Oporto, la tierra de los vinos por excelencia y probablemente la ciudad más bella de Portugal. Una reliquia viviente cuyo origen se remonta a ocho siglos AC (se dice pronto!) y que a día de hoy sigue conservando su incomparable atmósfera de ciudad antiquísima, como si el tiempo hubiera decidido tomarse un respiro y congelar los edificios y monumentos. Ocupada por los visigodos, conquistada por los árabes, quien la dominaron hasta el siglo XI y cuyo legado aún perdura entre sus callejones, la hermosa Oporto ha sido a lo largo de la Historia una de las urbes más importantes de Lusitania, pese a que buena parte de su «vida» perteneció al Reino de León. Fue en el siglo XVIII cuando alcanzó su máximo esplendor, al despuntar su industria vinícola, que la convirtió en la capital mundial del vino desde entonces. Una ciudad maravillosa, que nos pilla por fortuna aquí al lado, con tantos tesoros escondidos en sus entrañas.

Oporto parece haber cargado durante años el lastre de sentirse con el complejo de hermana pequeña para Lisboa (los locales se quejan de que el dinero de los presupuestos siempre va para la capital y hay un dicho muy famoso que reza «Lisboa gasta, Coimbra estudia, Braga reza y Oporto trabaja») pero lo cierto es que al ser más pequeña y recogida goza de un encanto mucho más cercano. Aunque sea la segunda ciudad más grande de Portugal, con casi dos millones de habitantes, en la práctica yo siempre me he sentido allí como en un pueblo grande. Quizás contribuya a ello la cercanía amigable de los «triperos» (no me canso de repetirlo y repetirlo: qué amabilísima es siempre la gente en Portugal, hospitalarios al máximo, dispuestos sí o sí a desvivirse con el visitante). O tal vez sea la estrechez de sus callejones antiquísimos. O esa bendita sensación de que todo el mundo se conoce. Pero cuando paseas por Oporto, pese a que sea super turística y sea raro verla sin viajeros de aquí para allá,parece que lo hagas por un barrio de pescadores, no por una urbe grandísima.

Mucha gente opta por llegar a Oporto en coche (es una visita facilmente combinable con Lisboa) pero lo cierto es que yo las veces que he ido he optado por el avión de bajo coste, que tardas sólo una hora, sale más barato que lo que gastas en gasolina y peajes y además te ahorras el palizón de seis horas de ida y otras seis de vuelta. Con Ryanair he llegado a ir por 43 euros ida y vuelta e incluso si quieres una escapada rápida de fin de semana, los horarios son ideales (sales a las nueve de la mañana del sábado y vuelves a las ocho de la tarde del domingo; si tienes en cuenta que «todo lo que hay que ver» en Oporto se concentra en su gran mayoría en el centro histórico, organizándote en dos días se aprovecha más que bien…también es cierto que cuando he ido más días he tenido más tiempo para descubrir rincones más escondidos).

El aeropuerto Francisco Sa Carneiro está situado a 13 kilómetros de la ciudad y la forma más cómoda es ir en metro. El billete al centro cuesta 2,30 euros el trayecto pero los tickets van por zonas; en las máquinas eliges la estación que te interesa y pagas en proporción. No olvides validar o picar el billete en unos pivotes que hay a la entrada,que son sus tornos. Calcula unos 30 minutos para presentarte en el centro (es línea directa a la estación de Trindade, el equivalente a nuestra estación de Sol y nudo de varias líneas). Si por lo que sea tu vuelo sale bastante temprano o llegas tarde por la noche, el taxi tampoco resulta caro, unos 16 euros (siempre puedes buscar a alguien para compartirlo). También hay servicios de bus pero sigo recomendando el metro, es rápido y muy eficiente.

