Aprovechando que tenemos unos amigos con una casa en la preciosa Malpica de Bergantiños, en la provincia de A Coruña, hemos estado recorriendo durante 4 días esta extraordinaria zona gallega a la que,a decir verdad, le teníamos muchísimas ganas. La zona de las Rías Altas, aparte de ser una de las más bonitas de España y conservar aún muchísimos parajes semisalvajes, está menos masificada a nivel turístico que las Rías Bajas, por lo que la mayoría de los pueblos conservan esa autenticidad gallega que precisamente íbamos buscando.

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Aunque las siete horas de coche desde Madrid no te las quita nadie (nosotros optamos por salir el miércoles para evitarnos los atascos del Puente de Mayo), lo cierto es que merece muchísimo la pena el viaje. Y es que la Costa da Morte continúa siendo a día de hoy un destino de vacaciones totalmente espectacular. Una costa brava, de mares agresivos y acantilados abruptos, en la que a lo largo de la historia han naufragado miles de navíos. De hecho, estas costas están plagadas de cruces de ribeira, que recuerdan a todos los pescadores que han perdido la vida en el mar. El nombre de Costa da Morte alude precisamente a lo mortífero de los temporales que han engullido a tantas y tantas embarcaciones. La vida del pescador, como la del minero, continúa siendo dura, muy dura, y su labor mucho menos reconocida de lo que se debiera.

El litoral gallego en este área es rico en pequeños pueblos marineros que han sabido conservar su encanto natural sin sucumbir al turismo. Es el caso de Malpica de Bergantinos, el pequeño pueblo de poco más de cinco mil habitantes donde nuestros amigos nos alojaron. Y menuda casa, añado, de cuatro plantas y con unas vistas espectaculares. Escuchar por la noche desde la habitación abuhardillada el sonido de las olas azotando la costa era el mejor sonido para conciliar el sueño. Y eso que durante el día, pese a la fama lluviosa de Galicia, nos hizo un sol espléndido que hasta nos permitió estar a ratitos en manga corta. Pero las noches gallegas son otro cantar, el viento alcanza velocidades importantes y la ropa de abrigo nunca sobra.

Malpica de Bergantiños
Malpica de Bergantiños

Malpica es un pueblecito de cuestas empinadas que desembocan en un pequeño puerto y por el otro, esta preciosa playa de la fotografía, la de Areia Maior, de casi 400 metros de longitud. El oleaje es duro y las aguas gélidas, lo que no impide que, incluso en invierno, sean muchos los surfistas que vienen a disfrutar de las mareas. En cuanto al puerto, antiguamente se nutría de la pesca ballenera (aunque en realidad cazaban a las ballenas marineros cántabros y vascos, era en estas tierras donde se preparaba su carne) pero prohibida esta, en la actualidad se vive de la pesca de bajura, esa que se realiza a pocas millas de la costa y de un modo prácticamente artesanal. Aún se puede ver en el puerto a las tejedoras reparando las redes y disfrutar cada tarde de la lonja correspondiente.

Frente a Malpica se encuentran las imponentes Islas Sisargas. Este pequeño archipiélago formado por tres islas deshabitadas, Sisarga Grande, Malante y Sisarga Chica,e islotes como Chalreu y Xoceiro, son un refugio de aves (algunas en peligro de extinción como la gaviota sombría) que en el pasado sufrieron el asedio de las invasiones normandas. Antiguamente vivían aquí los fareros con sus familias pero actualmente son un paraje natural.

Islas Sisargas
Islas Sisargas

Cerca de Malpica, en el Cabo de San Adrián, se encuentra la Ermita de San Adrián, situada a unos cuatro kilómetros. No muy lejos se encuentra la bonita playa de Beo, prácticamente desierta durante todo el año y en la que disfrutamos de este fantástico anochecer…

Playa de Beo Galicia
Playa de Beo

En Punta Nariga, cerca de la pequeña aldea de Barizo, se halla uno de los últimos faros construídos en Galicia, a cargo del arquitecto César Portela. Tiene 39 metros de altura y aunque se encuentra bastante escondido, merece la pena acercarse y deleitarse con las bonitas vistas de la costa.

