Este es uno de esos artículos que te tiras unos cuantos días pensando si publicar o no. Luego piensas que no hay nada en esta vida más honesto que la coherencia y que si por algo he querido que se caracterice el blog en todo este tiempo que llevamos en la red es por la sinceridad absoluta. Los que me seguís habitualmente sabéis que no sólo me limito a narrar mis viajes sino también a subir muchos artículos con reflexiones acerca de todo lo que rodea al mundo de los viajes (y los factores son infinitos). Decir lo que mucha gente piensa y no se atreve a decir «porque no es lo políticamente correcto» es algo que todos deberíamos practicar más a menudo, no sólo por nosotros mismos sino por los demás. Si quieres tener una legión de seguidores a los que les importe lo que cuentas (y que de paso les anime a reflexionar sobre ciertas cosas) ve con la verdad por delante. Como lectora que soy de otros blogs, como todos vosotros, me gusta que cuando entro en uno, su autor se muestre a cara descubierta, aunque esto sea a riesgo de decir cosas con las que mucha gente probablemente no estará de acuerdo. Si llevas un blog, que no te tiemble el pulso a la hora de publicar un artículo, por muy polémico que este pueda parecer a priori. Lo bonito de la libertad de expresión es que todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión. Y de todas se aprende. Aunque no las compartas. Buena prueba es uno de los artículos que escribí hace unas semanas, Odiamos volar con Ryanair (pero todos seguimos haciéndolo) . Ha sido con diferencia mi artículo más leído en los últimos tiempos y el más compartido, con defensores y detractores a partes iguales. Y para eso lo escribí, para que cada uno aporte su granito de arena.

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Instagram (y el uso que se está haciendo de dicha red en lo que a viajes se refiere) era un tema al que llevaba bastante tiempo deseando dedicar un artículo. El «empujón» final me lo dio una bloguera a la que tengo bastante respeto por la honestidad de sus opiniones, Noelia, creadora del blog Con dos tacones . Hace sólo unos días subió un artículo acerca de los sorprendentes cambios que Instagram va a realizar en su algoritmo para controlar lo que ves en tu página de inicio y los que no. De ellos, y de los que también va a hacer Facebook, hablaremos hoy. Pero comencemos por el principio…

Por qué me abrí una cuenta en Instagram (y esta no era una cuenta personal)

Instagram era la última red que me faltaba tener asociada al blog. Hasta entonces había funcionado perfectamente con mis otras tres redes sociales, Facebook, Twitter y Google. Pero varios amigos bloggers me insistían en que contar con un Instagram activo era fundamental para el desarrollo del blog. Yo, sinceramente, no lo veía tan claro. El grueso de mis seguidores, y hablo de un porcentaje bastante alto, de más del 80%, viene de mi lista de suscriptores, de mis seguidores de Word Press y, sobre todo, de la gente que me encuentra gracias a Google, le gusta mi contenido y acaba suscribiéndose a mi newsletter. No veía muy necesario lo de mantener abierta una red más que me robara tiempo libre. Pero tanto me insistía otra gente que al final decidí que Mil y un viajes por el Mundo también tuviera presencia en Instagram. De ello, si no recuerdo mal, hace año y medio. Parecía que hubiera llegado tarde a la fiesta del domingo y, sin embargo, tenía la extraña sensación de que tampoco me había perdido tanto.

Algo que tuve claro desde el principio es que, como en Twitter y Google, mi cuenta no sería personal sino del blog. De hecho, la única cuenta personal que tengo en redes es la de Facebook, la tengo en privado y cada vez la uso menos. Quería que Instagram fuera una ventana al mundo de mi blog, no de mi vida personal. Respeto que haya un montón de gente que no le importe, y que incluso disfrute, mostrando al universo su foto cuando se acaba de levantar pero no era mi caso. Creo que la intimidad es algo maravilloso que se ha ido perdiendo con la aparición de las redes sociales y cada vez hay menos hueco para preservar lo que sólo quieres guardar para ti y tus seres queridos. Cuando veo gente que tiene miles de contactos y les cuentan sus penurias sin ningún tipo de miramiento, me imagino a esa misma gente en mitad de una discoteca abarrotada con un megáfono relatando sus problemas a un montón de desconocidos. Yo no quería eso. Mi cuenta de Instagram iría asociada a mi blog y no a mí: las cosas buenas que ocurran en mi vida sólo me gusta compartirlas con gente a la que aprecio. Soy así de rara. Por lo tanto, como en Twitter, la mayoría de mis contactos serían relativos a los viajes, casi todos ellos blogueros como yo. Si os soy sincera, apenas presto atención a lo que suben mis amigos personales en Instagram: estoy en contacto con ellos de otras maneras más productivas. En persona, sin ir más lejos.

