Probablemente muchos de vosotros no conozcais la historia de James Holman, un teniente de la marina británica que perdió la vista con 25 años debido al escorbuto y no sólo se negó a quedarse recluido en casa sino que dedicó el resto de su vida a viajar por el mundo y relatar sus andanzas, entre las que estuvo subir a la cima del Vesubio, en varios libros. Fue la primera persona invidente que dió la vuelta al mundo en barco y sus hazañas alcanzaron tal calibre que el gobierno británico decidió dar su nombre a un río de Guinea Ecuatorial.  Está considerado uno de los grandes viajeros de la Historia y su vida fue un ejemplo de superación y tenacidad. No pude evitar recordarle cuando me puse en contacto con Miguel Nonay, el responsable del blog A Salto De Mata y la empresa Viajeros Sin Límite, orientados ambos a viajeros discapacitados: recorrer mundo cuando físicamente no las tienes todas contigo es un mérito digno de aplaudir. La historia de Miguel es una de las más inspiradoras que encontrarás en la actualidad: estar en una silla de ruedas no es impedimento para cumplir tus sueños. Teníamos muchas ganas de que nos contara de viva voz cómo han sido todos estos años recorriendo mundo. Y os aseguramos que el resultado es emocionante: esta será indudablemente una de las entrevistas más interesantes que vas a encontrar en nuestro blog.

En primer lugar, me gustaría felicitarte por tu labor ya que hay muchas personas en tu situación que seguro agradecen blogs como el tuyo. Nos gustaría que nos contaras cómo comenzaste con el blog «A Salto De Mata» y qué balance haces de todos estos años escribiendo.

Con el blog, A Salto De Mata, comencé en Marzo de 2009; antes ya había estado investigando por la red, que no era la de ahora, ya que había oído hablar de los blogs en series norteamericanas y siempre dibujaban a los bloggers como gente freak, oscura y rara. Sin embargo, para mí escribir un blog era la versión moderna de lo que hacíamos en la infancia, cuando escribías un diario y lo guardabas en un cajón bajo llave: ahora todas nuestras vivencias podían colgarse en internet. Descubrí que los blogs eran la entrada a un mundo apasionante y pensé «¿por qué no narrar mis viajes?». Y no porque estos fueran a lugares exóticos y muy lejanos sino porque yo los hacía en silla de ruedas. Me parecía una bonita de forma de ayudar a gente que se encontrara en una situación similar a la mía y que por falta de información o factores que luego analizaremos no se atrevían a viajar. Pero no sólo iba dirigido a personas discapacitadas sino también a otros que no tuvieran problemas físicos pero de pronto se vieran anímicamente en un momento complicado de su vida y al verme a mí pensaran «pues si el loco este con su silla de ruedas tira para adelante ¿por qué yo no?». Además, empezar un blog no sólo era mostrar mis viajes sino también aprender yo mismo de otros compañeros.

Al principio reconozco que escribía muchísimo pero con el paso de los años he ido convirtiendo en videoblog tanto A Salto De Mata como Viajeros Sin Límite. Pero me gusta seguir escribiendo porque aunque se dice que «una imagen vale más que mil palabras» a veces diez palabras valen más que dos horas de imágenes. Además, parece una tontería pero el texto escrito te posiciona mucho más arriba en las búsquedas de Google: la prueba está en que si buscas destinos en silla de ruedas, verás que en los primeros puestos siempre aparecen mis publicaciones.  Así que el balance, respondiendo a tu pregunta, es tremendamente positivo: hace ocho años no me hubiera imaginado estar donde me encuentro ahora.

Hablemos de los primeros viajes que hiciste. ¿A dónde fueron y cuáles fueron las principales dificultades que te encontraste?

