Teatro Romano Cartagena

Este es uno de esos viajes que te llega por total casualidad. ¿Sabéis de esos concursos en los que ofrecen «¡habitaciones a 1 euro!» de los que todo el mundo habla pero no conoces a nadie que le haya tocado? Pues son reales como la vida misma. Nosotros somos la prueba porque hace unos meses nos tocaron 2 noches de hotel por 2 euros en un cuatro estrellas en Cartagena y para mitad de Julio, en plena temporada alta. Algunos amigos nos decían «tiene que tener truco, fijo que os hacen pagar el desayuno a precio astronómico». Nada de eso. Fuimos unos de los 100 afortunados en toda España agraciados con esta promoción. Y qué ilusión nos hizo. Parece que los viajes, cuando no te los esperas y salen de la nada, se disfrutan más.

Cartagena Murcia

Aunque tanto Juan como yo habíamos estado muchas veces en Cartagena, a nadie le amarga un dulce y siempre viene bien una escapada en pleno verano a una zona de playa. Además, teníamos el incentivo de que aún no habíamos dedicado a Cartagena ningún artículo y esto supondría la excusa perfecta para hacerlo. Nos daba algo de miedo que para esas fechas nos cogiera un calor de órdago pero tuvimos temperaturas más que agradables de unos 28 grados. Perfecto.

Desde Madrid a Cartagena apenas hay cuatro horas de carretera, aunque cogimos algo de atasco por ser fechas estivales. Pero nos esperaba una buenísima recompensa cuando llegamos y vimos lo chulísimo que era nuestro hotel. La chica de recepción se partía sabiendo que nos había tocado el concurso y cuando escuchó a Juan decir «venga, que me estiro e invito ¡los dos euros los pago yo!» Por cierto, el hotel es el Sercotel Hotel Alfonso XIII, situado en pleno centro de la ciudad, en la larguísima avenida de mismo nombre, por lo que la ubicación era estupenda. Habitación grandísima, muy cuca y con bañera de hidromasaje.

Cartagena es una de esas ciudades ideales para recorrer en un fin de semana, que te permite combinar sin agobios recorridos culturales con momentos de relax en las playas cercanas, de hecho el domingo nos fuimos a pasarlo a las playas de La Manga del Mar Menor. Ideal para los que busquen visitas culturales, siendo como es una de las ciudades más antiguas de nuestro país (sus orígenes se remontan al siglo VI AC, cuando era un poblado íbero llamado Mastia), aunque no sería fundada como ciudad propiamente dicha hasta el 229 AC por el general cartaginés Asdrúbal, quien la dio el nombre de Quart Hadast.

De la época púnica poco se sabe ya que apenas han sobrevivido restos de estos primeros poblados púnicos e íberos. Se cree que estaba sólidamente fortificada, debido a las guerras entre Cartago y Roma, y que se construyeron terrazas para las diferentes viviendas. En las colinas se ubicarían los santuarios dedicados a la diosa Atargatis y las residencias de la familia real: el palacio de Asdrúbal. Es una pena que de este último no haya quedado nada. Sin embargo, sí se han conservado los restos de un santuario, un par de salas que incluían una cisterna para baños de purificación y que se dedicaban a distintas ceremonias religiosas. En el suelo de una de dichas salas se encontró una inscripción que haría referencia a una deidad. En cualquier caso, lo más relevante de los restos hallados pertenecientes a la época púnica son las ruinas de unas murallas gigantescas que probablemente llegaron a alcanzar los 12 metros de altura.

Murales Cartagena Murcia

Cuando llegaron los romanos, que venían de ciudades en esa época construidas con barro, madera y terracota, no podían creer lo que veían sus ojos al toparse con una ciudad construida en piedra. Se cree que los romanos, en este caso, no arrasaron la ciudad sino que la incorporaron a su imperio, población incluida. Por dicho motivo, muchos de los artesanos púnicos, entre ellos obreros y constructores, dejaron su huella en la construcción de la muralla, que se construyó justo en la frontera entre la época púnica y romana pero ya con los romanos gobernando.