Instagram ¡hola! ¡ya estoy aquí!

El funcionamiento de Instagram parece sencillo: sólo has de subir una foto y que los demás la vean. Sin embargo, a mí este planteamiento, llevando un blog, se me hacía demasiado simple. A mí lo que me gusta es escribir, soy más de letras que de imágenes e Instagram en ese aspecto me parecía (y me sigue pareciendo) bastante pobre. Aún así, creo que es una gran herramienta si te pasa como a mí, que te encanta descubrir lugares nuevos y en ese sentido otros bloggers me llevaban a un montón de rincones de los que desconocía su existencia. Gracias a los hashtags, que sí me parecen una herramienta realmente útil y que utilizo bastante, descubría nuevas cuentas de gente que viajaba por el mundo y que me inspiraba a la hora de barajar nuevos destinos. En ese sentido Instagram puede llegar a ser muy gratificante: sólo has de escribir la etiqueta #viajes y ahí te aparecen un montón de personas disfrutando de un pueblecito de Palencia del que no habías oído hablar en la vida y que te puede solucionar la excursión del próximo fin de semana.

El lado oscuro de Instagram

Aunque en un principio Instagram sí me parecía motivador en ese aspecto que os he comentado, sin embargo con el paso del tiempo me comenzó a entrar la sensación de que estaba ante una red bastante superficial en la que se maquillaba (mucho) la realidad. Entraba en cuentas con unas fotos maravillosas y me decepcionaba percatándome de que dichas cuentas no estaban asociadas a ningún blog, que nadie relataba esos viajes, que estaba ante meros álbums de fotos en los que la gente se limitaba a decir lo bien que se lo estaba pasando. Yo necesitaba información, consejos y sugerencias e Instagram no me lo proporcionaba. Cuando alguien subía una foto, la mayoría de los comentarios se resumían en un «qué guay» o «me encanta», cuando yo lo que esperaba era que alguien comentara que había estado en tal hotel en esa zona o que había descubierto un restaurante de lo más interesante. Datos, datos, datos. Y estos apenas aparecían por ningún lado.

Paralelamente a ello, comencé a toparme con un curioso fenómeno: muchas fotos apenas tenían que ver con la realidad. Se utilizaban millones de filtros (hay fotografías que parecen dibujos de comic) y en cuanto algo se ponía de moda, la originalidad brillaba por su ausencia. Murad Osmann popularizó esas fotos con su novia en las que la fotografiaba por el mundo mientras le agarraba de la mano y de repente aparecieron millones de instantáneas que eran simples clones. Si visitabas el Taj Mahal, tenías la obligación de hacerte una foto en plan yogui, sentado meditando, si ibas a la playa, parecía más importante fotografiar tus pies, nadie podía comerse un helado sin retratarlo con un monumento de fondo (el helado también puede cambiarse por una copa de vino). Y qué me decís de las fotos de espaldas con un sombrero o pamela, que hay que ver la de sombreros que han vendido los chinos gracias a Instagram. Sombreros y vestidos vaporosos, que también son muy socorridos para las instagrammers. Parecía importar más la persona en sí que el lugar donde te encontraras. Cuando entro en una cuenta de viajes, me parece más interesante el monumento que está a tu espalda que tu cara. Y como a mí, le ocurre a mucha otra gente.  Casi que me gustaban más esas viejas fotos en la que posábamos con la familia en la playa junto al Seat 600. Al menos aquellas fotos eran más de verdad.

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¿Cuántos millones de fotos como esta habéis visto en Instagram?

La obsesión por los followers y los «me gusta»

Las redes sociales, qué duda cabe, son un vehículo necesario y tremendamente útil si quieres movilizar tu blog. Hoy en día todo el mundo tiene Facebook, Twitter e Instagram. Es bueno tener una presencia importante en las redes. Pero no a cualquier precio. Veo a gente que gasta horas y horas todos los días a la caza de seguidores, sin importarles lo más mínimo si a estos les importan sus contenidos o no: lo que prevalece son los números y que cuando entren en tu cuenta, quede claro que te siguen miles de personas. Los números sirven de poco si la gente no entra a leer tu blog, si no les importa lo que escribas. Hay muchos bloggers que se tiran semanas y semanas sin escribir un artículo interesante y sin embargo gastan horas y más horas a la caza de followers. ¿Para qué y de qué te sirve?¿Te lee más gente porque te sigan miles de personas o realmente es un deseo oculto de hincharte el ego?