Salvo una excepción, me voy a ceñir a 2009, es decir, los viajes que comencé a hacer a partir de 2007, que fueron los primeros que comencé a publicar. Digo lo de una pequeña excepción porque he viajado mucho con mis padres por España por temas médicos, ya que por las secuelas de la polio me tuvieron que hacer varias intervenciones quirúrgicas y me operaban en Barcelona: te confieso que hasta los años noventa, el único viaje que había hecho fuera del país era a Francia. Pero en 1990 hice un viaje de trabajo, una experiencia fantástica, en coche hasta la República Checa; después de ello, los primeros viajes que hice fueron a Argentina, Túnez, Croacia y Francia. Las principales dificultades no fueron tantas ya que entonces usaba aparatos ortopédicos en las piernas y bastones, por lo que si había alguna barrera arquitectónica tipo escalones, la salvaba bien: la silla la usaba principalmente para desplazamientos pero en distancias cortas intentaba caminar.

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Nuestro primer gran viaje fue a Argentina en 2007: era la primera vez que cruzaríamos el charco. Pero al saber que íbamos a estar catorce horas en un avión, con la incomodidad que ello me provocaría, decidimos comprar los billetes en business para poder estirar las piernas y nos dejamos un dineral. Aunque en general guardo un recuerdo fantástico, nos encontramos con el problema de que en la agencia nos habían prometido hoteles que estaban adaptados y en muchos casos nos encontramos escaleras: luego la habitación estaba adaptada pero la entrada no. Me rompieron los reposapies de la silla de ruedas en el aeropuerto de Ezeiza y nos tocó irla arreglando como buenamente podíamos con cinta americana. Esta misma silla, en un vuelo regional de Ushuaia a El Calafate, se la dejaron olvidada y no me la enviaron hasta el día siguiente; el penúltimo día volábamos de Iguazú a Buenos Aires y se quisieron quedar la silla en el aeropuerto, creyendo que era de ellos. Y lo peor estaba por llegar: aterrizábamos en Barajas un 20 de Noviembre (¡vaya fecha!) y nos encontramos con una lluvia torrencial. Al ir en business, teníamos prioridad de salida pero no habían venido los de asistencia a buscarme y yo propuse salir el último. Me dijeron que no, les pedí que al menos les dijeran a los de clase turista que esperaran a que yo pudiera bajar despacio y a mi ritmo, no lo hicieron, empezó la gente a empujar y al final se cayeron varios rodando por las escaleras, aunque yo no fui uno de ellos. Quizás ese fue el viaje en el que me encontré más problemas pero no por el viaje en sí sino por diversas negligencias, por lo que desde ese mismo momento decidí que jamás volvería a viajar con una agencia y a partir de entonces viajaríamos por nuestra cuenta. Nos informaríamos nosotros mismos de cómo estaban los países a nivel movilidad y contactaríamos con hoteles y restaurantes: date cuenta que en aquella época aún no existía el boom de las redes sociales, yo no me abrí una cuenta en Facebook hasta el 2009 y en Twitter en el 2010, por lo que la información era escasa.

Seguimos con tu recorrido por el mundo. ¿Cuentas con algún tipo de patrocinio?

Cuando comencé con el blog, me invitaron a varios blogtrips, algunos por España y otros a países como Portugal, Malta o Croacia. Pero reconozco que para el tema de los patrocinios soy bastante exigente. Cuando entras en la página principal de A Salto De Mata, verás que aparecen varias marcas como Quickie o Rodem; me proponen muchos patrocinios y artículos patrocinados pero no acepto ninguno, ni escribirlos yo y mucho menos que los escriban otros en mi blog. Y los patrocinios, los únicos que tengo, se los propongo yo a las marcas cuando considero que pueden ser útiles para personas con cualquier tipo de discapacidad. A excepción de Panama Jack, que me enviaron un par de botas, y a partir de ahí me di cuenta que funcionaban muy bien para las personas que tenemos problemas de circulación, sujetan muy bien el pie, y soy de los pocos bloggers que continúan con ellos en una relación de patrocinador-patrocinado. Quiero aclarar también que tampoco acepto que estos patrocinadores me paguen: es un servicio que les doy a cambio de la relación que tenemos y me rijo por utilidad: si ciertos productos son interesantes para personas discapacitadas, me ofrezco a hablar de ellos pero porque la realidad es que yo los uso y a mí me van bien, no porque me hayan contratado. Quickie y Rodem se dedican a las sillas de ruedas y las handbikes; en el caso de Polartec, que es ropa técnica de alta montaña, podría parecer que no tuviera que ver con las personas que estamos en silla de ruedas y nada más lejos de la realidad. Nuestra situación nos obliga a hacer mucho stop and go, darle a la rueda, sudar, pararnos y en consecuencia enfriarnos, por lo que la ropa térmica de montaña, que va expulsando el sudor hacia fuera y sólo mantiene el calor de tu propio cuerpo, nos viene de fábula. Además es un tipo de ropa muy ligera, por lo que a los que usamos silla o muletas nos permite una mayor libertad de movimiento.

