Guimaraes Portugal

Llegaban las vacaciones de Semana Santa y aquí andábamos, de nuevo, barajando destinos. Como siempre, intentábamos huir de las procesiones en España pero al mismo tiempo esta vez queríamos evitar coger aviones ante los rumores de una posible huelga en los aeropuertos (mejor prevenir que curar, que ya sabéis que estas fechas suelen ser complicadas). Fue entonces cuando nos acordamos de un viaje que teníamos en mente hace bastante tiempo, el del norte de Portugal. Nos encantan Oporto y Lisboa, de hecho en la capital portuguesa habíamos estado por ultima vez la Semana Santa del pasado año, pero cada vez disfrutamos más de ese Portugal profundo, de pequeñas ciudades, en el que se ven muchos menos turistas. Y eso que las noticias avisaban que serían muchos los españoles que se acercarían a tierras portuguesas, intentando evitar los altísimos precios de los hoteles en nuestro país en estas fechas. Pero la mayoría debieron escoger Lisboa, Oporto o el Algarve porque nosotros básicamente lo que nos encontramos fue con unos cuantos gallegos, a los que por cercanía el norte de Portugal les coge a tiro de piedra.

Aunque temíamos encontrarnos unos atascos brutales al salir de Madrid el miércoles después de comer, no nos podíamos creer nuestra buena suerte: poco tráfico a esas horas. Llenamos hasta arriba el depósito (es algo en lo que insistimos cada vez que os hablamos de un viaje a Portugal, la gasolina está mucho más cara en nuestro país vecino) y de nuevo en camino hacia tierras lusitanas. Que hay que ver lo que nos gustan.  Comentaros también el tema de los peajes. Al pasar la frontera, debéis introducir en el puesto correspondiente la tarjeta de crédito, que inmediatamente se asocia a vuestra matrícula y os irán descontando los peajes correspondientes. Esto no os exime de si pasáis un peaje con ticket, lo cojáis y lo debáis pagar.

Podíamos haber hecho el viaje del tirón hacia Guimarães pero preferimos curarnos en salud y hacer noche en Freineda, una pequeña aldea pasada ya la frontera después de Ciudad Rodrigo. Es minúscula, apenas 50 casas y una iglesia, y cuando llegamos no vimos ni un alma por la calle. De hecho, habíamos reservado en el estupendo Pátio da Caetana y cuando llegamos estaba cerrado: una nota avisaba que nos atendería la vecina de la casa de al lado (una señora amabilísima, por cierto). Buenísima elección la que hicimos: casa de pueblo con mucho encanto y a precio imbatible (36 euros la habitación doble). Incluía un desayuno casero riquísimo durante el cual coincidimos con una pareja de vascos que también iban a Portugal.

Guimarães

Nuestro primer destino sería Guimarães. Una ciudad a la que se acerca bastante gente cuando visita Oporto ya que sólo las separa hora y cuarto de tren. Nosotros, sin embargo, siempre habíamos deseado disfrutarla con más calma, no en una excursión de un día, por lo que habíamos preferido «guardarla» para futuros viajes. E hicimos muy requetebién. Pese a que Guimarães no es muy grande, nuestros cámaradas lusitanos se sienten muy orgullosos de ella ya que se la considera la cuna de la nación (y de hecho, como podéis ver en la fotografía de abajo, su lema es «aquí nasceu Portugal» – «aquí nació Portugal»). Razón tampoco les falta a los lusos para tenerla tanto cariño y que aquí se desate su vena patriótica ya que justamente en Guimarães, a principios del siglo XII, se dieron los primeros pasos para la independencia del país, tras la batalla de São Mamede que llevó al trono al rey Alfonso, el primer monarca que tuvo Portugal.

Guimaraes

Antes de comenzar con  nuestra visita, os hablamos del alojamiento. Como llevábamos coche, no nos importaba que el hotel no estuviera en pleno centro si a cambio este contaba con una mejor relación calidad-precio, por lo que reservamos en el Hotel do Paco, en un pueblecito al lado de Guimãraes, Vila de Ponte. 88 euros las dos noches la habitación doble con desayuno: habitación grandísima y moderna en un entorno súper tranquilo (tenéis un Lidl a dos minutos en coche si necesitáis comprar algo). En cuestión de precios, como podéis comprobar, Portugal está a años luz en comparación con España en temporada alta.

