Ahorrar Paris

¿Un café por ocho euros? ¿Dormir en un hostal por no menos de ochenta? ¿Gastar en el abono mensual de transporte más de cien euros? Estas son las desventajas con las que va a tener que luchar el viajero si elige como futuros destinos vacacionales las que están consideradas las ciudades más caras de Europa. Muchas de ellas destinos turísticos de primer orden que quieren, pueden y deben ser visitadas pero que obligan a hacer mil números para que no se dispare el presupuesto del que quiere pasar unos días recorriéndolas. Tarea que a veces se convierte en harto complicada.

Consejos

El ranking de la lista lo copan las capitales nórdicas. Oslo, Helsinki, Copenhague, Reykjavik y Estocolmo, debido a los suculentos sueldos que disfrutan sus habitantes, son urbes que pueden echar para atrás al visitante cuando ve que una cerveza cuesta nueve euros, que el menú del día se acerca a los veinticinco o que una corta carrera en taxi equivale a una cena para dos en tu país de origen. Al mismo nivel se encuentra un país como Suiza, donde ciudades como Zurich o Ginebra superan el nivel de vida de Londres, otra de las clásicas en esta lista de las «intocables».

Zurich
Zurich está considerada una de las ciudades más caras de Europa

Sorprende encontrar en dicha lista una capital como Dublín (precisamente porque Irlanda ha sido uno de los países más vapuleados por la crisis económica) o incluso Amsterdam, donde durante años me he vuelto a casa con la maleta llena de ropa baratísima y, sin embargo, hoy en día, debido a la alta demanda turística, tiene unos precios elevadísimos en lo que a hoteles se refiere. París sigue siendo cara, especialmente si te empeñas en comer y dormir al lado de los puntos más turísticos, y lo mismo ocurre en Viena, Luxemburgo, Bruselas, Roma o Venecia. Incluso podríamos incluir en dicho ranking a Barcelona o Madrid, ciudades que durante los últimos años han dejado de ser esos chollos con los que soñaban los turistas cuando llegaban a España. En definitiva (y como dirían nuestras abuelas): ¡hay que ver cómo está la vida!

Para enfrentarse a situaciones como estas, quisimos dejar en el blog un rinconcito dedicado a la sección de Consejos. De hecho, es una de las secciones más seguidas por nuestros lectores y respecto a la que recibimos más consultas. Y muchos de estos e-mails comentaban «quiero ir a tal ciudad europea ¡pero no me lo puedo permitir!» ¡Paraaaaaa! No te desanimes antes de haber echado cuentas, que es más fácil de lo que crees. Apunta todos estos trucos que te detallamos más abajo…

 

Evita la temporada alta

Ya, ya sabemos que es un consejo bastante obvio y que si no te queda más remedio porque no te dan otras vacaciones en el curro, te toca viajar en Agosto, Navidades o Semana Santa. Pero si puedes evitarlo ¡hazlo! En pleno verano, los precios de los hoteles se disparan, llegando a ser el doble o el triple que en invierno (aparte de que en muchos de ellos es difícil conseguir reserva), las colas para entrar en los museos son interminables y buena parte de la población local habrá huido a las playas, por lo que vas a cruzarte con más turistas que autóctonos, lo que, no nos engañemos, resta autenticidad a la experiencia.

Estambul
Viajar en temporada alta significa encontrarse muchas calles así

Y las cosas como son: Roma (por poner un ejemplo) en pleno verano es el infierno. Se te derriten hasta las pestañas. Meses como Febrero o Noviembre son ideales para visitar estas ciudades que pese a que tienen turistas durante todo el año, disfrutan de épocas bastante más tranquilas. Si en Escandinavia te echa para atrás encontrarte quince grados bajo cero en pleno invierno, busca fechas intermedias como Marzo o Abril antes de que llegue el verano: en esa época ya empiezan a aparecer los primeros días soleados.