Efectivamente, cuando realmente alcanzó su cenit Cartagena fue en época romana, convirtiéndose en la tercera ciudad hispana más importante del imperio junto a Corduba y Tarraco. Los romanos habían llegado a sus orillas atraídos por los yacimientos de plomo y plata, explotados desde tiempos fenicios, que existían en sus alrededores y por su ubicación, que la convertían en uno de los puertos más codiciados del Mar Mediterráneo. Al estar ubicada dentro de una bahía, su puerto rozaba la perfección: su configuración topográfica era única e ideal para defenderla de posibles ataques enemigos.

En aquella época la mayor parte del transporte de mercancías se hacía en barco y los romanos eran unos comerciantes empedernidos. Hubo un intenso intercambio comercial con el puerto franco de la isla de Delos y con muchos de la península italiana: no obstante, los romanos consideraban a Cartagena como la gran puerta de entrada de sus productos y de salida de los hispanos. Por poner un ejemplo, desde Hispania se exportaban al año millones y millones de ánforas de aceite. Esta frenética actividad comercial convirtió a Cartagena en una de las urbes más cosmopolitas de su época. Mercaderes, comerciantes y marineros llegaban de multitud de destinos y con ellos traían sus propias tradiciones, cultura y religiones. Se han encontrado evidencias del extendido culto a Isis que profesaban los egipcios, sin ir más lejos.

Los romanos explotaron con pericia los yacimientos, llegando a tener más de 40.000 esclavos trabajando en las minas. En el año 54 AC la importancia de Cartagena era tal que el imperio le concedió el estatus de colonia, lo que contribuyó a desarrollar inmejorablemente el proyecto urbanístico que llevaron a cabo el emperador Augusto y sus sucesores. Durante la reforma de Diocleciano llegó a ser declarada capital de la provincia cartaginense y posteriormente, tras la conquista de la costa suroriental, pasaría a ser la capital también de una nueva provincia, esta mucho mayor: Hispania Tarraconensis.

Durante la Edad Media, Cartagena vivió una época de aletargamiento y no sería hasta el Renacimiento, con los monarcas Carlos I o Felipe II, cuando Cartagena recuperó su importancia convirtiéndose en la base de las Galeras Reales. Desde aquí se planificarían las estrategias marítimas militares respecto a Italia y se la usaría como muro de contención de las inclusiones que pudiera realizar el imperio turco. En el siglo XVIII, bajo gobierno de los Borbones, continuó siendo pieza clave del dominio fluvial al ser declarada Capital del Departamento Marítimo Mediterráneo y se construyeron importantes fortificaciones por orden de Carlos III. A finales del siglo XIX sus astilleros volvían a repuntar, tras el desastre de Cuba y la necesidad de construir una flota que cubriera las necesidades españolas y la recuperación de la explotación de las minas cercanas de Mazarrón.

Ya en tiempos más próximos, en la segunda mitad del siglo XX, Cartagena pasaría a ser eje de la industria al instalar aquí varias fábricas petroquímicas, de las más importantes del país. Sin embargo, en los años 90, todo este conglomerado se vino abajo debido al proceso de reconversión industrial y cada vez era menos notoria la presencia de la Armada. Comenzaba un periodo de colapso y de crisis de tal magnitud que los cartageneros comenzaron a creer, en tono muy pesimista, que la ciudad estaba condenada a la desaparición. Hubo un abandono masivo del casco antiguo de la ciudad (cuando paseamos por el centro comprobamos que en algunos edificios sólo se mantenía la fachada y estaban rodeados de andamios, señal de que estaban inmersos en pleno proceso de recuperación). Era tal el estado de abandono que durante esos años se rodaron películas ambientadas en la guerra del Líbano y más de un edificio fue demolido. Cartagena jamás había conocido tiempos tan funestos.

Es curioso como muchas ciudades, igual que el ave fénix, son capaces de resurgir de sus cenizas y este es el caso de Cartagena. Porque si hacía años yo misma había sido testigo de esta época aciaga que se vivió allí, me sorprendió para bien constatar lo mucho que había mejorado Cartagena en los últimos años. La ciudad por fin ha enfocado de manera correcta el rumbo que se ha de seguir a partir de ahora: el apoyo al patrimonio cultural e histórico y, en consecuencia, al turismo. Se han acometido onerosas restauraciones de mucho de este patrimonio (especialmente de los bastiones defensivos del siglo XVIII) y todos los edificios militares, que se encontraban prácticamente en ruinas, se han puesto al servicio de la Universidad (que se despojó hace años de las ligaduras que la ataban a la de Murcia), pasando a convertirse en escuelas politécnicas. Cartagena está más bonita que nunca y los cartageneros orgullosísimos de la herencia que dejaron sus antepasados.