Pero por otro lado, y esto no tiene que ver con patrocinios, aclaro que todos los viajes que he realizado desde el 2011, a excepción de alguno privado por tema de vacaciones, han sido de empresas o destinos turísticos que quieren dar a conocer ciertos lugares como destinos accesibles para personas en mi situación: me hacen una propuesta de programa que previamente estudio, ya que siempre me gusta dejar hueco para la aventura y la gastronomía, nos ponemos de acuerdo a nivel económico y esa es la forma en la que me muevo desde hace cinco años.

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Estuviste viajando por Costa Rica, un destino en el que predominan las reservas naturales. ¿Cómo fue la experiencia de moverse por terrenos tan complicados y qué consejos darías a alguien que, en tu situación, quiera hacer un viaje a plena selva?

A priori puede parecer un país difícil para alguien como yo pero tanto para Eva como para mí ha sido uno de los mejores viajes de nuestra vida. En el año 2008 estuvimos en Túnez y conocimos a otra pareja, decidimos alquilar un coche juntos y comenzó una bonita amistad a partir de entonces. Pasamos juntos la Nochevieja y entre copa y copa de champán y entre uva y uva, salió la idea de montar otras vacaciones juntos. Yo propuse Irlanda, que es un viaje que aún tenemos pendiente hacer, y ellos dijeron «¿y por qué no Costa Rica?». Para mí significaba cumplir uno de los sueños de mi vida y me encargué yo de organizarlo: yo había perdido el miedo al saber que iba con otras tres personas y podrían ayudarme en lo que necesitara. Así que empecé a buscar información en internet, me metí en varios foros y conocí a Tatiana, que a día de hoy es una buena amiga, quien llevaba una agencia de viajes y se ofreció a organizárnoslo, cobrando lo que tuviera que cobrar, claro. Al principio estaba un poco reacio tras la experiencia en Argentina pero tras preguntarla «yo por mi situación ¿qué puedo hacer?» y que ella me contestara que infinidad de actividades, desde buceo a rafting, snorkel o montar a caballo, lo vi claro. Además, me comentó que en Costa Rica tenía un conocido con una silla de ruedas especial, preparada para moverse por terrenos complicados, y nos organizó un viaje de quince días extraordinario.

Me sentí libre, y eso que a nivel tecnológico Costa Rica no estaba muy avanzada en lo que a barreras arquitectónicas se refiere, pero luego la predisposición a colaborar de los costarricenses fue lo que hizo del viaje algo muy especial. Hice canoping en Tortuguero, cayéndonos una lluvia torrencial, con cinco personas a mi disposición, uno de ellos lanzándose con una silla de PVC para que cuando yo llegara al siguiente árbol, me quitaran los arnés, me sentara y poder hacer el siguiente salto. Hice rafting en Puerto Viejo; me preguntaron ¿qué necesitas para hacer rafting seguro?» y les dije «¡agarrarme!». Yo no puedo remar por lo que necesitaba unas cuerdas para sujetarme y les faltó tiempo para conseguirlas.Con el caballo lo mismo, mi historia se solucionaba atándome a la silla para que las piernas no se movieran y no me desequilibrara. Y gracias a la silla pude ver desovar tortugas o conocer la cascada del río Celeste, que se llama así porque según una leyenda de los indios nativos, cuando los dioses acabaron de pintar el mundo, limpiaron los pinceles en el río y por eso se quedó con ese color: en realidad, es azul por los materiales que desprende el volcán Tenorio. Una anécdota muy buena fue cuando en mitad de la selva nos encontramos con una serpiente coral, una de las más venenosas del mundo, el guía la tocó con el bastón, desorientada se vino hacia nosotros, la silla se desequilibró y justo caí al lado de la serpiente. Así que luego en alguna ponencia he comentado medio en broma que yo sí que he tenido frente a mis propias narices a una serpiente coral.