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Pero el mayor problema no es ese (o al menos no es el único) sino lo que se han banalizado en muchos casos dichas redes sociales. Quedan lejos los tiempos en los que el viajero era alguien fiable: ahora lo que vende es promocionar tal o cual producto. Parece que hablar de la realidad de los viajes, de mencionar cuando regresas al hotel roja como un tomate (que es algo que a mí me pasa mucho) no mola y eso son cosas que sólo sufre la vulgar plebe. Pero en Instagram nadie quiere oir hablar de esas minucias. Lo que vende es el viajero que lleva una vida perfecta, como la pareja esa que cobra seis mil dólares cada vez que sube una foto en un hotel de Grecia. Los que pretenden convencerte de que es fácil dejar tu curro y ponerte a viajar por el mundo, que se lo digan a todas esas familias españolas en las que todos sus miembros están en paro. Me recuerdan a esos matasanos que hace un par de siglos vagaban de pueblo en pueblo con sus pociones maravillosas que hacían crecer el pelo y alargar el pene pero que en realidad no servían para nada.

Yo de mayor quiero ser influencer

Otro de los mitos que poco tienen que ver con la realidad pura y dura. La de los influencers. Quizás esa obsesión por los likes venga porque mucha gente secretamente a lo que aspira es a retirarse y a vivir del cuento, sin darse cuenta de que hay millones de personas que buscan lo mismo, como los que cada semana juegan a la Primitiva, a ver si hay suerte. Porque ser influencer te da derecho a todo, principalmente a echarle morro a la vida sin ningún tipo de escrúpulo. Hace poco me topaba con una noticia bastante curiosa en la que una tipa con 80.000 seguidores en Youtube, cuya cuenta nada tiene que ver con los viajes sino con mostrar fotos de su última operación de labios-chorizo-parrilleros y posados en bikini, decidía que por qué no sacarse unas vacaciones gratis y escribía al dueño de un hostal comentándole que «ya que iba a ir a Dublín con su novio a celebrar San Valentín, qué le parecía darle cinco noches gratis en su establecimento a cambio de publicidad». La respuesta del dueño no se hizo esperar y en pocas horas se hizo viral: si influencers como ella iban por el morro ¿quién iba a pagar los sueldos del recepcionista y la señora de la limpieza? Qué razón tenía este buen hombre. Y a freir espárragos que la mandó. Luego la pobre iba lloriqueando por los rincones, que se había sentido «ultrajada».

Hace poco también, una empresa demostró que crear un influencer ficticio no es tan difícil, sólo es cuestión de dinero y de echarle cara al asunto. Hay cantidad de páginas a las que si pagas, te dan a cambio miles de seguidores. Crearon una instagrammer falsa, cogieron un montón de fotos del mundo de bancos de imágenes para que pareciera que era una viajera experimentadísima y en sólo unos días ya tenían a varias marcas ofreciendo patrocinar sus productos. No os creáis que es el único fake que pulula por la red. Son muchos los instagrammers a los que han pillado photoshopeando y mostrando fotografías de lugares en los que no habían estado en la vida. O el caso tristísimo de Celia Fuentes, una conocidísima influencer que a través de Instagram iba vendiendo una vida perfecta y acabó ahorcándose con sólo 27 años, incapaz de aguantar la presión del aparentar a toda costa. O la de tantas parejas que sabes que se pasan la vida discutiendo y poniéndose los cuernos y luego se creen que todo se arregla subiendo fotos tan felices a las redes (que engañarán a los demás pero no a ellos mismos). Como veis, no todo lo que os encontraréis en la red es cierto: hay mucho cartón piedra.

Cuanto más tiempo pases en las redes sociales , mejor

Al parecer, ahora tanto Facebook como Instagram (que en realidad pertenecen a los mismos dueños todopoderosos) van a comenzar a cambiar sus algoritmos. ¿Qué significa esto? Pues que tú no tienes ni voz ni voto y vas a ver en tu página de inicio lo que a ellos le de la real gana. En el caso de Facebook, quieren anteponer las historias personales de tus amigos y familiares a la de las páginas que sigas, sin consultarte si te parece bien o no. En mi caso, me parece mucho más interesante la información y noticias que me proporcionan los periódicos que ver la foto de un colega comiéndose un chuletón en La Pedriza. Pero Facebook ha decidido que ese no es mi problema (ni el tuyo) y que ellos han de decidir por ti.

