En mi primer viaje a Tailandia, hace ya once años, dejamos un tercio del viaje, una semana más concretamente, para el norte del país. No volví a ir en mis otros dos viajes posteriores y era algo que tenía muy en mente hacer ahora que planificaba este cuarto viaje tailandés. Con diferencia, el norte era lo que más me había gustado del país y tenía muchas ganas de volver a disfrutarlo.  Además, esto me permitiría incluir en el itinerario la zona de Chiang Rai y el Triángulo de Oro, que me había quedado pendiente en anteriores visitas. En cuanto a Chiang Mai, me dejó tan enamorada la primera vez que estuve que no veía la hora de regresar.

Veníamos de Camboya con Air Asia, previa escala en Bangkok. Si vuelas desde la capital, comentarte que cogiéndolo con tiempo, puedes encontrar billetes por unos 70 euros ida y vuelta y te ahorras el palizón de un montón de horas de autobús. En mi primer viaje yo no tomé ese vuelo directo ya que fui en tren hasta Ayutthaya, donde estuvimos visitando las antiguas ruinas y dormimos allí, luego fui en autobús a Sukhothai y desde allí cogimos un vuelo con Bangkok Airways. Pero si tu intención es ir desde Bangkok a Chiang Mai, como te digo la mejor opción es con Air Asia (y además la más económica): en poco más de una hora estás allí.

Chiang Mai

En esta ocasión el hotel que habíamos reservado nos incluía la recogida gratuita en el aeropuerto, por lo que cuando llegamos, ya nos estaban esperando con la furgoneta. Buenísima elección  el Opium Hotel : 38 euros la habitación doble con desayuno buffet incluido. Habitación grandísima, piscina, aire acondicionado y personal muy amable. Aunque está algo retirado del centro, para movernos por Chiang Mai utilizábamos los songthaews rojos, unas furgonetas con las que apalabras donde quieres que te lleven. El precio oficial por trayecto son 30 baths: no pagues ni uno más. Lo comento porque  a nosotros, al ver que éramos extranjeros, siempre pretendían cobrarnos el triple. La solución es tan sencilla como que digas que hasta luego, que te buscas otra: al minuto te dicen que subas y que pagues los mismos 30 baths que pagan los tailandeses.

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Chiang Mai es una ciudad bastante pequeña (nada que ver con Bankok pese a que sea la segunda ciudad más importante de Tailandia) pero que esto no te engañe a la hora de planificar tus visitas ya que cuenta con más de 300 templos. La Ciudad Vieja, totalmente amurullada y rodeada por un foso, es la que acoge la mayor parte de los edificios históricos. Tampoco te confíes con lo de que Chiang Mai esté al norte respecto a lo que clima se refiere: en pleno Diciembre hacía un calor que sobrepasaba los 35 grados. Pese a ello, aconsejo conocer la ciudad caminando y cuando veas que no puedes más y necesitas una parada, te sientas a tomarte un refrescante batido de frutas, que son baratísimos (20 baths) y están de fábula.

Antes de entrar en el casco histórico, déjate llevar por las orillas del río: estás a sólo diez minutos del centro y es una delicia pasear por la ribera al atardecer. Son muchos los restaurantes que preparan las terrazas para poder cenar al aire libre y no pocos los barcos que ofrecen cenas mientras navegas tranquilamente. Antes de ello puedes darte una vuelta por el mercado de Warorot (o como lo conocen los locales, Kad Luang) y donde principalmente venden productos frescos.

Mercadillos de Chiang Mai: toda una experiencia

Chiang Mai

La mejor forma de acceder a la Old City es por el este, a través de la Tha Pae Gate, la puerta principal de la muralla que aún protege al casco antiguo y que en el pasado sirvió para repeler los ataques del imperio mogol. Este es el rincón con más vida de Chiang Mai, ya que no sólo se concentran en sus alrededores la mayor parte de los hoteles y guesthouses, por lo que es un trasiego continuo de turistas, sino que si vienes un sábado por la tarde, verás que siempre hay un grupo tocando en directo. La zona se llena de puestos de comida improvisados y puedes traer tus bebidas desde los bares cercanos: la mejor forma de gastar aquí el fin de semana.