Para el tema alojamiento, una de las ventajas es que al ser Portugal bastante más barato que España (y ahora más con el tema de la crisis,que si a nosotros nos tiene asfixiados,a ellos les lleva moribundos) te puedes quedar en hoteles estupendos por muy poco dinero. Hay opciones aún más baratas: existen infinidad de pensiones y yo me he quedado en hostales con baño privado bien majetes por 25 euros la doble. Pero si quieres un lugar algo más especial, te recomiendo entonces que optes por el hotel donde hemos dormido esta última vez: el Castelo de Santa Catarina. Es un antiguo palacete de principios de siglo rodeado de jardines a la portuguesa en plena Rua Santa Catarina, una de las arterias principales de Oporto. La única pega a ponerle es que Oporto tiene unas cuestas tremendas y está a sus buenos quince/veinte minutos andando del centro-centro pero bueno, por un lado viene bien hacer piernas, y por otro, te alejas un poco del meollo, aunque Oporto es una ciudad bastante tranquilita por las noches.

Nosotros nos decidimos por la Grand Suite, que es la mejor del hotel y se encuentra en lo alto de ese torreón,con unas vistas magníficas de Oporto. Nos gustó un montón porque aparte de grandísima, con un pequeño saloncito a la entrada, está decorada como el resto del palacio, en estilo rococó, con muebles de madera antiquísimos, candelabros, paredes tapizadas, vamos, lo que era vivir en un antiguo castillo luso. Los 68 euros por noche incluían el desayuno en un salón súper cuco, tienen wifi y el personal de allí realmente agradable.

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Antes de meternos a desgranar la visita,y ya que hemos mencionado el metro,te recuerdo que una de las cosas más características de Oporto son los tranvías, los Elétricos do Porto, aunque como en el caso de San Francisco, su papel es casi testimonial y en la actualidad sólo funcionan cuatro líneas (Línea 1: Passeio Alegre – Infante. / Línea 18: Massarelos – Carmo./ Línea 22: Circular Carmo – Batalha. / Línea T: Porto Tram City Tour). Pero insisto en que te des una vueltecita en uno,es una forma bien bonita de recorrer la ciudad. Recordad que funcionan sólo hasta las siete de la tarde.

Tranvia Oporto

Bien, vayámonos pues al corazón mismo de Oporto: la Praça da Liberdade (Plaza de la Libertad). Desde aquí surge esa anchísima avenida en pendiente que es la Avenida de los Aliados, con preciosos edificios modernistas, el Ayuntamiento y uno de las construcciones más bellas del casco histórico: el Palacio de la Bolsa. Considerado monumento nacional y con casi siglo y medio de existencia, se puede visitar por dentro (7 euros). Aquí se realizan muchas de las recepciones oficiales debido a la elegancia de sus salas interiores.

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Desde aquí,vamos a subir la cuesta de la izquierda de la plaza para llegar hasta el cerro de los ahorcados (aquí se enterraban a los condenados a la horca), donde se encuentra la Iglesia de los Clérigos, otro de los grandes símbolos de Oporto. Es la torre más alta de todo Portugal, con 76 metros de altura, y son más de doscientos escalones los que debes ascender para llegar a su cima (la entrada es gratuita). Sin duda, este bonito templo es uno de los ejemplos más hermosos del barroco portugués.

Oporto

A sólo cinco minutos andando de la iglesia, en la Rua das Carmelitas (no tiene pérdida,a sus puertas siempre hay un montón de gente) se encuentra otro de los rincones más especiales de Oporto: la librería Lello e Irmao. Considerada la más bonita de toda Europa, en un edificio neogótico de hace más de un siglo, de dos plantas unidas por una escalera de madera espectacular, se encuentra siempre llena de visitantes y clientes, atraídos aun más a esta maravilla por servir de inspiración para la autora de Harry Potter. Esta última vez comprobamos que ya no permitían fotografiar el interior (normal,estarían hartos de que la escalera se quedara colapsada), así que os subo foto de una visita anterior. Recuerda ¡importante! que cierra los domingos, no vayas a perder la oportunidad de visitar un lugar de auténtico cuento de hadas!! (* Actualización: ahora cobran tres euros por entrar, te los descuentan si compras algún libro).

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Desde aquí vamos a volver a la calle de nuestro hotel, Rua Santa Catarina, una larguísima avenida que constituye la calle más comercial de toda la ciudad (peatonal en buena parte).Y es que aquí se encuentra el preciosísimo Cafe Majestic, el más bonito y elegante de todo Portugal. Abierto desde 1921, que ya son años, aquí se han reunido durante décadas intelectuales, escritores y artistas de todo tipo (algo así como nuestro Café Gijón). En los locos años 20, durante la Belle Epoque, cuando se llamaba Cafe Elite y recien inaugurado, vivió su época de mayor esplendor, siendo el primer café de la ciudad…¡que permitía la entrada a las mujeres! Luego entró en una larguísima etapa de decadencia, llegando incluso a declararse en quiebra, pero las autoridades de la ciudad, afortunadamente, se dieron cuenta de que era un edificio emblemático y decidieron forzar su reapertura, que se produjo hace 19 años.