Podemos comenzar la visita en Guimarães yéndonos al Monte Latito (el Monte Sagrado), ya que allí se encuentran las dos construcciones más importantes de la ciudad: todo el centro histórico es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Tanto el Castelo como el Palacio de los Duques de Bragança pueden visitarse con una entrada conjunta que cuesta 6 euros.

El Castelo de Guimarães fue mandado construir en el siglo X (en un principio como monasterio y no como castillo) por uno de los personajes más queridos del norte de Portugal, la condesa Mumadona Dias, a quien hay incluso dedicada una estatua frente al Palacio de Justicia. Al quedarse viuda del conde Hermenegildo, heredó múltiples territorios en Vimaranes, que es como se llamaba Guimarães entonces. Como la ciudad era constantemente atacada por árabes y normandos, se decidió edificar un monasterio-fortaleza para proteger a la comunidad cristiana de los enemigos. Posteriormente, en el siglo XII y ya formado el Condado de Portucalense, los duques Enrique y Teresa se encargaron de ampliarlo.

Guimaraes

Monarcas sucesivos continuaron las obras, realizando el trazado definitivo de las murallas y reforzando los muros. Esto no impidió, no obstante, que con el paso de los siglos el castillo quedara obsoleto y fuera perdiendo su relevancia militar, pasando a ser primero sede de la Cadena Municipal y más tarde, en el siglo XVII, viéndose aún más degradado al convertirse en el pajar de la familia real. El castillo de Guimarães iba arruinándose poco a poco, perdiendo elementos como la Torre de San Benito. Afortunadamente, a principios de 1937 se inició su recuperación como monumento histórico y hoy en día está abierto al público. Dentro no queda gran cosa pero se ha aprovechado su interior para la exposición que repasa la vida y obra de la monarquía portuguesa.

Nos gustó aún más el preciosísimo Palacio de los Duques de Bragança, con esos aires a los grandes palacios de Centro Europa. El edificio se ha conservado impecablemente y se consigue recrear la época medieval con actores disfrazados con trajes de época y multitud de puestecillos donde se venden dulces caseros ¡todo el palacio olía a canela! El palacio, que data del siglo XV, no puede fotografiarse por dentro usando flash pero merece mucho la pena la visita porque las estancias son deslumbrantes: largas mesas donde se servían opíparos banquetes, camas con dosel, porcelana exquisita, tapices de varios metros que cubren los muros y que recrean batallas como la de Assilah en Marruecos, colecciones de armas antiguas… Realmente bonito.

Palacio Duques Braganza Guimaraes

Palacio Duques Braganza Guimaraes

Entre el castillo y el palacio se encuentra la iglesia de São Miguel do Castelo, un templo románico donde recibió bautismo el rey Alfonso. También tenemos al lado el Convento de Santo António dos Capuchos, que acabó convertido en hospital y hoy está abierto al público.

Aunque no lográbamos desembarazarnos de la persistente lluvia que nos acompañó todo el viaje, fue una delicia pasear por el centro histórico de Guimarães, para mí uno de los más bellos de todo Portugal. Callejones empedrados que te llevan hasta la Praça de São Tiago, donde destacan las bonitas fachadas de las antiquísimas casas que la rodean.

Guimaraes

Se comunica con la plaza Largo da Oliveira (que recibe su nombre por un olivo que se plantó justo aquí) por los soportales de los Antigos Paços do Concelho, donde hoy se halla la Oficina de Turismo. En esta plaza se encuentra el monumento más curioso de Guimarães, el Padrao do Salado, que conmemora la victoria en la batalla de Salado y gracias a la cual el rey Alfonso IV pasó a conocerse como El Bravo. Cada 14 de Agosto la ciudad entera celebra en torno al monumento la heroicidad de dicha gesta que tanto condicionó la vida de la ciudad.

Guimaraes

También aquí podemos visitar la iglesia de Nossa Senhora de Oliveira, Nuestra Señora del Olivo, la primera construcción gótica de la región del Minho, y en cuya colegiata estudió Pedro Hispano, que pasaría a convertirse en el papa Juan XXI. Otro de los edificios relevantes de la plaza es el Palacio del Concejo. Iremos desde aquí dando un paseo por la Rua Santa María, una de las más antiguas de Guimarães y donde podremos admirar la Casa del Arco, el Convento de Santa Clara, la Casa de los Peixotos y la Casa de los Valadares. Cerca está el Museo Alberto Sampaio, creado en 1928 para acoger las colecciones artísticas de diversas iglesias de Guimarães, con algunas de las mejores piezas de orfebrería de Portugal como el cáliz del rey Don Sancho I, la imagen de Santa María de Guimarães o las cruces procesionales.