Escoger un puñado de templos entre todos los que visitamos es tarea ardua. Podemos comenzar nuestra visita por el templo Wat Chedi Luang, que a mí particularmente es uno de los que más me gusta. Construido a finales del siglo XIV durante el reinado de Saen Muang Ma, fue en su momento el hogar del Buda Esmeralda que hoy se exhibe en el Wat Phra Kaew de Bangkok, considerado el más sagrado del país: ahora lo que aquí se expone es una réplica de jade, justamente para conmemorar los 600 años que ha cumplido el templo.

Wat Chedi Luang

En la antigüedad seguramente fue la mayor construcción religiosa de Chiang Mai y tenía una altura que sobrepasaba los 80 metros. Seriamente dañado por un terremoto en 1545, fue restaurado gracias a la financiación de la UNESCO y el gobierno de Japón. Su ubicación correspondía a lo que en el pasado se entendía como el centro del universo (es decir, del imperio dominante entonces, el Lanna). La leyenda cuenta que si alguna vez se derrumba el árbol que protege el edificio principal, esto conllevará multitud de catástrofes para la ciudad.

Wat Chedi Luang

Wat Phabong

Wat Phabong

Wat Phabong

Wat Phra Singh, del siglo XIV, es con diferencia el templo más visitado de todo Chiang Mai. Conocido también como el Templo del Buda León, tiene una actividad constante, no sólo por la afluencia de turistas y creyentes sino también porque son cientos los monjes y novicios que viven aquí. Fue uno de los templos más importantes en la época en que Chiang Mai era capital del imperio Lanna y esta relevancia se ha mantenido hasta nuestros días.

Wat Phra SinghEl elemento más antiguo del complejo data de 1345 y es el chedi donde el rey Pha Yu guardó las cenizas de su padre. Los chedis, también llamados estupas, son estructuras donde antiguamente se conservaban reliquias de Buda y posteriormente los restos de monarcas o monjes importantes: la estupa más grande del mundo, la de Phra Pathom , con 127 metros de altura, se encuentra precisamente en Tailandia, en la provincia de Nathom Pathom.

Otra de las piezas imprescindibles en los complejos religiosos tailandeses es el viharn: puede haber más de uno en un mismo recinto y durante los primeros tiempos del budismo nacieron para dar cobijo a los monjes que estaban de viaje. Ahora son usados para celebrar ceremonias religiosas y que los fieles se acerquen a orar. Generalmente están rodeados por una galería con varias imágenes de Buda. Uno de los viharn del Wat Phra Singh es el Lai Kham y se cree que el Buda que se halla en su interior fue traído de Sri Lanka. En el mes de Abril, durante el festival de Songkran (conocido mundialmente porque los ciudadanos de Chiang Mai se lanzan cubos de agua), la imagen es sacada en procesión por las calles de la ciudad. Pero el viharn más importante es el de Luang (que fue reconstruido a principios del siglo XX) y que acoge un gigantesco Buda de oro.

Wat Phra Singh

El Wat Pan Waen es uno de los templos escondidos donde apenas encontrarás turistas y donde se dan algunos de los mejores masajes del norte del país

Wat Pan Waen

Wat Chiang Man es el templo más antiguo de Chiang Mai (1296): el rey Mengrai lo utilizó para supervisar la construcción de la nueva ciudad. El Chang Lom Chedi es sustentado por 15 elefantes de piedra. El Wat Prasat tiene la particularidad de contar con un pequeño túnel que conecta el viharn con el chedi mientras que el Wat Suan Dok (el Templo del Jardín de Flores) no sólo fue en el pasado el jardín de los monarcas sino también uno de los templos con un mayor número de chedis: a principios del siglo XX, a petición de la princesa Dara Rasmi, fueron aquí trasladadas las cenizas de varios miembros de la familia real.