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Nos vamos a Caion, probablemente uno de los pueblos más encantadores de toda la costa coruñesa. Sus caseríos blancos se agrupan en una pequeña península, dando lugar a una estampa de auténtico ensueño. ¡Qué bonitos los pueblos gallegos!

Caion
Caion

La playa de Caion, como podeis observar en la fotografía, poco tiene que envidiar a las del Caribe en lo que al color turquesa de sus aguas se refiere (aunque aquí, obviamente, la temperatura no invite al baño). Se extiende a lo largo del paseo marítimo, desde Punta das Olas hasta A Furna da Auga Redonda, y pasear por allí en una mañana tan soleada, aprovechando para parar a tomar un buen vino albariño, fue uno de los momentos más disfrutados del viaje.

Aparte de para disfrutar del pueblo,nos acercamos a Caion para abastecernos de marisco en los viveros locales, ya que queríamos preparar un arroz con bogavante.Y ya de paso, nos trajimos buey de mar, mejillones y almejas rubias, todo a un precio irrisorio si lo comparamos con lo que cuesta el marisco en Madrid (y de la diferencia de sabor ya ni hablamos).

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Hay un lugar super especial, que nosotros desconocíamos y nos descubrieron nuestros amigos, que es un tesoro oculto que os recomiendo no dejéis pasar. Se encuentra cerca de Carballo y se trata de los Muiños de Verdes. Es un paraje natural que parece extraído de la misma Escocia, bañado por el río Anllons y donde se conservan unos antiguos molinos donde hace años se trabajaba el trigo y el centeno. Hasta aquí se acercaban agricultores de toda la comarca, alumbrados únicamente por la luz de las velas. Hoy en día están en desuso pero se encuentran en un entorno tan bonito que se han habilitado bancos y mesas de madera para que la gente venga a hacer picnic. Incluso si quieres acampar, traete el saco de dormir porque hay un refugio de dos plantas, todo de madera, para alojarte gratis por la noche.

Lo más curioso son los WCs, antiquísimos y «lavados» por las propias aguas del río,que continuamente los mantienen limpios. Lo mejor es que este lugar aún no ha sido descubierto por el turismo y aunque cuesta un poco llegar y hay que conducir por unas carreterillas donde cabe el coche y poco más, es una auténtica maravilla, te sentías como en los bosques de «El Señor de los Anillos».¡Qué lugar más idílico!

Muiños de Verdes Galicia
Muiños de Verdes

Estuvimos también viendo el Castillo de Vimianzo. Construido en el siglo XII por los Mariño de Lobeira, ha sufrido varias reconstrucciones posteriores, sobre todo después de la Guerra Irmandiña, cuando la plebe, cansada de los abusos de los señores feudales, tomaron al asalto muchas fortalezas gallegas, obligando a los nobles a huir a Castilla y Portugal.

Castillo de Vimianzo
Castillo de Vimianzo

Si estás por la zona y se te echa encima la hora de la comida,te aconsejo que te pases por el pueblo de Coristanco y busques el bar Antoxo, a pie de carretera. Nos lo descubrieron nuestros amigos, que son buenos clientes (lo lleva una señora mayor simpatiquísima) y la comida, aparte de muy barata, está de fábula. Además, como comentábamos entre risas, da gusto pedir una ración de pulpo y que te traigan sólo pulpo, no cuatro trocitos con un montón de patatas, que es lo que hacen en muchos otros bares. Irse de Galicia sin probar el pulpo es un pecado mortal. Aprovechad también para tomar una «cunca de vino», algo tan típicamente gallego. La cunca, que antiguamente era una concha de molusco y que a día de hoy son estos recipientes de barro o porcelana, es la mejor forma de saborear un buen vino de Ribeiro!

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En la carretera que une Baio con Laxe hay un lugar súper interesante para visitar que también parece pasar desapercibido para muchos turistas (al menos nosotros estuvimos solos). Se trata del Castro de Borneiro. Los castros eran fortificaciones celtas, propias de la Edad de Bronce y la Edad de Hierro, anteriores al Imperio Romano, que carecían de calles y cuyas casas se agrupaban prácticamente pegadas unas a otras. Normalmente se situaban en territorios semiescondidos (para llegar a este hay que ascender una pequeña colina sorteando maleza) y se encontraban protegidos por murallas o parapetos. El piso de las viviendas solía ser de barro (en el de Borneiro aún se pueden observar en muchas cabañas las piedras donde se preparaban las fogatas) y los tejados de paja.