Las murallas donde antes vimos lo de «aquí nasceu Portugal» antiguamente llegaban a los dos kilómetros de longitud, aunque sólo se conserva el tramo que se ve al llegar al centro de la ciudad y una de las ocho torres, la que se encuentra junto a la Puerta de la Villa. Desde aquí podemos ir andando hasta la grandísima Plaza Largo do Toural, en la que está la iglesia de San Pedro, donde una fuente conmemora la fundación de Guimarães y en la que antiguamente se hacía la feria de ganado bovino. Seguimos por la prolongación de la Alameda de São Damasso, una bonita avenida en cuyas inmediaciones se encuentra la iglesia de San Francisco, del siglo XV y con un claustro de dos pisos.

Guimaraes

Sede del PCP en Guimaraes, el Partido Comunista de Portugal. Pese a que aún mucho ignorante siga asociando al bloque de la izquierda a situaciones como la de la Rusia estalinista o el de Corea del Norte, regímenes totalmente ajenos a la izquierda europea, quedándose en los clichés baratos y facilones de que si la izquierda llega al poder nos van a dar cartillas de racionamiento (cuando precisamente en este país las mayores penurias se han vivido, y se siguen viviendo, con los gobiernos de derechas), lo cierto es que la situación política actual en Portugal es totalmente atípica y tiene un merito abrumador pero no veréis que se hable de ello en los telediarios y los periódicos porque a los medios de comunicación, compinchados con los gobiernos neoliberales, no les interesa que se sepa que hay alternativas a esos partidos de derechas que buscan enriquecerse a costa del pueblo.

Desde que el Bloco de Esquerda, el Partido Comunista y el Partido Ecologista Os Verdes unieron fuerzas junto a los socialistas para gobernar el país, se ha acordado la subida gradual en cuatro años de ¡un 25%! el sueldo mínimo, se ha bajado la tasa del paro a un 9,4% (el mejor dato en diez años), se han subido un 20% las pensiones (aquí un 0,25%), los libros de texto son gratis, se han incrementado las becas universitarias (y se han bajado las tasas), se han paralizado las privatizaciones y el país ya crece a un ritmo del 3% (es decir, todo lo contrario a lo que sucede en España). Estamos ante lo que muchos diarios escandinavos han denominado como «el milagro portugués». Cuando se os acerque cualquier «cuñao» a deciros que si aquí gobierna la izquierda vamos a acabar como en Venezuela, presentadle estos datos para que sus tonterías se las vaya a contar a algún otro iluso que se las crea.

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La iglesia más bonita de Guimarães (al menos a mí me pareció espectacular su entorno) es la de Nossa Senhora da Consolaçao e Santos Passos, situada en la avenida Largo República do Brasil. Conocida también como la iglesia de San Gualter, patrón de la ciudad en cuyo honor se celebran las fiestas gualterianas a primeros de Agosto y durante las cuales se ilumina de noche la iglesia, sus torres gemelas pueden divisarse desde diversos puntos del centro histórico.

Guimaraes Portugal

Podemos acabar la visita de la ciudad en el Palacio de Vila Flor, que albergó en el pasado dependencias de la universidad, una academia de música o un taller de teatro: hoy se usa como recinto de exposiciones.

Al llevar el coche, pudimos disfrutar de las impactantes vistas desde el Monte de Santa Catarina (conocido también como la Montanha da Penha); también se puede acceder en teleférico desde el Parque das Hortas, el precio del trayecto de ida y vuelta es de poco más de cuatro euros. Aquí nos encontramos con el Santuario da Penha y un poco más alejado el Monasterio de Santa Marinha da Costa (hoy reconvertido en pousada portuguesa); los alrededores son magníficos, unos de los lugares favoritos de los guimaraenses para venir de picnic el fin de semana.

Braga

Nuestro siguiente destino sería Braga, la tercera ciudad más importante de Portugal tras Lisboa y Oporto: pese a ello, no sobrepasa los 200.000 habitantes. Como unos amigos nuestros estaban en A Guarda (Pontevedra), se acercaron a vernos a Braga y aprovechamos para comer juntos: bacalao al douro y arroz marinero. Antes de acercarnos a ver la ciudad, quedamos con ellos a las afueras, en Tenões, en el impresionante Santuario de Bom Jesus do Monte, el más bonito de todo el país.