Wat Fon Soi

Wat Fon Soi

Wat Jet Yod, con sus siete chedis en la cima, recuerda vagamente a los templos hinduistas: se cree que se inspiró en el templo Mahabodhi de Bodh Gaya (India). El Wat Inthakin luce mucho más bonito de noche que de día, el Wat Phuak Huong tiene una curiosa estupa circular y el Wat Lok Molee ha sabido conservar esa paz en su interior que le aísla del tráfico cercano. Y estos son sólo una breve muestra de los templos que visitamos: como os comento, el patrimonio artístico y religioso de Chiang Mai en lo que a templos se refiere parece no acabarse nunca.

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Una de las visitas imprescindibles en Chiang Mai, en realidad la más importante de todas, es la del Doi Suthep, que se encuentra a las afueras de la ciudad. Ni se os ocurra coger una excursión organizada, podéis hacerla perfectamente por vuestra cuenta. Hablamos con uno de los conductores de las furgonetas rojas para cerrar un precio pero como nos faltaban pasajeros y escuchamos a unos chicos hablar en español, les preguntamos si se venían con nosotros. Eran dos parejas de Málaga, simpatiquísimos, y como era su primera vez en Tailandia, les estuvimos dando un montón de consejos. Al final regateamos con el conductor y nos dejó el acercarnos en coche a unos 200 baths por cabeza. Teniendo en cuenta que aunque se encuentra a sólo 15 kilómetros de Chiang Mai, la subida a la montaña se hace interminable y que entre unas cosas y otras gastas unas cuatro horas, habíamos quedado más que satisfechos con el trato.

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Ya que íbamos a ver el Doi Suthep, aprovechamos antes para entrar en el Bubhing Palace, el palacio donde la familia real se escapa en el verano huyendo de los calores abrasadores de Bangkok y donde se aloja a las personalidades extranjeras que visitan el norte del país. Recuerda que has de vestir apropiadamente para que te dejen entrar, es decir, nada de hombros descubiertos ni piernas al aire.

PC101268_Easy-Resize.comDentro del recinto, que es grandísimo y está escondido entre la frondosa vegetación  de las montañas, podremos encontrar diferentes edificios como el Ruen Peek Mai, donde se aloja la princesa Chulabhorn, el Ruen Rab Rong, destinado a los mandatarios de otros países y donde se celebran las cenas de gala, , el propio Bubhing Palace (que se construyó en sólo cinco meses y cuyos primeros huéspedes fueron los reyes de Dinamarca), el Pha Mon Pavilion, tan similar a las cabañas de madera de teca de las aldeas cercanas, la mansión Ohrueska Wisuthikhun y el Suan Suwaree, un bellísimo jardín de rosas. Los monarcas también cuentan con un templo de uso particular, el Hor Phra.

PC101258_Easy-Resize.comTodo el entorno que rodea al templo Doi Suthep es tan bonito que desde el año 1981 está considerado Parque Nacional. Son casi 300 kilómetros cuadrados de naturaleza en estado puro a los que no logra restar ni un gramo de encanto la cantidad de turistas que aquí se congregan. El bosque, coronado por el monte Doi Pui y plagado de bellas cascadas como las Mae Sa o las Monthathan, alberga en su interior uno de los templos más visitados de Tailandia: el Doi Suthep. Y no sólo por los turistas, también por miles de peregrinos que llegan aquí desde todas las partes del país, especialmente durante las festividades de Makha Bucha en Febrero.

Doi SuthepPresidido por una gigantesca estupa dorada de 24 metros de altur, el templo brilla en lo alto de la montaña como si fuera un diamante. Quizás su aislamiento ha aumentado la sensación de misterio que uno experimenta cuando sube esas empinadas escaleras de más de 300 peldaños y se ve rodeado de grupos de fieles que se descalzan para ofrecer sus plegarias. Considerado uno de los lugares más sagrados del budismo, su origen se explica en una reliquia, un hueso que según cuenta la leyenda pertenecía a un hombro de Buda. El hueso se convirtió en dos cuando se trajo a esta zona y un elefante blanco eligió el lugar donde debería construirse el Doi Suthep. En homenaje a dicho elefante hay una estatua que veneran miles de budistas.