En definitiva, no hubo excusas ni impedimentos por ningún lado, además, los hoteles eran de gente de allí, alojamientos pequeños y familiares con mucho encanto. Tengo intención de regresar alguna vez ya que Tatiana está intentando conseguir una subvención del gobierno para hacer un viaje de exploración y difusión en el que grabemos varios vídeos y podamos divulgar los lugares accesibles de este país que de alguna forma ya siento como mío.

Otro de los artículos que más me ha gustado ha sido en el que hablas de tu experiencia haciendo trekking por el desierto del Sahara…

Este viaje le hice en 2011, me invitó una empresa de turismo y aventura , Yokmok. Me propusieron hacer un viaje de aventura y mi intención era hacerlo al Polo Norte pero los médicos me lo desaconsejaron porque la polio me había dejado secuelas con problemas de circulación y existía riesgo de congelación, así que decidimos cambiarlo por un viaje al Sahara. Fuimos a las dunas de Chegaga, que están menos masificadas que otras a nivel turístico. Y el tema del transporte lo solucionamos con tres dromedarios, uno sobre el que iba yo, otro en el que llevaba la silla de ruedas, que en realidad sólo utilizaba para sentarme cuando acampábamos, y en el tercero lo que yo llamaba la «toilette inclusiva», que no era otra cosa que mi baño, una silla a la que habíamos cambiado el asiento por una silla de WC ya que yo no me puedo poner en cuclillas.¡El caso es que a mis compañeros les pareció un invento tan cómodo que también acabaron usándola ellos!

Dormimos dos noches en el desierto de piedra, donde eres consciente de la tremenda radicalidad del paisaje; debido a los brutales cambios de temperatura, por la noche, en efecto, escuchas sonidos que parecen piedras chocando. Yo al principio lo achacaba a que estábamos rodeados de serpientes y escorpiones, aunque en realidad no vimos ninguno, pero los propios pastores bereberes nos confirmaron que era por el cambio de temperatura. Llevábamos sacos que aguantaban hasta cinco grados bajo cero, lo que nos permitía dormir a la intemperie, y vivimos una experiencia bastante curiosa porque aunque sólo nos cayeron cuatro gotas, vimos llover en el desierto.

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Eran jornadas de nueve o diez horas que nos coincidían con que era el mes de Abril, época de tormentas de arena, llegamos a tener cuatro diarias. Tengo fotografías en las que se comprueba que apenas había cuatro o cinco metros de visibilidad y aún así los pastores que nos guiaban jamás se perdieron, era algo increíble. Dormimos en sus jaimas, que estaban tan ajadas que podías ver perfectamente los agujeros en los costados, y comíamos lo que ellos comían: los dos primeros días cordero y pollo, que era el tiempo máximo que se conservaba la carne, y el resto del viaje latas, ensaladas o espárragos. Volvería ya mismo a repetir este viaje: para mí fue todo un reto ya que aunque no lo registró ningún libro Guinness de los Records, era la primera vez que una persona en silla de ruedas se sumergía en las dunas del Sahara.

¿Cuáles han sido los países que te han sorprendido para bien a la hora de mejorar la accesibilidad?

Curiosamente, países que se encuentran en fase de desarrollo como Marruecos, Jordania, Túnez, Costa Rica o República Dominicana. Estos países, que a priori parecerían más problemáticos, viven la paradójica situación de que en muchos lugares, especialmente en las medinas, no tienen aceras, por lo que ya nos hemos evitado el inconveniente de tener que subirnos a una acera cuando pasa un coche. Pero es aún más importante la disposición y amabilidad de la gente: a Marruecos, por poner un ejemplo, he regresado cuatro veces y volvería otras cuatro más.