Con una decoración interior soberbia, donde abundan los espejos y cuya estrella es un piano que a veces se usa y otras no, es cierto que los precios son caros para lo que es Portugal (2 euros un café) pero es muy comprensible viendo la importancia del sitio. Conseguir mesa puede convertirse en una odisea los fines de semana pero si lo logras, no te vayas sin probar las deliciosas natas, uno de los dulces más famosos de Oporto. No es de extrañar que aqui se pasara tardes y tardes escribiendo la saga de Harry Potter la inglesa J.K. Rowling, que pasó un tiempo viviendo aquí, inspirando sus tierras de fantasía en los callejones entrañables de Oporto.

Majestic Café

También en Rua Santa Catarina se encuentra el animado Mercado do Bolhao, el más importante de la ciudad, con un ambiente muy nostálgico. Y te voy a recomendar en esta misma calle, en el número 1028, el restaurante O Forno. Super recomendable. Como fuimos a cenar y estábamos bastante llenos aún de la comida, sólo tomamos un plato por persona (dorada al horno y ensalada de frutas), con media botella de Oporto y los cafés, 20 euros todo.

Para seguir con el tema gastronomía, uno de los grandes atractivos de Portugal,un dato muy significativo: los menús del día,con postre,vino y café incluídos, cuestan ahora mismo sólo 5 euros, sales hasta arriba y encima es comida casera, por lo que de verdad, merece mucho la pena que comas en bares de toda la vida, que no por modestos está peor la comida que los que te clavan en la ribera del Duero, sólo unas calles más para abajo. Este es el caso del restaurante O Caravela da Ribeira, un sitio muy humilde pero donde la comida está tremenda (Rua Mouzinho da Silveira 124, está bajando desde la Estación de Sao Bento). Repito que el precio fue 5 euros por menú y tomamos crema de verduras y luego tortillitas de bacalao con ensalada y tripas,el plato más típico de Portugal junto a la francesinha (para mi gusto, muy empalagosa) y que estaban de muerte, son una versión portuguesa de los callos madrileños.

Otro de mis restaurantes favoritos en Oporto, al que he ido varias veces, es Abadía do Porto. Decorado en plan medieval, con la estatua de un monje dándote la bienvenida en la puerta, el precio medio con vino suele ser de entre 20 y 25 euros por persona, caro para Portugal, baratísimo para España. Sus platos estrella, el pulpo,el bacalao al lagareiro ,el cabrito asado y sus postres. Se encuentra al final de una calle pequeñita que sale desde Rua Santa Catarina, en Rua Ateneu Comercial do Porto 22. Hay siempre un montón de gente y a veces te toca esperar cuarto de hora tomándote una cerveza Sagres pero cuando he ido lo he hecho sin reserva previa, aunque fuera fin de semana.

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Siguiendo por la zona centro, de camino a la Catedral puedes pasarte un rato por la preciosa Estación de Sao Bento. No sólo salen desde aquí trenes para el resto del país y España, también es preciosa por dentro, con las fachadas interiores cubiertas de azulejos. Los azulejos son una de las marcas más representativas de los portugueses pese a que su uso lo extendieran los musulmanes (en Lisboa incluso existe un Museo del Azulejo) y probablemente Sao Bento sea una de sus mejores pruebas.

Y llegamos a la Catedral de la Sé, el templo religioso más importante de Oporto y cuya construcción comenzó hace más de 800 años. A lo largo de su historia ha sufrido varias reconstrucciones,por lo que en ella se funden el románico, el barroco y el gótico. La visita es gratuita (3 euros si quieres acceder al claustro) y ofrece unas vistas magníficas del centro histórico. Junto a ella se encuentran las antiguas murallas,que han sido construidas y reconstruidas desde la época de los romanos.