 

Delimita tus destinos

Es mucho mejor centrarse en una región determinada en vez de escoger varias ciudades, lo que encarecerá tu viaje al tener que unirlas por medio de billetes aéreos. Por poner otro ejemplo, si vas a París, puedes gastar los días que te sobren haciendo excursiones cercanas (escribimos un artículo bastante interesante, Rincones cerca de París que bien merecen una visita ): esto te permitirá descubrir lugares más pequeños, menos abarrotados de gente pero con mucho encanto. Y no hace falta que contrates una excursión organizada donde te quitarán un ojo de la cara: la red de trenes de cercanías funciona bien en Europa y si las distancias no son muy largas, el precio del billete es asequible.

 

Busca aeropuertos secundarios

Muchas de estas ciudades, al tener mucho tráfico aéreo, cuentan con varios aeropuertos. Generalmente las compañías de bajo coste, que ofrecen precios de billetes mucho más competitivos, suelen operar en aeropuertos secundarios que aunque están algo más alejados, se encuentran estupendamente comunicados con el centro de la ciudad por medio de autobuses que suelen fletar las propias aerolíneas. Puedes ahorrar bastante eligiendo aeropuertos como los de Gatwick (Londres) o Beauvais (París).

 

Hostales ¿why not?

Lo mucho que nos gustan los hostales ya os lo contamos en el artículo Pros y contras de alojarse en un hostal. Comprendemos que los hostales no son del gusto de todo el mundo pero en ciudades tan caras como las escandinavas os aseguro que son, junto a AirBNB, la mejor opción. Recuerda que precisamente en los países escandinavos no se suelen incluir toallas ni sábanas: si no quieres alquilarlas allí mismo, lleva las tuyas propias.

Alojarse en pleno centro supone ahorrar bastante dinero en transporte (y además podrás ir a todos sitios caminando). Pero la combinación hotel-bueno-céntrico-barato es imposible en este tipo de ciudades, de ahí nuestra recomendación para que tiréis de hostales.

 

Mira bien dónde te sientas a comer

Que estés en una ciudad cara no significa que te veas obligado a vivir de bocadillos y bolsas de patatas fritas, tampoco dramaticemos. Pero si estás alojado en un lugar que cuenta con cocina, sí es una buena opción buscar algún supermercado cercano y abastecerte de víveres para desayuno y cena: recuerda que en ciudades como Venecia un mísero café puede llegar a costar la friolera de diez euros (al mismo tiempo cuentan con los cicchetti, bares de tapas bastante económicos). En muchos de estos supermercados hay secciones de comida que se prepara a diario, que se vende al peso y que soluciona más de una cena.

Bistro

La comida callejera es otra buena opción. Cada ciudad tiene su especialidad: en Helsinki el salmón, en Madrid los bocatas de calamares, en París las crepes, en Berlín las currywurst… Además, si te sales del centro y callejeas por los barrios, encontrarás bares y tascas a los que sólo van locales, con menús del día bien interesantes. Otra alternativa es comer en los alrededores de las universidades ya que los estudiantes cuentan con un presupuesto ajustado y son muchos los establecimientos baratitos que surgen cerca de los campus universitarios. Y si estás en Francia, recuerda que por ley es obligatorio que los restaurantes no te cobren el agua: no te cortes y pide una carafe d’eau.

Restaurantes étnicos (indios, chinos, tailandeses) suelen ser económicos, especialmente entresemana: páginas como Tripadvisor o Yelp te ayudarán a seleccionar los mejores. Y una aplicación que yo uso a menudo (también en España) es Too Good To Go , donde se combate el desperdicio de alimentos mediante una curiosa técnica: ofrecer los platos sobrantes del día a última hora a precios bajísimos.

 

Pregunta a los locales

Donde fueres, haz lo que vieres. El inglés es el idioma universal pero no está de más que aprendas unas cuantas frases del idioma del país; los nativos valoran el esfuerzo de que quieras hacerte entender y te regalarán buenas recomendaciones. Mi consejo es que te dejes perder por los mercados y hables con esas entrañables señoras que están haciendo la compra diaria: son una fuente inagotable de trucos para ahorrar. Y ya que estás allí, come en dichos mercados: en sus puestos la comida es sana, barata y las raciones, generosas.