Braga está considerado el centro religioso de Portugal y temíamos encontrarnos las calles atiborradas de procesiones pero lo cierto es que tuvimos suerte y únicamente nos cruzamos en el santuario con un montón de peregrinos. Que vaya mérito el suyo subir andando hasta lo alto de la montaña (hay otros que utilizan el funicular, que fue el primero de la Península Ibérica). Lo curioso de que Bom Jesus tenga la misma importancia que Lourdes o Fátima a nivel religioso es que su imagen no está asociada a ningún santo o milagro.

Bom Jesus Braga portugal

Bom Jesus Braga portugal

Desde aquí hay unas maravillosas vistas de Braga pero lo realmente relevante son las elegantes escalinatas que ascienden hasta la iglesia, con 600 escalones y que salvan un desnivel de más de 100 metros. Algunos peregrinos, deseando rememorar el sufrimiento de Cristo (hay gente para todo) suben las escalinatas de rodillas. La escalera está dividida en varios tramos, uno de ellos en honor al Via Crucis, otro a los Cinco Sentidos y el tercero a las tres virtudes del catolicismo (fe, esperanza y caridad). No nos extraña que sea la iglesia más fotografiada del país: es espectacular.

Ya que estáis aquí arriba, podéis acercaros también a visitar el Santuario de Nuestra Señora de Sameiro, uno de los lugares del mundo donde con más devoción se venera a la Virgen María. Si en mis muchos viajes a Portugal me había quedado suficientemente claro lo profundamente religiosos que son los portugueses (no he visto un lugar con más iglesias por metro cuadrado), en Braga esa sensación se multiplica por diez.

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Como en Guimarães, en Braga tampoco el tiempo nos parecía acompañar pero ello no nos impidió, paraguas en mano, dar un paseo por la ciudad. En el centro el aparcamiento está algo complicado pero como los parkings son baratos, unos 4 euros al día, dejamos allí el coche y a caminar. Empezamos el recorrido por la Praça da República, el corazón de Braga, repleta de bares y cafeterías. En su centro, la fuente de Vianna (así se llama también el café más antiguo de Braga) y en una de sus esquinas, la iglesia de los Congregados. Puedes aprovechar para acercarte aquí a la Oficina de Turismo, donde nos dieron un mapa de la ciudad.

Braga Portugal

Del antiguo castillo únicamente ha sobrevivido la Torre de Menagem, con su escudo de Don Fernando en la puerta de entrada.

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La Catedral de Braga, del siglo XI, es la más antigua de Portugal y se encuentra donde en el pasado se ubicaba una mezquita árabe. Aquí se encuentran, en la Capela dos Reis, las tumbas de Enrique y Teresa, los padres de Alfonso, el primer rey de Portugal del que ya os hablamos en nuestra visita a Guimarães. Combinando estilos como el románico, el gótico, el barroco y el manuelino, es uno de los templos más curiosos del país. En su interior se conserva la Capela de São Geraldo, en cuyos azulejos se recorre la vida del primer arzobispo de Braga, y la Capela da Gloria, donde está la tumba de Gonçalo Pereira.

En los Jardines de Santa Bárbara se encuentra el palacio-fortaleza del arzobispo, que fue restaurado por el gobierno portugués y hoy en día alberga la Biblioteca. Y aunque Braga cuenta con más de 50 iglesias, os recomendamos que no os vayáis sin visitar la iglesia de la Misericordia. A nosotros nos encantó, quizás por ese aire melancólico y funesto de las murallas de piedra que la protegen.

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Entre otras iglesias a tener en cuenta podemos incluir la iglesia do Pópulo, la de Santa Cruz, la Capela des Coimbras y la de San Marcos, esta última anexa al hospital del mismo nombre, donde se atendía en el pasado a pobres y peregrinos.

Braga Portugal

Algunas de las calles más animadas de la ciudad son la Rua do Souto, plagada de tiendas de souvenirs y comunicada con el Campo das Hortas por el señorial Arco da Porta Nova, la paralela Rua dos Capelistas y la larguísima Avenida da Liberdade, donde se concentran un montón de tiendas de ropa y el Teatro Circo.