En cuanto a las compañías aéreas ¿cuáles son las mejores y las peores con las que has volado y en qué aspecto crees que deberían mejorar?

Siendo sincero ¡deberían mejorar en todo! No he volado con una compañía, a excepción de Royal Jordanian, que sea un ejemplo a la hora de la accesibilidad. La gente que vamos en silla de ruedas y evidentemente no nos podemos levantar, tenemos un problema serio: ir al baño. En vuelos de dos o tres horas, los que controlamos el esfínter, lo puedes llevar más o menos, y los que no lo controlan, llevan una sonda o un pañal. Pero si el viaje es más largo ¿qué haces? Los aviones no llevan sillas especiales para que en vuelo puedas ir al servicio y yo me veo obligado a llevar un tupper en forma de vaso y hacer pis en el asiento tapándome con una cazadora. Y si el problema son las aguas mayores, con perdón, no me queda más remedio que comer apenas nada antes del viaje porque no hay manera de poder ir al servicio. Sin embargo, todas las compañías que vuelan a Norteamérica están obligadas a llevar este tipo de sillas que nos permitiría desplazarnos al baño. Cuando tú subes a un avión, tus piernas te acompañan pero mis piernas, que es la silla de ruedas, se las llevan a la bodega. Y a veces se las llevan hasta dos o tres horas antes de entrar al avión.

He viajado varias veces con amigas que están en sillas de ruedas y uno de los principales problemas que nos hemos encontrado ha sido reservar en hoteles que se anunciaban como accesibles para personas con movilidad reducida y en la práctica no era así. Supongo que te habrá ocurrido varias veces. ¿Qué medidas se pueden tomar contra este tipo de establecimientos?

A mí particularmente me pasó en Argentina. Después, al ser viajes específicos en los que las empresas con las que trabajo se aseguran de que los hoteles estén perfectamente adaptados, casi siempre me encuentro bien en ese aspecto. Muchas veces no están al cien por cien de cómo yo desearía pero no suelo tener problemas para ducharme, entrar al baño, moverme por la habitación o servirme yo mismo en el buffet libre. Pero sí que es cierto que hay un grave problema con ello: muchas veces reservas en las páginas, te pone que los hoteles son accesibles y llegas y te encuentras escalones. Aún así, creo que la mayor parte de las veces no está hecho con mala fe, el problema es que gente que no tiene discapacidad no cae en ese tipo de cosas. A menudo me ha ocurrido preguntar a alguien por un restaurante para saber si este tiene escalones y la gente se queda sin saber que decir porque no es en el tipo de detalles que te fijas cuando sales a comer pero a mí no me queda otro remedio.

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En ese sentido, en el tema de los hoteles, es fundamental ofrecer una información fiable. Yo he dado el visto bueno a nivel accesibilidad a más de setecientos hoteles en España y más de quinientos en el extranjero. Hago fotos al baño y las instalaciones y que ya cada uno, dependiendo de su grado de movilidad, decida si en dicho hotel va a estar cómodo o no. Cada discapacidad es diferente, hay rampas perfectamente legales que yo no puedo usar porque tengo los hombros dañados y sin embargo gente con otro tipo de discapacidad sí puede utilizarlas. Mi intención en ese aspecto es ser lo más útil posible a los demás: no soy partidario de tomar represalias contra los hoteles porque como te comento, creo que la mayoría de las veces no se hace con mala intención. Yo me he encontrado hoteles en los que no me he podido duchar, he llamado al director, le he pedido que se sentara en la silla especial y se imaginara que no podía mover las piernas ¿cómo coger la ducha si está en la pared de enfrente? El hombre, muerto de vergüenza, se pone de todos los colores y te dice «¡pero si el baño me lo hizo un experto en duchas adaptadas!» Las medidas, por lo tanto, habría que tomarlas contra los que diseñan, contra esos despachos de arquitectos que en vez de pensar en las personas, piensan en ellos mismos. Cualquier arquitecto o ingeniero debería tener una silla de ruedas en su estudio y cuando tienen dudas de a qué altura hay que colocar un interruptor, que se sienten y lo comprueben por ellos mismos: donde ellos no lleguen, yo no llegaré tampoco.