Vistas de la Catedral de la Sé

Catedral Oporto

De camino de la Catedral a la otra gran iglesia de Oporto, la de San Francisco, es una delicia pasear por ese laberinto de callejones empedrados,tortuosas subidas y bajadas,que es el centro antiguo. De hecho,su belleza es tal que fueron declarados Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Esta zona apenas ha sido reformada,por lo que mantiene intacto su encanto con sus balcones llenos de flores, sus fachadas desconchadas, su ropa tendida en las ventanas…

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La Iglesia de San Francisco fue, como su propio nombre indica, levantada por la orden franciscana en 1245. En su interior acumula tanto oro (casi 300 kilos de polvo de oro) que durante años se cerró al público pues se consideraba ofensiva tanta ostentación con la pobreza que sacude al país. Entrar cuesta 3,50 euros y merece un montón la pena, en la planta inferior hay catacumbas donde reposan miles de huesos humanos. Muy tenebroso todo.

Y hablando de temas tétricos (los portugueses son muy religiosos y dedicados en el culto a sus muertos) otra visita que te recomiendo es la del Cementerio de Agromonte. Construido hace siglo y medio debido a un brote de cólera (antes se enterraba a la gente en las iglesias pero la epidemia colapsó las tumbas), es uno de los lugares de Oporto donde mejor se expone la antigua grandeza lusa, cuando Portugal era dueño de medio mundo. Lo que han cambiado los tiempos.

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La parte más bonita de la ciudad, la ribera del Duero, el hermosísimo Barrio de Ribeira

Ribeira Oporto

Esta zona es la más turística por varios motivos. El más evidente: es preciosa. Segundo, en la otra orilla se «sale» ya de Oporto para pasar a Vila Nova de Gaia. Para hacerlo, cruzas el puente en dos minutos y ya estás en la zona de las prestigiosas bodegas de Oporto. Si tienes la suerte de que luzca el sol, es una delicia dar un paseo por ambas riberas. En la Plaza de la Ribeira puedes tomarte en las terrazas un par de cervezas SuperBock mientras admiras el río y el paseo de los transeuntes. Sin embargo, y pese a que esté lleno de restaurantes, no te recomiendo esta zona para quedarte a comer; son los más caros de la ciudad y no os creáis que, como os comentaba antes, la comida es mejor que en chiringuitos más escondidos.

Una de las cosas que te recomiendo no perderte es un crucero por el Duero en un rabelo, esos barcos que veis ahí abajo y que aunque antiguamente servían para transportar los toneles de vino, hoy en día se usan para paseos para visitantes. Son bastante baratos, salen a menudo y puedes contratarlo con una visita conjunta a las bodegas. Hay varios chicos repartiendo panfletos de sus ofertas de 2×1, viajecito + bodegas, y si no recuerdo mal, no llegamos a pagar ni diez euros por todo.

Para cruzar a Vila Nova, el paso obligado es el majestuoso Puente de Luis I, diseñado por un discípulo del creador de la torre Eiffel. En la entrada del puente parte el Funicular dos Guindais que une la Avenida Gustavo Eiffel con Largo 1º de Dezembro, en lo alto de la ciudad.

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Vila Nova de Gaia no pertenece a Oporto,aunque lo parezca, es otra ciudad independiente. Aquí se hallan algunas de las bodegas más importantes del mundo, caso de Sandeman, Ferreira, Calem o la que nosotros visitamos, Offley. La curiosa particularidad del vino de Oporto, lo que le da ese sabor tan característico, es el uso de aguardiente en su fermentación (se empezó a utilizar esta técnica para que el vino no se estropeara en las largas travesías en barco).

El funcionamiento de las bodegas es muy similar entre unas y otras asi que con que visites una, es más que suficiente. La Offley es inglesa y una de las más antiguas de Europa (se fundó en 1737). Recorrerás junto a un guía todo el recinto, explicándote en cada estancia cómo este proceso de artesanos refinados se lleva a cabo, para darte una degustación al final de un tinto y un blanco. Mirad que yo no soy tampoco muy «vinera» pero es que en Oporto es pecado mortal no elegir un buen vino en cada comida o cena. Así que con una buena copa ¡brindemos por Oporto, sus vinos y sus gentes!