la tarde tomando el sol. Pero como os comento, a sólo unos minutos andando del centro y con la ventaja de que no tuvimos ni un sólo problema para aparcar, dejamos el coche en la misma puerta y eso que era fin de semana.

Habitación bastante amplia y muy luminosa, baño con secador, wifi que iba como un tiro, caja fuerte y aire acondicionado. Limpísimo y con una recepcionista la mar de amable que nos facilitó un mapa y bastante información acerca de lo que ver en la ciudad. El precio de la habitación (46 euros la habitación doble) incluía desayuno buffet, que, por cierto, nos pareció fantástico y muy casero: riquísimas las tostadas de pan de pueblo con tomate natural y la variedad de productos.

 

Entramos en Ciudad Rodrigo atravesando sus bien conservadas murallas, pese a que fueron construidas en el siglo XII e incluso en algunas partes se pueden observar restos de sus primeros orígenes romanos. Cubren un perímetro que se va hasta los dos kilómetros y en el pasado hubo tramos en los que llegaron a alcanzar los trece metros de altura. Han sobrevivido varias puertas de entrada, como la del Sol, la del Conde, la de Amayuelas (frente a la que en recientes excavaciones se encontraron las ruinas de un antiguo palacio), la de Santiago y la del Sancti Spiritus. 

Una buena forma de comenzar a tomarle el pulso a la ciudad (al menos nosotros lo hicimos) es justamente paseando por encima de las murallas, para disfrutar de las vistas tanto interiores como exteriores. En estas murallas se exponen cañones que hacen referencia al sitio que sufrió la ciudad por las tropas de Napoleón. En realidad Ciudad Rodrigo tuvo otra muralla que se encontraba protegiendo el arrabal de San Francisco, que se ubicaba antiguamente donde ahora estaba nuestro hotel y que fue uno de los puntos más castigados en la Guerra de Sucesión: las tropas francesas arrasaron con todo. Estas primitivas ruinas de las murallas se encuentran en el interior de la iglesia de San Andrés. 

Detalle de una de las puertas de entrada. En la segunda fotografía podéis comprobar el grosor de las murallas.

Ciudad Rodrigo

Ciudad Rodrigo

La Catedral de Ciudad Rodrigo, la de Santa María, es una de las más bonitas de tierras castellanas. En su interior destaca el enorme facistol, de estilo rococó, con base de garras de león, ese atril en el que se colocaban los libros de canto que utilizaban los coros eclesiásticos: eran así de grandes para que pudieran leerse desde cualquier parte del coro. La Catedral de Santa María daba mucha importancia a la música ya que la capilla contaba con una excelente acústica.

La Catedral de Santa María cuenta además con un buen número de esculturas en su fachada, desde arpías a representaciones de personajes del Antiguo Testamento como Abraham, Moisés, Salomón o Isaías. La entrada más espectacular en este sentido es la Puerta de las Cadenas, aunque en otros muros y ventanales pueden apreciarse también diversas figuras de piedra como sirenas o dragones.

Como todos los pueblos, Ciudad Rodrigo cuenta con sus particulares leyendas y la catedral tiene la suya propia. En el exterior se puede ver una escultura de un guerrero luchando contra un oso. Se dice que este relieve tiene relación con la cantidad de tiempo que tardó en acabarse el templo, periodo que se alargó varios siglos. Dicha leyenda cuenta que los obreros de antaño estaban hartos de que su trabajo se destruyera por la noche y que no avanzara la construcción, así que decidieron esconderse para ver qué ocurría. Sólo escucharon unos bramidos y huyeron despavoridos, creyendo que era un demonio. Pero un valiente guerrero se enfrentó a la luz de la luna a la fiera que destrozaba las obras. Y de demonios, nada: era un oso.

Catedral Ciudad Rodrigo

Justo enfrente de la Catedral está la Capilla de Cerralbo, que curiosamente llegó a ser utilizada como polvorín por el ejército francés.

Capilla Cerralbo Ciudad Rodrigo

Dimos un pequeño paseo por la bonita Plaza del Buen Alcalde (que tanto nos recordó a las plazas andaluzas, con sus muros amarillos y blancos) antes de acercarnos al centro. El edificio del Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo, la Casa Consistorial, es una maravilla arquitectónica. Aunque no lo parezca, fue construido en diferentes épocas (el siglo XVI y principios del siglo XX): se añadió un ala idéntica a la ya existente. Además de las oficinas del Ayuntamiento, aquí se encuentra también la sede del Archivo Histórico Municipal.

Ciudad Rodrigo

El Castillo de Enrique II de Trastámara data del siglo XIV y en realidad no fue construido por éste sino por el monarca Fernando II (aunque posteriormente Enrique lo remodelaría). De estilo gótico militar, con una torre del homenaje de tres plantas que se puede divisar desde varios puntos de la ciudad, desde 1928 es Parador Nacional (ya os hablamos de los mejores Paradores de nuestro país en el artículo Paradores de España: hoteles que son pura magia). Se encuentra en lo alto de una colina, con vistas al Campo del Charro, y se ha cuidado con esmero la decoración interior, respetando el mobiliario de estilo castellano. Puedes alojarte aquí a partir de 75 euros la noche.

