Para ir desde Osaka a Hiroshima, obviamente utilizamos nuestro JR Pass. Osaka e Hiroshima están conectadas por la línea JR Sanyo. El Nozomi tarda 80 minutos en llegar a Hiroshima desde Shin-Osaka. El tren Hikari, también conocido como «Hikari Railstar», requiere algunos minutos más que el Nozomi. Es una excursión que yo recomiendo se combine con Miyajima, ya que precisamente desde aquí es de donde salen los ferries y madrugando y metiéndote un poco de caña, puedes ver ambas cosas en el mismo día.
Lo mejor para moverte dentro de Hiroshima (que no es una ciudad tan enorme, un millón de habitantes, y además lo que hay que ver se encuentra todo en la misma zona) es moverte en tranvía, que además es una buena opción para ir viendo la ciudad. Hay ocho líneas de tranvía y el trayecto cuesta 150 yenes, que deberás abonar al bajarte. Si vas a hacer varios viajes, prueba a comprar la tarjeta descuento de 600 yenes que te ofrece viajes ilimitados durante un día completo.
Lo cierto es que Hiroshima, además de su castillo, tiene poco más que visitar aparte de toda la zona que recuerda al fatídico 6 de Agosto de 1945, fecha maldita en que cayó la bomba atómica, y en esa parte fue en la que nos centramos. Mientras preparábamos la ruta por Japón en Madrid, antes de venir, mis compañeras de viaje insistían en sacrificar Hiroshima en beneficio de alguna otra excursión. Pero para mí era una visita totalmente indispensable vista su importancia, por desgracia, a nivel histórico e incluso las propuse hacer el viaje a Hiroshima yo sola si ellas preferían ir a alguna otra ciudad. Pero era algo que no quería (ni debía) perderme en mi viaje a Japón y al final decidieron acompañarme. Cuando esa noche regresamos a Osaka, reconocieron que había sido la visita más emotiva de todo el viaje.
Dentro del parque, destaca como un espectador mudo del horror la Cúpula Genbaku, el único edificio que sobrevivió a la catástrofe pese a que la explosión ocurrió a poco más de 150 metros. Originalmente este edificio, inaugurado en 1915 y diseñado por el arquitecto checo Jan Letzel, era la Exposición Comercial de la Prefectura de Hiroshima y tenía como objetivo promover la venta de bienes producidos en Hiroshima. El edificio, de estilo europeo y 25 metros de alto, tenía tres plantas construidas a base de ladrillo más un núcleo central de 5 plantas, y estaba coronado por una cúpula en cobre sobre un entramado de acero.
Curiosamente, cuando se empezó a planificar la reconstrucción de la ciudad, la idea era demoler este edificio, al igual que el resto de ruinas que habían quedado en la ciudad. Pero entonces empezó la controversia, ya que había quienes querían demolerlo mientras que otros querían mantenerlo en pie como un símbolo de paz y de recuerdo a las víctimas. El edificio se ha conservado en el mismo estado desde aquél momento, y ahora sirve de recordatorio de la devastación nuclear y como símbolo de esperanza y paz para la eliminación de las bombas nucleares. Es Patrimonio de la Humanidad. Y añado que probablemente el lugar más triste y deprimente donde he estado en toda mi vida, sobre todo si tienes en cuenta que es tal el respeto de los japoneses a sus muertos que cuando lo visitamos no se escuchaba en el parque ni el piar de los pájaros, todo el mundo pasea por allí cabizbajo y sin emitir una palabra.
El Museo de la Paz de Hiroshima fue fundado como lugar de conmemoración en el Parque de la Paz en 1955 después del bombardeo atómico. El edificio principal fue planeado por el arquitecto Kenzō Tange. La fundación que dirige el museo reúne objetos de recuerdo de los incidentes y narraciones de experiencia de los víctimas y participa en el movimiento internacional de la paz. El museo no sólo expone detalladamente la catástrofe del 6 de agosto, sino que también muestra información sobre las armas atómicas en el mundo. Hay expuestos objetos reales que pertenecieron a personas que murieron tras la bomba, con explicaciones muy duras de los síntomas que tuvieron a los pocos días de la explosión, entre ellos relojes que quedaron parados a las fatídicas 08:15.
Desde 1964 arde en Hiroshima la Llama de la Paz, llama que simboliza el rechazo a las armas nucleares y que permanecerá encendida hasta que estas desaparezcan. Tatsuo Yamamoto fue a Hiroshima en busca de su tío y encontró una llama de la quema de la bomba atómica en las ruinas de la casa de su tío. Lo trajo de vuelta a Hoshino-mura, su ciudad natal en la prefectura de Fukuoka. La mantuvo ardiendo en su casa como recuerdo de su tío y una expresión de su resentimiento. Pero pasaron los años, el sentido de la llama se convirtió en un símbolo de su deseo de abolir las armas nucleares y por la paz. El pueblo Hoshino-mura construyo una antorcha y la llama fue trasladada a Hiroshima el 6 de agosto de 1968. Se ha mantenido la llama desde entonces como la llama de la paz, con el apoyo de los aldeanos.Parece que, desde la caída de la URSS y la desaparición de la política de bloques, el debate acerca del armamento nuclear ha desaparecido de la agenda política mundial. Sin embargo, siguen estando ahí. Es más, nuevos países se han incorporado o van a hacerlo muy pronto al selecto (o más bien siniestro) club nuclear. Pero preferimos mirar hacia otro lado, obviando la existencia de esta espada de Damocles global.
Children’s Peace Memorial, inspirado en la niña Sadako, victima de la leucemia provocada por la explosión y que hizo la promesa de fabricar 1000 grullas de papel para recuperarse de su enfermedad. En Japón, la grulla es un ser mitológico que vive 1.000 años, y de ahí surge la costumbre del senbazuru, que también se regala cuando hay un nacimiento, porque otorga una vida larga y próspera o en una boda, porque otorga mil años de felicidad conyugal. Sadako murio en la numero 644.Desde entonces, miles de niños de todo el mundo envían sus grullas de papel para exponerlas junto al monumento.