El Castro de Borneiro estuvo habitado entre el siglo IV y el siglo I antes de Cristo. Abarca una extensión total de cinco kilómetros cuadrados, con restos de 45 construcciones, convirtiéndolo en una de las ciudades celtas más importantes de la Península Ibérica y con un valor arqueológico inigualable. Durante las excavaciones se encontraron utensilios de bronce como cuchillos y hoces que actualmente se exponen en el Museo Arqueológico de A Coruña.

Castro de Borneiro
Castro de Borneiro

Galicia está repleta de hórreos como el que veis en la fotografía de abajo y que es una de las imágenes más característica de la comarca. Los hórreos son construcciones agrícolas utilizadas como despensas para almacenar los cereales (se encuentran en alto a salvo de inundaciones y el saqueo de ratas y rapaces). Se cree que en Galicia hay repartidos más de 30.000 hórreos, muchos de ellos en activo.

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Otro de los días, aprovechando que nuestros amigos querían quedar con unos amigos coruñeses (que, por cierto,nos trataron de fábula, no es mito lo de la hospitalidad gallega) nos acercamos a pasar el día a la acogedora capital, A Coruña. Y el primer sitio al que nos llevaron, curiosamente, no es a ningún monumento. Aunque vista la importancia para la ciudad de la cervecería Estrella Galicia, casi como si lo fuera. Esta es la cervecería más importante de toda A Coruña, enorme, siempre hasta arriba de locales y turistas, atraídos por la cerveza gallega más conocida, la Estrella (en mi opinión, junto a la Alhambra, la mejor de nuestro país). Tomarse una buena tanda de birras con sus exquisitas tapas de rabo de buey o empanada gallega es la mejor forma de empezar a tomarle el pulso a la acogedora ciudad coruñesa. Nosotros aprovechamos para comer allí después del cañeo y no puedo dejar de recomendaros el bacalao, el raxo (lo que para ellos es el cerdo, tiernísimo) y las brochetas de pulpo y langostinos.

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Precisamente aquí se encuentra la playa de Riazor,separada por la de Orzán por el rompeolas La Coraza y hasta arriba de paseantes…

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Una de las cosas más típicas de A Coruña son las galerías de ventanas de madera (balcones cerrados) de la Avenida de la Marina. Datan del siglo XIX,se construían en la Granja de San Ildefonso en Segovia e inicialmente se destinaron para las popas de los antiguos galeones pero su uso posterior se llevó a las viviendas, tan necesitadas de luz en estas tierras donde se echa tanto de menos al sol.

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La Torre de Hércules, la imagen más asociada a A Coruña, el faro en funcionamiento más antiguo del mundo. Su antigüedad es tal que se desconoce cuando se construyó, aunque está confirmado que los romanos ya lo usaban en el siglo II.Está hermanada con la Estatua de la Libertad de Nueva York y el Faro de la Fortaleza de El Morro de La Habana. En 2009 la UNESCO le concedió el título de Patrimonio de la Humanidad.

Torre de Hércules
Torre de Hércules

A Coruña, como buena ciudad marinera que es, posee su particular Rosa de los Vientos, donde se señalan los cuatro puntos cardinales

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La Ciudad Vieja, el casco antiguo de A Coruña, repleto de pulperías, tascas y marisquerías.Los coruñeses del siglo X vivían en un principio en la Isla del Faro (donde actualmente se encuentra la Torre de Hércules) pero las sucesivas invasiones vikingas les empujaron a esta zona de la ciudad. Aquí se encuentra la casa donde vivió la célebre poetisa Rosalía de Castro.

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El elegante Ayuntamiento de A Coruña

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Monumento a María Pita, la gran heroína coruñesa.En 1589 se enfrentó a la armada inglesa, comandada por el famoso corsario Francis Drake, y dio muerte al alférez de los ingleses al grito de «quen teña honra, que me siga!» (quien tenga honra,que me siga!), provocando la retirada de los 12.000 soldados que pretendían invadir A Coruña, entrañable ciudad en la que finalizábamos nuestro viaje por Galicia,una tierra maravillosa a la que hacía años que no iba ¡y que me he prometido visitar a partir de ahora muchísimo más a menudo!

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