En el caso de Instagram, se baraja penalizar a los que no le den al «me gusta» a otras fotos o no hagan comentarios de más de cuatro palabras. Eso significa que si tu máxima aspiración en esta vida es conseguir seguidores a tutiplén, prepárate a pasarte buena parte del día dando likes a diestro y siniestro y haciendo comentarios intrascendentes. Yo me niego a  caer en algo así: me parece una estupidez. De hecho, como os comentaba antes, hasta hace un tiempo era una usuaria muy activa de Facebook, como muchos de vosotros. Hasta que me di cuenta de la cantidad de tiempo que perdía al día ojeando cosas que en realidad no me aportaban nada (¿vídeos de gatos? para eso disfruto de los míos). Reseteé mi cerebro y ahora apenas utilizo mi cuenta personal para nada que no sea subir artículos del blog o recomendaciones de lugares por donde estoy viajando. Si hace un tiempo me hubieran dicho que podría tirarme tres o cuatro días sin entrar en mi cuenta de Facebook sin que la echara de menos, me habría echado a reir. Y lo más curioso es que cuando entro, ni siquiera ojeo mi perfil o el de mis contactos, subo en cinco minutos la noticia del artículo que haya publicado a la página de Facebook del blog y hasta luego Lucas. Os aseguro que soy mucho más feliz desde entonces: tengo más tiempo libre para quedar con las amigas, ir al cine, leer, salir a dar una vuelta o hacer millones de cosas a las que antes no dedicaba tanto tiempo precisamente porque este lo estaba perdiendo en Facebook. Instagram y Facebook (o Facebook e Instagram, que tanto monta, monta tanto) es lo que quieren: que te pases el día conectado, pues a fin de cuentas es de lo que se nutren. ¿Se lo vas a permitir? Yo no.

¿Realmente necesitas instagrammear todo lo que te pasa a lo largo del día cuando estás de viaje?

El otro día leí un comentario que me dejó patidifusa: «¡me lo estoy pasando tan bien que se me había olvidado contarlo en Instagram!» A cuadros me quedé. Es el resumen perfecto para una situación tan cotidiana que ya nos parece de lo más normal. Y no lo es. Es lógico que si tienes una cuenta en Instagram intentes mantenerla actualizada. Pero esto no te obliga a que debas subir varias fotos al día, contando con todo lujo de detalles donde estás y qué es lo que estás haciendo. En mi caso, hay veces que me paso tres o cuatro días sin postear una foto (la mayor parte de las veces, sinceramente, se me olvida) y no me siento mal por ello. Cuando tengo un rato para meterme en internet, prefiero gastar mi tiempo preparando artículos como este, temas que puedan interesar a mis lectores, que gastando horas viendo fotos en Instagram. Ya bastante tiempo me lleva mantener un blog (que no es moco de povo) como para añadirle extras. Internet ha de ser un (pequeño) hobbie como otro cualquiera, no tu fuente principal de entretenimiento.

¿Cuánta gente conocéis a la que hace mil años que no veis y argumentan que a fin de cuentas «ya estáis en contacto por las redes»? El otro día le escuché comentar a un sociólogo que las redes unen a las personas pero también incrementan la soledad. Estoy totalmente de acuerdo. No puedes pretender que la vida cibernética sustituya a tu vida real. Ni sentirte con la obligación de postear continuamente o de apenarte porque no hayas conseguido todos los likes que esperabas ¿No te das cuenta de que es algo realmente insustancial, que no tiene la más mínima importancia? No vas a ser más feliz (ni menos) porque alguien te de unos cuantos me gusta: la felicidad se encuentra en otras cosas mucho más importantes a las que quizás no estás prestando la debida atención.

Instagram y la publicidad

¿Cuándo dejó de ser Instagram una red social para pasar a convertirse en el vehículo para promocionar productos? «Aquí estoy en el hotel @aguamarina, cortesía de la agencia @viajesmolones, con mis gafas @pelandrusca y mi crema solar @notequemes». Hay muchas cuentas así. Cada vez son más las personas que dejan la autenticidad a un lado para promocionar marcas, muchos bloggers de viajes los primeros. No sabéis lo cansino que es ir a cualquier red social y encontrarte con mil posts con la etiqueta #quieroquemetoqueunviajeaPuertoUrraco y que encima dichos bloggers pretendan que les tomen en serio. Es algo con lo que jamás se van a encontrar mis seguidores ni mis lectores. Al menos si pretendo mantener intacta mi credibilidad.

Cuando creé el blog, tenía muy claro quién era (y quién soy) y lo que pretendía: ayudar a los demás de un modo totalmente altruista. No aspiro, como hacen muchos, a que llegue el día en que pueda vivir del blog porque no es lo que quiero: soy feliz con mi vida, me gusta mi trabajo y aunque como a todos me gustaría poder disfrutar de más días de vacaciones, tampoco creo que salga tan mal parada teniendo todos los fines de semana libres, mes y medio de vacaciones y prácticamente casi todos los puentes del año. Es más, algunos de esos puentes hasta paso de viajar y disfruto quedándome en casa. No me siento mal por ello. Viajo cinco veces más que la mayoría de los españoles y aún así me gusta no sentirme obligada a nada sólo porque lleve un blog de viajes.