 

City-Pass: opción a tener en cuenta

Hay ciudades donde los pases turísticos no merecen la pena a no ser que te vayas a meter un atracón de museos y exposiciones o vayas a estar bastantes días. Sin embargo, volvemos a tirar de otro ejemplo: en una ciudad tan cara como la capital de Noruega, a nosotros nos compensó hacernos con el Oslo Pass, ya que nos permitía el acceso a más de 30 museos y galerías (con que vieras un par al día ya habías amortizado el pase y creéme, Oslo es una ciudad con unos museos interesantísimos) y además nos cubría el transporte público, que tampoco es barato. Por tanto, cuando llegues a este tipo de ciudades y si quieres visitar varios sitios, acércate a la Oficina de Turismo más cercana.

 

Mercadillos callejeros

A mí me pirra, de toda la vida, eso de encontrar gangas entre los artículos de segunda mano. Ya no sólo por el dinero que te ahorras cuando de repente ¡oh my God! te topas con una camiseta de Christian Audigier por un par de euros sino porque das una segunda vida a muchos productos de los que la gente se deshace estando prácticamente nuevos (¿sabes que en España la vida media de una prenda de ropa es de sólo ocho usos?¿estamos locos o qué?). Por eso he disfrutado horrores en estas ciudades de sus mercados callejeros, más conocidos como mercados de pulgas, y encima me he venido cargada de bolsas de ropa y complementos ¡qué mejor souvenir que ese!

Flea Market

 

Actividades gratuitas

La mejor forma de conocer una ciudad es caminando. Y más si te encuentras en lugares como Roma, que son museos al aire libre. La entrada a muchas iglesias o cementerios aún sigue siendo gratuita (aunque no abren todo el día) y la mayoría de los museos ofrecen días con descuentos e incluso pase gratis: todo es cuestión de informarse. Disfruta del buen tiempo en parques y zonas verdes: ahorrarás por partida doble si organizas un picnic improvisado y comes con cuatro cosas que cojas en el supermercado más próximo. En verano en algunos de estos parques hay cine gratis al aire libre, por lo que puedes tener una velada completa de cena+peli por poco dinero.

Hablando de cines, cuando voy a los Renoir aquí en Madrid, que programan muchas películas en versión original, me encanta ver como los turistas extranjeros aprovechan esta circunstancia para llenar las salas los miércoles, que las entradas están a sólo cuatro euros. Tú puedes hacer lo mismo cuando viajes a otras ciudades, donde también se estila lo del día del espectador.

 

Saca rendimiento a tu smartphone

En muchas ciudades europeas ya no tenemos el problema del roaming pero aún así ¿para qué gastar datos si hay wifi gratis en muchos espacios públicos? Nosotros ya te dejamos un artículo de lo más útil, Las mejores aplicaciones para un viajero empedernido , en el que te contábamos cómo puedes ahorrar no sólo al preparar el viaje sino también durante la realización de este mismo.

 

¡Que vivan los free tours!

Lo reconozco: soy super fan de estas iniciativas. Tours de lo más didácticos donde aprendes un montón de cosas y sólo pagas al terminar la voluntad: ya te contamos, por poner un ejemplo más, como fue la ruta de Jack el Destripador que disfrutamos en Londres. Hay un montón de agencias especializadas en el tema y lo mejor es que se superan a ellas mismas ofreciendo itinerarios realmente curiosos: ¿sabes que en la ciudad de York hay una ruta sobre los retretes de la antigüedad?¿que en París puedes seguir los secretos de la Revolución Francesa y en Berlín los mejores graffitis? Intenta descubrir ese otro lado de la ciudad que no promocionan las guías (y además por poco dinero).

Y ya por último, hablando de tours: ¿habéis visto esos autobuses rojos de dos plantas que van recorriendo las ciudades y enseñándoselas a los turistas? Puedes hacer lo mismo en un bus local que haga similar recorrido y por el precio de un billete ordinario, es decir, algo menos de dos euros, una décima parte de lo que cuesta montar en los autobuses turísticos.

3 comentarios

  1. Author

    Gracias Estela!

  2. Buenos consejos

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