Esta regeneración del patrimonio de Cartagena se ha podido llevar a cabo gracias a tres ambiciosos proyectos: el Cartagena Puerta de Culturas, el del Teatro romano y el del Parque Arqueológico del Molinete. 55 millones de euros invertidos. Se han creado varios centros de interpretación que han recuperado ese patrimonio histórico y arqueológico que no se supo explotar en el pasado.

Teatro Romano Cartagena

El primer lugar que hay que visitar en Cartagena es, evidentemente, el Teatro Romano. Una de las obras más impresionantes que el imperio dejó como herencia en nuestro país. Pese a que es bastante grande (una capacidad de 7.000 espectadores), curiosamente no fue descubierto hasta 1988, ya que sobre él se ubicaron distintos recintos, como un mercado o una catedral, que escondieron su estructura original. Esto también ha permitido que esa primera estructura pudiera conservarse en buenísimas condiciones pese a haber transcurrido 20 siglos y que se haya llevado a cabo un minucioso trabajo de restauración.

Construido hace más de 2.000 años y dedicado a Lucio y Cayo César, hijos de Agripa y herederos de Augusto, quienes probablemente contribuyeron a su financiación, está excavado directamente en la roca de una colina, la del Cerro de la Concepción, la más alta de las cinco que hay en Cartagena (los romanos solían aprovechar las montañas para construir teatros). Fue uno de los mayores proyectos arquitectónicos de la época: el escenario, de dos pisos, alcanzaba los 15 metros de altura y lo sustentaban columnas de mármol de Carrara. Los accesos del público se realizaban por dos pasillos laterales: los espectadores pasaban bajo los dinteles con las dedicatorias a Lucio y Cayo. En la orquestra (lo que ahora conoceríamos como «la zona VIP», situada entre las gradas y el propio escenario), se sentaban los magistrados y las familias nobles. Pero el teatro no servía sólo para representar obras: Augusto lo utilizó a menudo para promocionarse políticamente, algo parecido a lo que hacen nuestros actuales partidos políticos por recintos de toda España.

La entrada al teatro cuesta 6 euros (si la compras online, un euro menos). Una galería inferior, convertida en museo, expone muchas de las esculturas encontradas en las excavaciones, entre las que destaca la Triada Capitolina. En los sótanos de las ruinas de la iglesia de Santa María, anexas al propio teatro, se hallan los restos de una antigua casa romana con sus correspondientes mosaicos. No nos extraña que, visto su incalculable valor arqueológico, sea el monumento más visitado de toda la provincia de Murcia.

También existía en Cartagena un anfiteatro, que en este caso se encuentra ubicado bajo la plaza de toros que se construyó en el siglo XIX. En un principio se creía que se utilizaron los materiales del anfiteatro romano para construir la plaza pero afortunadamente no fue así. Se ha tardado bastantes años en poder restaurarlo pero se han recuperado con éxito lo que se conocía como cárceles, galerías donde se resguardaban gladiadores y animales.

Quien siendo amante de la cultura romana desee completar aún más la visita, puede acercarse al Barrio del Foro Romano, que se mantuvo oculto durante más de 2.000 años y que actualmente permite mostrar lo que era una manzana entera de un vecindario romano. En ella se encontraban unas termas y un edificio donde se celebraban banquetes religiosos, rodeado por tabernas.

El Molinete se llama así porque en la antigüedad había aquí molinos (de algunos de ellos aún se conservan restos); en ellos se molía el grano del que nacería la harina con la que se cocinaba el bizcocho que se convirtió en la base de la alimentación de los marineros que partían en las galeras.  El Molinete ha pasado a convertirse, se dice pronto, en el mayor parque arqueológico de España en terreno urbano: 26.000 metros cuadrados. En él sobresale el lugar que más nos impresionó en Cartagena (al nivel que lo hizo el Teatro Romano): el Refugio de la Guerra Civil.

Refugio Guerra Civil Cartagena

Ahora mismo en España estamos en medio del debate de si es conveniente o no sacar los restos de Franco del Valle de los Caídos. Un debate que a mi modo de ver ni siquiera debería tener lugar. ¿Os imagináis que en Alemania, un país donde la más mínima apología del nazismo te lleva al calabozo más cercano, hubiera un mausoleo donde estuviera enterrado Hitler y cada año se acercaran a rendirle respeto miles de descerebrados? A los alemanes una barbaridad así no se les pasa por la imaginación.