Castillo Ciudad Rodrigo

Parece mentira que en un casco histórico medianamente pequeño puedan concentrarse tal cantidad de palacetes. La Casa de los Miranda, el Palacio de los Águila (donde se encuentra el Centro Hispano-Luso), la Casa de los Gómez de Silva, el Palacio de Montarco, la Casa de los Velasco, la Casa de los Maldonado de Chaves (hoy convertido en un hotel)… Edificios majestuosos que hacen trasladarte a épocas antiquísimas.

La Casa de la Marquesa de Cartago es espectacular ¡nos recordaba tanto a los palacetes venecianos! Su dueña, dicha marquesa, era una enamorada de la arquitectura italiana, por lo que contrató a un arquitecto, Tarabella, de este país para que diera forma a su hogar. Actualmente pertenece al obispado de Ciudad Rodrigo, que lo recibió en herencia de su última propietaria, Marcelina Rodríguez. 

Casa Marquesa Cartago Ciudad Rodrigo

La Plaza Mayor continúa siendo el corazón de Ciudad Rodrigo. Aquí se acumulan las terrazas y se dan cita locales y turistas para comer o tomar un refresco al caer la tarde. En esta misma plaza se encuentra un alojamiento de lo más curioso, el Palacio de la Antigua Audiencia, donde anteriormente se encontraba la cárcel de la localidad, y la casa del primer Marqués de Cerralbo.

Ciudad Rodrigo Plaza Mayor

La antigua casa de los Vázquez, del siglo XVI, acoge al edificio de Correos desde el año 1944. Su fachada en ángulo está considerada una de las más lustrosas de la villa y en ella aún se puede contemplar el que era escudo de la familia. En el interior (se puede visitar en horarios de oficina si, por ejemplo, pasas a comprar unos sellos o enviar una carta) su vistoso suelo de cerámica recrea pasajes de nuestra novela más conocida, «Don Quijote de la Mancha».

Ciudad Rodrigo

Calles de Ciudad Rodrigo. Como curiosidad, comentar que escondidas en estos callejones podemos encontrar algunas gárgolas, esas siniestras esculturas que solían situarse al final de los caños para recoger el agua de lluvia, evitando así que se deterioraran las fachadas de las casas. Se construían con piedra y granito ya que este material aguantaba bastante bien las inclemencias del tiempo (y más en esta zona, donde los inviernos son durísimos). Las gárgolas representaban animales reales o fantásticos, monstruos y también seres humanos, aunque algunas de ellas son tan surrealistas que cuesta catalogarlas. 

En la Edad Media fue cuando vivieron su época de mayor popularidad. En Ciudad Rodrigo pueden verse algunas en la iglesia de San Agustín, representando animales y seres antropomorfos, en el Palacio de los Cartago o las de la propia catedral, nada más y nada menos que 73 gárgolas, aunque son las más toscas de la ciudad.

Ciudad Rodrigo

Ciudad Rodrigo

En Salamanca y otras zonas del interior ibérico, hace muchos, muchos años, vivió un pueblo de origen celta, predecesor de los romanos, los vetones, que se dedicaban principalmente a sus dos grandes «pasiones»: las guerras con otras tribus cercanas y la ganadería. Era tal la devoción que sentían por sus animales que les dedicaron cientos de esculturas: los verracos. Eran figuras bastante toscas y poco definidas, talladas en granito, situadas sobre un pedestal y que lo mismo podían representar a un cerdo que a un toro o un jabalí. La función que desempeñaban no está muy clara, aunque se cree que pudieran tener importancia en los ritos funerarios o como símbolos de buenos augurios que aseguraran la fertilidad de los rebaños.

Podemos encontrar esculturas de verracos en provincias como Ávila, Cáceres, Segovia, Toledo, Zamora o incluso en la región de Tras os Montes en Portugal. Y también bastantes en la provincia de Salamanca. En Ciudad Rodrigo es uno de los grandes orgullos locales el verraco que podemos encontrar frente al Alcázar. Mide dos metros de longitud, tiene el hocico roto y anteriormente se encontraba a las afueras de la ciudad. Más concretamente, al lado del puente, ya que simbolizaba el portazgo, que era el impuesto que debían abonar los que llegaban a Ciudad Rodrigo. Tenía una argolla en el morro enganchada a una cadena que impedía el paso a los carruajes que no pagaran.

Esta costumbre de usar a los verracos como «cobradores» de aranceles era una costumbre extendida por  Salamanca, hasta que la derogó en 1835 el gobernador de la provincia y mandó trasladar a los verracos de estas «fronteras» de los pueblos. Los habitantes de Ciudad Rodrigo tiraron al verraco al río Águeda (ese mismo río donde se cuenta que en época romana era habitual encontrar pepitas de oro), donde permaneció casi un siglo hasta que a alguien se le ocurrió que era una aberración abandonar una obra de arte de hace más de 2.000 años y se decidió colocarla en esta plaza privilegiada.