Molar o no molar: esa es la cuestión

Por último, está el tema de la competitividad porque sinceramente, me da mucha pena comprobar como esto parece cada vez más una merienda de negros (quitándole a la expresión todo su sentido peyorativo). Todo el mundo quiere ser el más leído, el más comentado, el que más países visite… ¡si hasta hace poco vi un artículo sobre una tipa que se jactaba de haber visitado todos los países del mundo antes de haber cumplido los treinta, aunque en muchos de ellos sólo había estado un día! ¿Ese es el modelo de viajero que se va a imponer en el futuro? ¿El que se tira tres horas retocando fotos en vez de disfrutar del lugar donde está de vacaciones? ¿El que busca la pose perfecta y se compra un armario nuevo para lucirlo luego en las fotos de viajes? ¿El que intenta engañarnos haciéndonos creer que duerme colgado de un arnés a 3.000 metros de altura o que en la muralla china está él solo? Eso no es lo que vas a encontrar en mi cuenta de Instagram. Mi aspiración en esta vida no es acumular países visitados como el que colecciona calendarios de bolsillo sólo para subir las fotos a Instagram, como si fuera una competición. Y, definitivamente, creo que tampoco debería ser la tuya.

48 comentarios

  1. Te encuentro toda la razón. Todos mueren por un like. Mejor pocos seguidores pero que lean ño que uno escribe

  2. Gracias por tu comentario, Alvaro. En ese sentido yo estoy muy contenta porque tengo bastantes seguidores y todos los días me llegan un montón de e-mails pero en base a mis artículos, no a mis fotos de Instagram, a las que sinceramente cada vez doy menos importancia. Prefiero dedicar más tiempo al blog y preparar artículos de calidad que perderlo en Instagram. Un abrazo!

  3. Me gusta mucho tu post! Las personas viven por y para las redes sociales,cuando lo mejor es vivir,disfrutar,compartir! Tienen una vida llena de filtros,cuando la naturalidad y ka sencillez son mejores😘😘😘

  4. Estoy muy de acuerdo en lo que comentas de Instagram. Ya estoy harto de ver fotos que no aportan nada mas que narcisismo. Gente que retrasmite su vida, selfies de todo tipo, lo que comen, su ultimo vino, su ultimo pose etc.
    Muchos son blogueros de viajes (que no viajeros) que salen mas ellos que el paisaje o el monumento donde están y sin ninguna explicación del lugar.
    Sinceramente a mi tambienme está decepcionado Instagram. Casi mejor tener pocos seguidores y seguir a los que te aporten algo.

    Un saludo 🙂

  5. COJONUDO… no tengo instagram por todo eso que cuentas … y lo tuve… acaba uno harto de tanto postureo … Y no solamente de los viajes , yo me dedico al tema de las motos y es mas o menos lo mismo … Lo de los blogs es lo mismo , encontré el tuyo por twitter y me gusta que subes artículos a menudo y con buenas recomendaciones de rutas y tal pero lo normal es gente que mucha foto en instagram y facebook y luego tienen el blog abandonado … vamos que al final lo del blog es una excusa para tener seguidores … un asco todo , reina … Me gusta que haya gente como tu diciendo lo que muchos también pensamos … sube mas artículos de estos que me lo he pasado bomba leyendole … Saludos.

  6. Yo también he reflexionado mucho sobre el tema… ya sólo mirando mi cuenta de instagram,cabe una reflexión: Yo no suelo colgar fotos mías y no entiendo la gracia que le encuentra la gente a colgar sólo fotos de sí mismos en diferentes posturas; con ropa diferente, en lugares diferentes…hasta lo encuentro egocéntrico! 😉 Cada vez que colgaba un paisaje o una foto que a mí me parecía bonita, como mucho 30 likes…en cuando colgaba una foto mía; 100 likes… y los típicos comentarios :¡Qué guapa!» Aunque estuviera horripilenta… Deducción: lo que le gusta a la gente es cotillear. Por otro lado llegué a la segunda conclusión ; para tener seguidores hay que ser guapa y posar como una modelo! No hace falta ni escribir; si tienes buen tipo, te pones en bikini y tus seguidores crecen como la espuma… he llegado a pensar que tal vez pudiera ser buena idea ir al gimnasio, teñirse de rubia, comprar un vestido vaporoso y después de un trekking duro, cuando ya estés en la cima de la montaña, te sacas de maletín de pinturas, te pones tu vestido de volantes y te haces un foto como si fueras la reina de Saba… Estamos en la era de la estupidez! vivimos para la galería! Hace algún tiempo, incluso destaparon un escándalo de una bloguera que tenía un novio diseñador web que le hacía todos los photoshops… ella ni se movía de casa, pero salía guapísima en las fotos en el Machu pichu, en el Taj Mahal…vamos, que era todo cuento! Llegar a ese punto, ya lo encuentro de psiquiátrico! jajajajaja Sin más; buenos viajes y viva la realidad! 😉

  7. Totalmente!, no hay como compartir después los detalles de un viaje que realmente disfrutaste, aunque no lo hayas documentado segundo a segundo!