Bragança

Y de Braga nos iríamos a Bragança, donde pasaríamos la última noche del viaje. En esta ocasión nos decantamos por el Hotel Santa Apolonia , una brillante elección. Un tres estrellas acogedor al máximo, con aparcamiento privado y un desayuno buffet fantástico ¡tenían hasta tarta de zanahoria! El precio fue de 50 euros la habitación doble y no admitían tarjeta de crédito (al menos cuando estuvimos nosotros). Como siempre que vamos a Portugal, hemos quedado contentísimos con los alojamientos.

Braganza Portugal

Bragança, la capital de la región de Tras-os-Montes y situada cerca de la frontera con Zamora, lo que la convirtió en un enclave decisivo en épocas pasadas en las batallas entre españoles y portugueses, es una ciudad pequeñita pero con mucho encanto. Caracterizada por esas empinadísimas calles que se dirigen a la parte alta y rodeada de bosques, la recomiendo de todas-todas en una ruta por el norte de Portugal. Para el que le guste el senderismo en plena naturaleza, a sólo un paso cuenta con el Parque de Montesinho, donde aún sobreviven colonias de lobos salvajes entre castaños y pequeñas aldeas de piedra.

Vistas desde el Miradouro da Cidadela a 700 metros de altitud

Braganza Portugal

Comenzamos nuestra ruta en el Castillo de Bragança, construido bajo orden del rey Sancho y en el que destaca la Torre del Homenaje, de más de 30 metros de altura: en su interior se encuentra el Museo Militar (entrada 2 euros). Al lado se halla la Torre de la Princesa.

Braganza Portugal

El castillo está dentro de la antigua ciudadela amurallada, uno de los mejores vestigios medievales de Portugal, con pequeñas callecitas en las que proliferan las tiendas de viandas de la región. Se accede a ella a través de la Porta da Vila, flanqueada por dos torreones. En el lado opuesto se entraba por la Porta do Sol.

Braganza Portugal

Aquí se encuentra también el Domus Municipalis, el consistorio más antiguo del país, justo al lado de la iglesia de Santa María do Castelo. Dentro de la ciudadela tenemos además el monumento del Pelourinho, del siglo XIII, en el que aparecen las figuras de un hombre, un perro y un pájaro. Para los que gustéis de las festividades medievales, cada mes de Agosto se celebra la Festa da História, en la que se recrean justas medievales y se organizan marcados callejeros.

Braganza Portugal

Según bajamos de la ciudadela (podemos hacerlo por la Rua Serpa Pinto y disfrutar de esas fachadas tan típicas portuguesas) nos encontramos con la iglesia de São Bento, la iglesia de São Vicente, donde se cree que se casaron en secreto Pedro I e Inés de Castro, y la Capela de Nossa Senhora da Saúde, adosada a la muralla. Entre las iglesias de Bragança destaca la antigua catedral, la (la nueva se encuentra a las afueras), que aún conserva el claustro y frente a la que está el Cruzeiro, un obelisco labrado en piedra. En la plaza se encuentra una de las viviendas más bonitas de Bragança, el Solar dos Calaínhos.

Braganza Portugal

Dimos un paseo por la Avenida João Cruz, un boulevard ajardinado donde se encuentra el Monumento a Abilio Beça. Enfrente del edificio de Correos podéis ver la entrañable escultura que se erigió en honor de los carteros, Homenagem ao Carteiro. Desde allí nos fuimos hasta el  Restaurante Pocas , uno de los mejores de la ciudad y que llevábamos anotado. Todo un acierto: nos tocó esperar diez minutos ya que estaba hasta arriba de gente pero mereció la pena. En la zona de Tras-os-Montes son típicas las castañas y queríamos probar el guiso de jabalí con castañas, así como la tarta de castañas y crema. ¡Riquísimos ambos!

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Otro de los lugares que llevábamos apuntados era Hops N’ Beer , una tienda de cerveza artesanal escondida en el centro histórico, principalmente para llevarnos cervezas de Dois Corvos, que habíamos probado en Lisboa. Tenían un surtido espectacular, hasta el punto de que nos llevamos una caja entera de cervezas de diferentes tipos y nos tocó acercarnos a por el coche para no cargar con ellas. El dueño, amabilísimo, nos atendió inmejorablemente y hasta tuvo el detallazo, cuando le comentamos que nos gustaban mucho Moonspell (la banda más importante de rock portugués), de regalarnos el par de botellas que habían sacado con motivo del 20 aniversario de «Irreligious» y que estaban descatalogadas. El mejor souvenir que podíamos traernos de tierras portuguesas.

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