Verraco Ciudad Rodrigo

Otra de las curiosidades de Ciudad Rodrigo es que los escudos de las fachadas de muchos palacetes están en posición torcida. Estos blasones, que se crearon para identificar a los caballeros en las batallas medievales, ya que los yelmos impedían que se les pudieran ver las caras. La leyenda cuenta que dichos escudos torcidos se colocaban en las casas nobles donde existían hijos ilegítimos, una tradición que al parecer se importó de Alemania y que colgaba el sambenito de «hijos bastardos» a sus inquilinos.

¿Somos farinatos? ¿Qué sentido tiene una tienda así en Ciudad Rodrigo? Lee unas líneas más abajo: ahí te explicamos la importancia del farinato en estas tierras, que no sólo es el plato típico de la ciudad, sino que da nombre a la Farinato Race, considerada una de las carreras de obstáculos más duras de nuestro país.

Ciudad Rodrigo

 

Farinato: el plato estrella de Ciudad Rodrigo

Twitter (Twemoji 13.0)

Cada vez que visitamos un lugar nuevo, lo primero que apuntamos es el plato típico que no nos podemos perder. En muchas ocasiones, lo normal es que antes hayamos oído hablar del plato en cuestión (ya sabéis que somos unos tragaldabas) pero esta vez lo de farinato nos sonaba a chino. ¿Y que es el farinato? Te lo resumiré en sólo tres palabras: una bomba de relojería.

Aunque el farinato no se consume exclusivamente en Salamanca (puedes encontrarlo también en Portugal bajo el nombre de farinheira) sino también en otras provincias de Castilla-León, donde en invierno hace un frío que pela y se agradecen estos platos tan contundentes, es cierto que es en tierras salmantinas donde éste ha alcanzado mayor popularidad. Y especialmente en Ciudad Rodrigo es donde mejor lo preparan: tan grande es su fama que a los mirobrigenses, que es como se conoce a los locales, también se les llama cariñosamente «farinatos». Tal es su importancia en la ciudad que hasta cuenta con un sello que confirma su «denominación de origen», como los buenos vinos. Así que aunque su ingesta sea sólo apta para estómagos valientes, date el capricho y pruébalo porque, las cosas como son, está riquísimo y ya sabes el dicho: ¡una vez al año no hace daño!

El farinato es un embutido potente-potente elaborado con manteca de cerdo ibérico, harina, cebolla, pimentón, ajo, aguardientes y anises varios: estos últimos son los que le dan ese ligero aroma tan especial. Aunque debido a su origen humilde se le conocía como «el chorizo de los pobres» (era muy popular entre la gente que vivía en el campo), a día de hoy se ha convertido en uno de los ingredientes imprescindibles de los restaurantes salmantinos de más renombre. 

El farinato puede comerse de muchas maneras: en paté, como base para croquetas, crudo en tostadas con un chorrito de miel, cocinado con pasta… Pero la receta más auténtica es la de huevos fritos con farinato y comprobarás como en muchos restaurantes de la provincia se sirve el farinato como tapa en pequeñas cazuelitas, acompañado de huevos de codorniz. Antes de ir a Ciudad Rodrigo, investigamos a ver qué restaurante tenía mejor puntuación preparándolos y nos decantamos por el Mesón El Charro.

Ubicado en pleno centro de la ciudad, es el típico mesón castellano con decoración rústica donde tienen una cosa clara: el tamaño sí importa. Los platos son enormes, hasta el punto de que nosotros esa noche no cenamos y nos limitamos a tomarnos un par de cañas en una terracita. El caso es que en el Mesón El Charro no sólo se come bien sino a muy buen precio. Cuando llegamos vimos que había un menú degustación para dos personas por 30 euros de lo más apetecible: ensalada mixta, surtido de embutidos ibéricos con queso, huevos fritos con farinato, bebidas y flan de chocolate blanco. Y con él nos atrevimos. La cara de satisfacción de Juan lo dice todo.

Farinato Ciudad Rodrigo

Podéis acabar el recorrido por la ciudad yendo a ver otros de sus grandes símbolos. Por un lado, a las afueras se encuentra el Acueducto de San Giraldo, construido en el siglo XVI. Pese a que después de la muralla es la construcción pública más importante de la ciudad, se encuentra bastante deteriorado y los arqueólogos exigen que se le declare Bien de Interés Cultural para acelerar su rehabilitación. Por otro lado, tenéis también las Tres Columnas, que están en una de las rotondas de entrada a la ciudad. Se cree que pertenecen a un antiguo templo romano, aunque otros historiadores tienen la teoría de que pudieran provenir de edificios construidos en siglos posteriores.

⭐ Para completar la visita a Ciudad Rodrigo, recomendamos acercaros a la Zona Arqueológica de Siega Verde, se encuentra a poco más de 15 kilómetros. Aquí se encuentra una gigantesca galería al aire libre de arte rupestre donde se pueden contemplar pinturas realizadas en el Paleolítico Superior hace más de 20.000 años. Su importancia es tal que se le concedió el título de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. La duración de la visita guiada es de poco más de una hora y cuesta siete euros por persona.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.