  8. Lo que comentas de las fotos photoshopeadas que son mentira es muy triste. Pero a esos puntos estamos llegando. Y como bien dices, los monumentos son lo de menos…

  9. Jajajajajajaja me ha hecho mucha gracia que menciones lo de las motos porque eso tambien se da mucho en Instagram, hacerte una foto en una Harley que no es tuya y que no vas a conducir en la vida… Gracias por leerme!

  10. No importa el monumento, no importa el esfuerzo, no importa la experiencia, ni la dureza de muchos viajes… Todo es muy Mr Wonderful; lo que importa es posar bien; salir «guapa» y parecer feliz! 😉 A ver en que termina esto… porque tiene toda lapinta de encaminarse hacia una generación de descerebrados…

  11. Totalmente de acuerdo, hacer un blog para mi es ser útil a los lectores que están planeando un viaje, contar mi experiencia con detalle ayudará a que cada uno saque sus propias conclusiones, elegir los mismos sitios o no…… que ver , donde cenar, donde alojarse… información objetiva que es la que yo quiero cuando acudo a otros blogs para preparar mis propios viajes y por tanto esa información objetiva es la que yo quiero dar con la menor subjetividad posible (aunque ponga chulísimo, me encantó….etc jajaja ya se que esto no puede ser más subjetivo, pero que cada uno vea objetivamente porqué y a lo mejor viéndolo a tí no te gusta , pero yo te lo enseño y tu decides ) esa es mi idea de Blog.
    Yo quiero como tu bien dices, información, consejos y sugerencias y eso es lo que pretendo dar en mi Blog, creo que lo que menos importa en este tipo de blog es la imagen del autor y las imágenes personales, lo que puede importar es que se tengan un estilo parecido de viaje, pero no lo monísimos que están los niños en la playa, lo guapo y cachas que está tu novio, y lo divina de la muerte que está una !!!, me muero de pudor!!!!

    Y por último deciros que no es cierto lo que dice Mily un Viajes: » Hoy en día todo el mundo tiene Facebook, Twitter e Instagram», en lo único en lo que discrepo contigo !!!! jajaja….. Yo no tengo naaaaaaaaa…
    pero si «Es bueno tener una presencia importante en las redes», todo sea por mi Blog, algún día me convertiré en » todo el mundo», gracias por los consejos.
    Haré como tú, las redes sociales solo para mi blog , ( aunque esperaré a que crezca mucho más, voy muy lenta con mis relatos) porque realmente trabajar un blog lleva mucho tiempo y esfuerzo y es gratificante que este llegue a muchas personas a quien les pueda ser útil y les guste.
    Un saludo a todos

  12. Nosotros llevamos tiempo reflexionando sobre todo lo que nos cuentas. Cada vez más gente me parece que viajan para acumular países y contarlo al día siguiente en un artículo sin calidad alguna y sentimiento, más me parece haber sido escrito por una máquina.

    Nuestro ritmo de publicación es bajo pero eso nos da tiempo a pensar las cosas e indagar sobre lo que escribimos, esto no es una competición, ni lleva a ningún sitio, solo puede hacernos sentir infeliz por no conseguir un rito de publicación alto y continuo. Las redes sociales las tenemos solo por el blog y únicamente la utilizamos para compartir los artículos e Instagram era una red que me gustaba, pero desde que han cambiado el algoritmo la utilizo mucho menos y subo fotos cuando me apetece compartir algo.

    Un saludo

  13. Bueno me he reido e indignado junto a ti, reido porque tienes un humor fino y divertido, e indignado con eso de los MEGUSTA, lo de los nuevos algoritmos, que tienes razon en todo. No olvidemos que para insta y face lo importante es vender espacios de publicidad, de allí que sus redes sociales terminen “enredandote”. Me encanto tu posteo y te buscaré en las redes para que las bloggers nos unamos jaja

  14. Gracias por tu comentario! Como digo en el artículo, las redes sociales son buenas para dar a conocer tu blog (y de hecho bastantes de mis lectores han llegado hasta aqui por Facebook o Twitter) pero en absoluto, al menos en mi caso, son mi principal fuente de lectores. Y sí, como bien dices, llevar un blog lleva mucho trabajo, más del que la gente cree, pero cuando las cosas se hacen de corazón, al final todo fluye solo. ¡Un besazo!