Da la impresión, erróneamente, de que el viajero con discapacidad tiene siempre la necesidad de viajar acompañado, cuando en la práctica es un mito injustificado. ¿Qué consejo darías al que aún no se atreve a viajar solo?

Por cuestiones de trabajo, hay muchos viajes que hago solo. A veces me acompaña el cámara pero otras veces, si tengo que dar alguna conferencia o un curso, voy solo. Se viaje solo o acompañado, sólo necesitas tres cosas: ganas, decisión e información. Si dispones de la información, te va a servir igual aunque no tengas una persona al lado.

Muchos viajeros con discapacidad aún siguen prefiriendo viajar por España, cuando en la práctica muchos lugares están menos adaptados aquí que en otros países. ¿Qué nota le pondrías a nuestro país?

He recorrido más de ochenta países y en Europa los que mejor adaptados están son Alemania y Austria pero no te creas que el resto, lugares como Bélgica, Suiza, Francia, Holanda o Italia, pueden darnos muchas lecciones. En los últimos quince o veinte años España ha avanzado muchísimo en lo que accesibilidad se refiere. Hablo desde el punto de vista de accesibilidad turística, ojo. A nivel de vida normal en una ciudad vas a seguir encontrándote mil problemas: yo vivo en Zaragoza y a diario me encuentro con barreras arquitectónicas pero no en lugares turísticos. Ese es el problema contra el que más hay que luchar, la accesibilidad cotidiana, falta mucha implicación por parte de todos. Yo ya tengo una edad, voy a cumplir cincuenta y seis años, y he conocido la España de los sesenta, cuando los vecinos se ayudaban unos a otros, algo que sí sigue existiendo en países menos desarrollados precisamente por la falta de medios. En Europa rozaríamos la perfección si la gente se pusiera en los zapatos de las personas discapacitadas. Redes sociales, oficinas de turismo, son las que han de dar la información a los que más la necesitan. Y para eso está mi blog, para resolver tantas y tantas dudas.

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Hablemos de tu empresa Viajeros Sin Límite. Cuéntanos cuál es su propósito, cómo te planteaste fundarla, lo que ofrecéis y cuál ha sido la respuesta hasta el momento.

Fundarla no fue una idea mía. En Marzo del 2009 abrí el blog y en Octubre del mismo año, una amiga, Inés, de Mis Viajes Por Ahí, me llamó para ver si la podía sustituir en un evento con Javier Reverte al que la habían invitado en el madrileño barrio de Chueca. Tengo un Scooter que utilizaba entonces porque aún caminaba con los aparatos y pensé en traérmelo en el AVE para no depender de taxis ni transporte público. Mi sorpresa fue que al reservar el billete en el vagón adaptado me dicen que no puedo llevar el Scooter. Y aunque podía venirme en coche, decidí escribir un post en el blog porque habría un montón de gente que se encontraría con dicho impedimento. España no se podía permitir el lujo de detalles tan feos con los discapacitados. El post lo compartió los pocos seguidores que en aquella época tenía en Google y en pocas horas se pusieron en contacto conmigo desde Atendo, que es la gente de RENFE que nos sube y nos baja de los trenes, pidiéndome disculpas y diciéndome que era un malentendido. Les exigí que se comprometieran a cambiar las cosas pero como no me fiaba, me puse en contacto con el Defensor del Pueblo, quien a su vez les puso un plazo límite, Septiembre de 2010, para poner un teléfono para atender a las personas discapacitadas que necesitaran llevar un Scooter, una silla eléctrica más grande de lo habitual o herramientas especiales y se informara de si el modelo de AVE estaba preparado para transportarlos.