En este blog hace un tiempo escribimos un artículo, Belchite: los horrores de la guerra , donde te contábamos lo conmovidos que habíamos quedado tras recorrer este pueblo zaragozano que quedó en ruinas tras ser masacrado durante la Guerra Civil. La Memoria Histórica, a la que determinados partidos no hacen ni puto caso, es más que necesaria en un país donde aún 120.000 cadáveres yacen anónimamente en cunetas de toda España. Correr un tupido velo sobre nuestra Historia sin haber hecho justicia es dar alas a esos políticos que aún siguen mamando de la filosofía conservadora franquista y que a día de hoy quieren a volver a tiempos del medievo en temas como aborto, eutanasia o matrimonio homosexual. Temas sobre los que no habría nada que debatir y que deberían ser derechos fundamentales de cualquier individuo de este país. Por eso nos parece tan importante el apoyo y promoción de lugares como el Refugio de la Guerra Civil de Cartagena. Porque el que se olvida de sus errores, normalmente los repite.

Cuando comenzó la Guerra Civil, quedó claro que Cartagena iba a convertirse en uno de los grandes bastiones de la República. La inmensa mayoría de los cartageneros se declaraban republicanos y estaban dispuestos a defender con uñas y dientes las libertades que a los españoles tanto les había costado conseguir. Porque como en este país muchos parecen sufrir de amnesia, puntualizo que las tropas fascistas se rebelaron a nivel militar contra un gobierno elegido democráticamente y se apropiaron del poder saqueando casas y asesinando a miles de civiles. A Francisco Franco no le había votado nadie: se hizo con el mando de este país por la fuerza. Como todos los dictadores.

Refugio Guerra Civil Cartagena

Cartagena era una de las ciudades más codiciadas por las tropas fascistas ya que era el puerto principal desde donde se abastecía a las tropas republicanas que luchaban por toda España, especialmente en Madrid. La aviación de Italia y Alemania (países liderados por otros dos dictadores fascistas, Hitler y Mussolini) apoyó a las tropas de Franco, desencadenando una serie de bombardeos que obligaron a la población a resguardarse en refugios excavados en la ladera de una colina. Estremecía ver en los monitores las declaraciones de esos ancianos que relataban lo aterrorizados que se encontraban en estas galerías mientras las bombas destrozaban Cartagena. Más de 5.500 personas se hacinaban a diario en estos túneles, preguntándose si volverían a ver la luz del día.

Pero los más perjudicados por esta barbarie fueron los niños. Primero a nivel cultural, ya que el Plan de Enseñanza emitido por el gobierno de la República en 1937 y con el que se intentaba acercar la educación a las clases más humildes, quedó truncado. Pero lo peor fue a nivel humano. Más de 100.000 pequeños se vieron huérfanos de la noche a la mañana: muchos de ellos debieron ser evacuados rápidamente del país y no regresaron jamás. Los que se quedaron fueron testigos de los bombardeos y nos dejaron dibujos como estos. Sobran las palabras.

Refugio Guerra Civil Cartagena

Tras el mal cuerpo que se nos había quedado con la visita (visita, insisto, más que necesaria), decidimos airearnos yéndonos a dar una vuelta por el larguísimo paseo marítimo. A los cartegeneros les gusta imaginarse que cuentan con una milla de los museos en versión chiquitita, en la que sobresalen sobre todo tres instituciones. Por un lado, el museo del propio Teatro Romano. Por otro, el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARCUA), donde se hace un recorrido por las técnicas de recuperación de restos encontrados bajo el mar y donde, entre otras reliquias, se expone el tesoro de la fragata de Nuestra Señora de las Mercedes, con un botín de casi 600.000 monedas de oro y plata del siglo XVIII. Y por último, el Museo Naval, situado en el antiguo Cuartel de Instrucción de Marinería. Aquí es donde se expone otra pieza con mucho valor sentimental para los cartageneros. Es el primer submarino de la Historia, el Isaac Peral, construido en 1888.