  15. Hola chicos! Publicar más a menudo no es sinónimo de calidad, de hecho yo suelo publicar una media de dos-tres artículos por semana y podría incrementar el ritmo pero eso, como bien decís, significaría no preparar tan bien los artículos o hacerlos más cortos y sacrificar más tiempo libre. Sin embargo, a lo que yo me refería es a la de bloggers que ves con todo el tiempo del mundo, horas y horas en redes sociales, mientras a su blog le comen las telarañas ¡y eso no es bueno! Como vosotros, mis redes sociales van unicamente asociadas al blog y de ellas la que uso con más asiduidad es Twitter porque es la que me parece más efectiva y con diferencia en la que más interactua la gente con mis artículos. ¡Un abrazo!

  16. Jajajajaja es que lo mío es un humor negro hilado muy fino, no concibo mi blog sin él! Este tipo de artículos tienen que llevar su toque de ironía, que es como hay que tomárselos. Me alegro que te haya gustado. Y sí, búscame por las redes 😉 Un abrazo!

  17. ¡A mi me gusta el Instagram!. Mira soy así de rarita :). También es verdad es que soy de esas raras que va a los sitios, con otros bloguer@s y mientras los de mi alrededor suben fotos como si las fuesen a prohibir…, yo no, ya que soy una disfrutona y eso te imprime carácter.
    Felicitarte por el articulo y tu buen hacer, también por la cantidad de seguidores que tienes. No es por hacerte la contra… en mi caso, los seguidores que tengo me han llegado a través de las RRSS, donde cuelgo mis artículos. También es verdad que escribo últimamente poco y eso pasa factura.

    Me gusta la fotografía y al igual que creo firmemente que, como mejor se aprende un vocabulario fluido, es habiendo leído mucho, pienso que viendo buenas fotografías, se aprende muchísimo también. Y por su puesto, estoy contigo en el que, hay que seleccionar muchísimo, porque el postureo… cada vez es mayor.
    ¡Felicidades de nuevo por el artículo!

  18. Gracias por tus palabras! En realidad en el artículo no cargo contra Instagram sino contra el uso que mucha gente hace de dicha red 😉 Cada uno obtiene sus seguidores de diferentes formas, a mi muchos me vienen de las redes pero la gran mayoría provienen de Google. Como bien dices, el no actualizar a menudo el blog puede llegar a conseguir que la gente no te siga y lo contrario, sin embargo, cada vez te trae más gente. Te animo a que te hagas un calendario de publicaciones y te establezcas a ti misma una rutina: es la única manera de ser constante. En cualquier caso, te felicito por llevar un blog porque tiene mucho trabajo detrás y muchas horas de esfuerzo, no todo el mundo está dispuesto a eso.

    En cuanto a lo de viajar con otros blogueros, no lo veo mal, aunque yo prefiero ir por libre y eso que tengo muchos amigos bloggers de viajes. Pero cuando varios comparten viaje, se cae en el error de que al final todos publican lo mismo. Es bueno que cuando hagas ese tipo de viajes lo disfrutes en vez de postear continuamente, buena elección 😉

    Gracias de nuevo por tus palabras, espero seguir viéndote por aquí. Un abrazo!

  19. Muy buen post. Yo creo que Instagram dejó de tener ‘esa’ magia, en el momento en que comenzaron a aparecer publicidades y se masificó. Saludos!

  20. Bravo!!! Me ha parecido un artículo muy bueno, no provoca a los bloggers a reflexionar sobre el uso que hacemos de las redes sociales y de lo que queremos en realidad con nuestro blog, hay que ser honestos con nosotros mismos lo primero.
    Enhorabuena, has puesto el dedo en la llaga con lo de la publicidad.
    Un fuerte abrazo
    Xus

  21. Gracias Maria Jesus! Citar en Instagram a alguna marca / agencia que te guste o la que admires no es un pecado. Pero estar continuamente y a todas horas promocionando productos aburre, cansa y sobre todo resta credibilidad. Otro abrazo para ti!

  22. Muy buena reflexión. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Es obvio que Instagram es una red en la que prima lo visual y además la comodidad de sólo ver y no tener que leer. Y como cada vez vamos hacia una sociedad más inculta, menos lectora, más vaga y más cómoda…Instagram sube posiciones porque la gente no busca contenido de calidad si no superficialida pura y dura.
    Ánimo, te sigo y me suscribo.