A partir de entonces, la gente me comentó que sería buena idea proyectar mis esfuerzos a intentar cambiar las cosas para nosotros, así que con la ayuda de gente de otros blogs, entre las que estaban Laura de Viaje Al Atardecer, me asesoraron para crear otra web, Viajeros Sin Límite,  que ayudara e informara a los viajeros discapacitados. La página ha ido pasando por diferentes etapas y a finales de 2011 decidí convertir ambas páginas, A Salto De Mata y Viajeros Sin Límite, en videoblogs. La respuesta mejor no ha podido ser:  desde que creé Viajeros Sin Límite me han contratado para 125 destinos nacionales y fuera de España han sido más de 80. Cada año voy obteniendo cosas nuevas, normalmente suelo dejar cerrados los contratos en Enero o Febrero con las distintas empresas turísticas en FITUR.

Hace poco me instalé en el móvil una aplicación, «Be My Eyes», para ayudar a personas ciegas que necesitan que les lean carteles, calles o cosas tan básicas como fechas de caducidad por medio de videollamada. ¿En qué sentido crees que han ayudado las nuevas tecnologías a las personas con discapacidad a la hora de viajar?

Si te soy sincero, no suelo usar aplicaciones para discapacitados ya que las que he intentado utilizar, para inscribirme practicamente me piden hasta la talla de camiseta. Así que a cambio yo no ofrezco aplicaciones en mi blog pero sí mi trabajo: sé comunicar, sé transmitir y sé disfrutar. Eso es a lo que me dedico.

Veo que eres una persona súper activa en lo que eventos se refiere: congresos, ponencias, programas de radio… ¿Podrías hacernos un resumen de cómo ha sido la experiencia de promocionar el blog durante todos estos años?

He participado en mucho eventos y yo mismo he organizado otros tantos. Más bien ha sido el blog el que me ha promocionado a mí: muchas empresas y agencias me han conocido gracias a él y me han llamado para hablar de turismo accesible o experiencias en otros países. La respuesta tanto de organismos públicos como privados ha sido fantástica. Y no sólo en España, en Croacia me dieron el premio Golden Pen en un certamen en el que participaban más de cien periodistas. Es un premio muy prestigioso que en España sólo había recibido La 2 de Televisión Española.

No suelo colaborar con otras webs parecidas a la mía por un motivo: prefiero una rampa mal hecha a una rampa que no exista. En una rampa en mal estado, podré subir con la ayuda de alguien pero en la que no existe es imposible. Esto a otras asociaciones como ONCE o COCEMFE no les gusta, por lo que no sólo no quieren saber nada de mí sino que además van criticando mi trabajo. Así que mi filosofía es «mejor solo que mal acompañado». Tengo más opciones de colaboración con bloggers que no tienen ningún tipo de discapacidad que con este tipo de asociaciones que, para más inri, muchas veces plagian mi trabajo y encima lo hacen mal.

Ya por último: después de toda una vida viajando ¿cuál es el viaje que más te ha marcado a nivel personal?

Más que uno han sido dos. El trekking por el Sahara y sobre todo Costa Rica. Viví tantas experiencias, me gustó tanto, que lloré mucho cuando me subían al avión y me agarraba a todo lo que podía porque quería quedarme. Espero algún día volver y pasar los últimos años de mi vida en Costa Rica.

Os animamos a que sigáis a Miguel Nonay y su fantástica labor en las siguientes páginas:

A Salto De Mata 

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Twitter A Salto De Mata

Instagram A Salto De Mata

Viajeros Sin Límite 

 

2 comentarios

  1. Hola Maribel.
    Me encanta la entrevista, cuando me lo propusiste me apeteció desde el principio, leyéndola ahora me estoy emocionando porque has tocado los temas que más me gustan y que tan pocas veces tengo ocasión de contar.
    Gran trabajo el que hacéis en el blog y un fiel seguidor desde ya 🙂

  2. Gracias Miguel! Todo el mérito es tuyo: es admirable la de años que le has echado a animar a personas discapacitadas a viajar. Y no sólo a ellos sino a cualquier viajero. Seguía tu blog desde hace mucho tiempo y tenía ya ganas de que aparecieras por aquí ¡nos encantaron todos tus relatos y nos inspiraste muchísimo! Un abrazo!

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