Doi Suthep

La parte superior del templo, la terraza desde donde se obtienen las mejores vistas de Chiang Mai y el valle de Ping, está cubierta de árboles que incrementan la sensación de frescor (¡y cómo se agradece!). Es costumbre que los niños presenten sus respetos al dragón-guardián al que se conoce como «mamá». Ya en lo alto, las sombrillas de oro simbolizan la independencia del reino Thai y su desligamiento de Birmania.

El complejo está lleno de pagodas, pabellones y estatuas. El edificio más importante es el Phra Ubosot, donde se ordena a los monjes y donde una serie de pequeñas camas intentan atraer a la buena suerte. En los murales podremos ir viendo, como si de un cuento se tratara, el relato de la vida de Buda antes de convertirse en un dios y en un pequeño museo se exponen reliquias, fotografías y se repasa la historia de estos casi 700 años de vida del Doi Suthep. También hay un pequeño pabellón dedicado para la meditación y que pueden usar tanto tailandeses como extranjeros.

Doi Suthep

Si hay un lugar en Tailandia donde merece la pena dejarse el dinero en compras, no sólo por la variedad de los productos sino por lo bajos que están los precios, este es Chiang Mai. Sus mercados son con diferencia los mejores del país, teniendo en cuenta que además vienen muchos vendedores de las tribus de las montañas a exponer sus productos artesanales. El más importante de estos mercadillos es en Night Bazaar, el Mercado Nocturno, que se celebra a diario en la interesección de Chang Khlan y Loi Khro a partir de las seis de la tarde (los vendedores suelen aguantar hasta las doce de la noche). Ropa, jabones, bisutería, seda tailandesa, souvenirs de todo tipo, cuadros, maletas… cualquier cosa que busques, la vas a encontrar aquí. El regateo se hace imprescindible: no compres nada hasta que hayas dado unas cuantas vueltas y hayas comparado precios entre unos puestos y otros (ya te dimos unas cuantas recomendaciones para las compras en Asia en el artículo Cómo disfrutar los mercados asiáticos como si fueras un local).

En la vida he visto unas chanclas más horribles que las que veis aquí abajo: las novedosas sandalias-pescado. Sin palabras.

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Si puedes da un paseo por Kalare Night Bazaar, una pequeña calle cubierta al final del mercado donde artistas locales exhiben su obra. Al lado está Hilal Town, la esquina donde se agrupan los puestos musulmanes (también hay una mezquita, la Masjid Hidayatul) y donde se especializan en cocina árabe. En el centro comercial Pantip Plaza están especializados en electrónica si quieres echar un ojo. También hay mucha gente que se acerca a los cabarets cercanos para ver los espectáculos de transexuales, muy populares en esta zona (¡ojo! son transexuales, no prostitutas, que todavía hay mucho turista gañán que les falta el respeto).

Ya que estás en el Night Bazaar, te aconsejo que aproveches para cenar aquí. Puedes tirar de los puestos callejeros pero es mejor ir al Anusarn Market, donde cada noche decenas de tenderetes de comida de todo el mundo (halal, china, japonesa, turca… ¡todo lo que imagines!) ofrecen sus menús por precios bajísimos. Nosotros aprovechamos para comernos unas brochetas de carne de cocodrilo sabrosísimas. Además, hay mesas para que te sientes y cenes tranquilamente.

Pero este no es el único mercado callejero que podrás disfrutar en Chiang Mai. Es más, te animo a que descubras otros mucho menos turísticos, como el que cada sábado se organiza en la calle Walai, cuando esta se convierte en zona peatonal: suele comenzar sobre las cinco y cerrar a las once de la noche. Hay mucho local y poco turista: aquí apenas encontrarás stands con camisetas con el logo «I love Thailand» y sí mucho producto artesanal, por eso insisto en que este mercadillo es mucho más auténtico. Hay también muchísimos puestos de comida especializados en cocina del norte de Tailandia, por lo que también es buena idea quedarse a cenar. Buena ocasión para catar uno de los platos típicos de Chiang Mai: el khao soi.