  23. Gracias Emma! Estoy de acuerdo contigo en que Instagram es la red que uno menos tiene que currarse: subir fotos y listo. Por eso me parece la menos interesante de todas las redes con diferencia. ¡Un abrazo!

  24. Efectivamente, Carlos, en los últimos tiempos Instagram se ha convertido más en una revista de cotilleos que en una red social realmente útil. Y opino como tú, en cuanto a los seguidores, es mejor calidad que cantidad. ¡Un abrazo!

  25. Excelente! Es perfectamente entendible tu postura. Instagram es una red que hay que alimentarla visualmente. En cuanto al tema de blogs, da muy poco espacio para compartir la aventura de un viaje plasmada en letras. El usuario de Instagram, pocas veces es un usuario que lee, y el que comparte una experiencia así, no la resume en tres palabras: es detallista. Eso sin contar la limitante de compartir un enlace (todo un tema redireccionar a los usuarios a tus publicaciones) Sin embargo no dejes de alimentarla, algun buen provecho podrás sacarle. Éxito!

  26. Leyendo tu post pasé por varíes estado es ánimo…. te di la razón, me hiciste reír, me dejaste pensando. Qué bueno leer algo tan sincero y cotidiano

  27. Recién te descubrí, me agrada lo que has escrito..en muchas cosas estoy de acuerdo. Ojalá logre cautivar a las personas de la manera que lo haces 🙂

  28. Te acabo de leer por primera vez y parece un gran texto, cautivador con sus palabras adecuadas y engancha al lector hasta el final, gran trabajo! Soy nuevo aquí podrias seguirme?

  29. Tienes toda la razón. Al final se acaba banalizando todo y Instagram no es más que un escaparate. Cada uno enseña su realidad, eso sí, con el filtro que más le gusta.

  30. Wow, muy bueno el artículo! He de matizar, eso sí, que creo que hay una gran diferencia entre usar Instagram de manera profesional, y de manera personal. Creo que precisamente ahí está el problema. Como red de uso profesional, con tantos filtros, realidad alterada etc es perfecto para publicidad depende de para qué y también para dar a conocer marcas, difundir contenidos.. El problema, y ahí tienes mucha razón, es cuando hacemos fotos como si fuéramos una página web que promociona tours pero no somos ninguna página web, y lo que estamos promocionando es.. ¿el qué exactamente? ¿Nuestra vida personal? Y sí, cada vez se ve más, gente haciéndose fotos sólo para Instagram, y sin disfrutar realmente de los sitios, del viaje en sí. me ha gustado mucho la entrada, escribes de temas interesantes!

  31. Isabel, luego está el grave error de la gente que mezcla su instagram profesional con su vida personal, lo que da una imagen nefasta de la marca que quieras vender porque a tus clientes les importa cero patatero tu vida. ¡Me alegro que te haya gustado el artículo!

  32. Te doy la razón y a la vez me identifico plenamente con la crítica… parece que si mi foto no tiene 8000 likes, no vale. Es como si no hubiera estado allí.
    Es una crítica y una reflexión muy buena.

  33. Chapo! Mis felicitaciones por tu post! No puedo estar mas de acuerdo con todo lo que dices, de echo yo tenia una cuenta de Instagram de viajes y me la quité por todo lo que dices, me cansaba ver como todos iban a Alsacia por que es Navidad o como se crean grupos en instagram para darse likes y comentar entre ellos sus posts en la primera hora de la publicación para llegar a más gente, cuanta presión por dios! O como de repente todas visten o posan igual, siendo sincera hacía lo mismo hasta que dije basta! Mi tiempo es oro y no quiero ser una narcisista como la mayoría de las cuentas de IG, ver como cuentas pequeñas se hacen grandes y empiezan a publicitar a marcas o hoteles! Por dios se esta perdiendo la esencia de viajar y si Instagram tiene cosas positivas como conocer lugares o datos prácticos pero hoy en día pocas o ninguna cuenta hace eso…lo que quieres son likes y seguidores para que marcas les den cosas gratis…que pena llegar a estos extremos, menos mal que me he dado cuenta de ello y ahora veo el tiempo que he despreciado.Una vez mas chapo!

  34. Author

    Gracias por tus palabras. Me alegro que te haya gustado.¡Encantada de tenerte por aqui!

  35. Interesante articulo, estoy iniciando un blog de viajes (aun no esta en el aire) y he de decir que tu articulo refleja muchos de mis temores, supongo que cuando el blog salga al aire ya ire viendo su evolucion, un abrazo y felicitaciones por tan buen articulo.

  36. Author

    Muchas gracias por tus palabras, Alfonso! Un abrazo!

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