Subimos hasta el cerro donde se encuentran las ruinas del Castillo de la Concepción y que se construyó con restos de antiguas edificaciones romanas. No queda gran cosa de esta alcazaba musulmana a excepción de la Torre del Homenaje, la Puerta de la Villa y algunos muros y aljibes pero a cambio proporciona unas magníficas vistas de Cartagena desde las alturas.Algo parecido ocurre con el Castillo de Despeñaperros, del que cuesta imaginarse cómo era en el pasado. Mejor conservadas están las Murallas de Carlos III, aunque por desgracia con el tiempo acabaron desapareciendo sus puertas de acceso.

Hablando de fortificaciones, una de las más importantes de la ciudad es el Fuerte de Navidad, a la entrada del puerto de Cartagena. Este nació en el siglo XVII por el temor de un ataque de la armada francesa y su principal característica es la casamata, un espacio abovedado que permite la instalación de varias piezas de artillería. Está ventilada para facilitar la desaparición del humo cuando se realizaban los disparos.

Fuerte Navidad Cartagena

Preciosa escultura la de «El Zulo» de Víctor Ochoa, que anteriormente fue expuesta en el madrileño parque del Retiro y que es un homenaje a las víctimas del terrorismo.

Escultura El Zulo Cartagena

Paseando por el centro, nos encontramos con el impresionante Gran Hotel de Cartagena, el más importante de toda la provincia de Murcia y que hace un par de años cumplía su primer siglo de vida. Cuando se inauguró, el evento fue de tal importancia para Cartagena que las calles del centro se colapsaron : todo el mundo quería ver de cerca ese hotel que se promocionaba como uno de los más lujosos de Europa. En el centro también destaca la vistosa Casa Llagostera, que nació siendo propiedad de unos acaudalados comerciantes textiles.

Gran Hotel Cartagena

Bonito rincón en el Callejón de la Soledad, en el antiguo barrio de pescadores. Desde la antigüedad es uno de los lugares más venerados por los cartageneros, desde que en el siglo XVII se instalara aquí una estampa de la Vírgen de la Soledad alumbrada por un farolillo de aceite. A mediados del siglo XIX se encontraba aquí una de las casas de comidas más populares de Cartagena, el Bodegón de Córcoles, donde se servían pescados y mariscos y donde cuenta la leyenda se planeó la Revolución de 1868 que acabó con la monarquía de Isabel II.

Callejon Soledad Cartagena

A Cartagena, como ciudad marítima que es, hay también que conocerla desde el mar. Por eso os aconsejo que aprovechéis para tomar el barco turístico que sale del puerto (precio del billete 6 euros), mejor al caer la tarde, que hace menos calor. Se realiza un recorrido de aproximadamente 45 minutos que os llevará por esa dársena natural que es la bahía de Cartagena y en el que podréis ver el sistema de fortificaciones que defendía a la ciudad, como el Fortín de Santa Ana o Trincabotijas, las baterías de San Isidoro y Santa Florentina, los coloridos faros o la cercana playa de Cala Cortina, pegada al barrio de Santa Lucía. A nosotros el paseo nos pareció la mar de agradable y nos permitió disfrutar de Cartagena desde otra perspectiva.

Faro Cartagena

El edificio más bonito de Cartagena, el Palacio Consistorial, es decir, el Ayuntamiento. De estilo modernista y construido en mármol blanco, no te cansas de pasar una y otra vez por delante de su fachada.

Palacio Consistorial Cartagena

Cuando cae la noche, aconsejo dar un paseo por la Calle Mayor, lo que era la antigua Rua Principal, la más transitada de la ciudad. Además de estar llena de cafeterías y restaurantes, aquí se encuentran los palacios de la antigua aristocracia, como el Palacio del Marqués de Casa Tilly (lo que es ahora el Casino), la Casa-Palacio del Almirante Escaño o el Palacio de los Molina. Un lugar ideal para parar a tomarte una cervecita.

Centro historico Cartagena

Ya por último, comentar que a la hora de comer, os recomendamos que os alejéis un poco del centro y os acerquéis a La Tasca del Tío Andrés. Un restaurante típico cartagenero que nos gustó tanto (amabilísimos sus camareros) que fuimos un par de veces. Y es que no nos podíamos ir de Cartagena sin probar el plato más característico de esta región: el arroz caldero. Un plato marinero que los pescadores cocinaban en la misma playa en el que se combina el arroz con el pescado, aunque se presentan separados, y se sirve con salsa alioli. Espectacular.

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