En añadidura, aquí tienes el precioso Wat Sri Suphan, el Templo de Plata, para mí uno de los más bonitos de toda Tailandia

Wat Sri Suphan

Otra zona que a veces parecen olvidar los turistas (casi mejor para ti) es la de Nimman Road, donde se encuentra el templo Wat Suan Dok y donde se codean los centros comerciales más fashion como el Maya Mall con mercadillos low-cost como el Kad Na Mor, el Mercado de los Estudiantes.

Como yo he estado más de diez años practicando artes marciales, para mí lo del muay thai es un imprescindible cada vez que vengo a Tailandia. El mejor lugar para ver combates es Chiang Mai (más incluso que Bangkok), con mucha mayor tradición y gimnasios por doquier: viene gente de todo el mundo a practicar (y presenciar) un deporte único. En Chiang Mai hay combates en diferentes partes de la ciudad todas las noches: nosotros escogimos el Chiang Mai Boxing Stadium. Reservamos las entradas en el mismo hotel y además nos venían a recoger y luego nos traían de vuelta (precio 600 baths por persona).

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Asistir a un combate de muay thai, el boxeo tailandés, es toda una experiencia ya que para los thais no es sólo un deporte sino una forma de vida y el mayor orgullo nacional. Hablamos de un deporte con más de 2.000 años de vida, que practicaban los monjes en la antigüedad y que a día de hoy ha convertido en auténticos héroes a los boxeadores. Los niños tailandeses no quieren ser como Messi, quieren emular a esos campeones nacionales que apenas miden metro y medio. De hecho, la noche que fuimos al estadio los primeros combates eran protagonizados por chavales de doce o trece años (luego ya iban llegando los de los adultos).

Habrá gente que diga «¡qué barbaridad!», probablemente los que no han practicado un arte marcial en su vida. En una década haciendo artes marciales (ya os he comentado alguna vez que tengo el cinturón negro de karate shotokan), sólo tuve una lesión, cuando me rompí un dedo, y ni siquiera fue durante un combate. Los luchadores (y luchadoras) de cualquier arte marcial siempre vamos muy protegidos, con rodilleras, protectores bucales o en el caso de las chicas petos para el pecho. Son deportes de contacto, no de agresión sin control (que, de hecho, es penalizada) y desde fuera parecen mucho más violentos que lo que realmente son. Al contrario que en otros deportes, en las artes marciales se da una importancia extrema, más incluso que a la parte física, al lado espiritual, anteponiendo ante todo el respeto al contrincante y descartando el abuso. Por ello, antes de criticar, mucha gente debería conocer la filosofía y ética que hay detrás de las artes marciales, un mundo apasionante.

Hay que reconocer, eso sí, que los combates de muay thai en Tailandia tienen un aire bastante sórdido, con mucha gente gritando mientras hacen sus apuestas y agitando fajos de billetes a la vista de todo el mundo. Pero creo que precisamente ahí radica parte del encanto de este tipo de espectáculos, por no hablar de los bailes ceremoniales que hacen los luchadores cuando suben al ring. Lo más gracioso de todo es que antes del combate se les hace entrega de unos collares de flores y uno de los responsables del evento, al ver que éramos extranjeros, nos ofreció subir a la lona a entregárselos nosotros. Menuda escena más surrealista, nosotros siempre nos volvemos a casa con un montón de anécdotas de estas que dices «¿en serio?». Pero si no nuestros viajes no serían así de especiales… ¡y eso nos encanta!

 

 

 

8 comentarios

  1. Muy buen artículo. Y oye, las chanclas-pescado son super frikies, ¡no están tan mal!!
    Iré a Tailandia en 2019, tomo nota de todo.

  2. Estupendo el artículo, nos viene de perlas para nuestra visita de este verano (estaremos dos días y medio). Y me encantan las chanclas-pescado, creo que ya tengo regalo para la familia….

  3. Que maravilla ! Me acabo de leer todas tus entradas de Thailandia y me encanta !! Otro viaje que me apunto …

  4. Hemos estado hace unos meses en Vietnam y Tailandia caerá en otro momento, seguro. Tomamos nota. Gracias!!

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