MIL Y UN VIAJES A HOLANDA

 

Tal vez mil viajes, como reza el título, sea una ligera exageración. Pero lo cierto es que no creo que baje de la treintena las veces que he recorrido Holanda, convirtiéndose así en el país europeo que mejor conozco después de España. Fui por primera vez con 17 años y me enamoré tantísimo del país que empecé a viajar a menudo a la tierra de los zuecos por placer puro y duro. Con el paso del tiempo, coincidió también que por temas de trabajo tuve que viajar también varias veces allí, por lo que siempre aprovechaba para añadirle algunos días extras y no perder la ocasión de hacer turismo. Por último, el remate vendría cuando una de mis mejores amigas se mudó allí a vivir, encima en pleno centro de Amsterdam. Así que sí, me he recorrido Holanda muchísimas veces de arriba a abajo, por lo que espero que esta entrada de blog pueda servir de ayuda a todos los que vayáis allí por primera vez. Holanda es un país que engancha y, pese a sus pequeñas dimensiones (es un país un poco más grande que Extremadura), tiene un millón de atractivos que ofrecer. Yo os aseguro que nunca me canso de visitarlo. ¡Es un enganche ya de por vida!

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Amsterdam

 

Habrá que empezar, sin dudarlo, por Amsterdam, la capital del país pese a que la sede del gobierno se encuentre en La Haya. Y sí, tras años recorriéndome Europa, cada día que pasa me reafirmo en que es mi ciudad favorita europea sin dudarlo ni un momento. Tiene el tamaño justo (poco más de 750.000 habitantes, más pequeña que Valencia), el ambiente de Londres, la libertad del Berlín más joven, el civismo de los países escandinavos y en verano hasta un poquito del sol del sur de Europa. Como os digo, he perdido la cuenta de las veces que he estado allí, si veinte, treinta, pero para mí aterrizar en Schipol es como hacerlo en Barajas: ¡siento que vuelvo a una ciudad que me es familiar al cien por cien!

Hablando del aeropuerto,vamos a lo más importante: lo fácil que es llegar al centro. La verdad que el aeropuerto de Schipol es enorme, uno de los más grandes de Europa y punto de salida de muchos vuelos para Asia y América, pero está todo muy bien indicado. En el hall de salida verás que hay unas oficinas de la Nederlandse Spoorwagen, la compañía de ferrocarriles holandesa, donde puedes adquirir billetes de tren para otros puntos del país (es comodísimo, yo ha habido veces que ha sido bajarme del avión y coger allí directamente trenes para otras ciudades, salen directamente desde el aeropuerto).

En cuanto a lo de ir al centro, que me voy por las ramas, hay máquinas expendedoras en ese mismo hall. Ahí podéis seleccionar si queréis billetes de ida (enkele reis) o de ida y vuelta (dagretour). No recuerdo muy bien el precio pero no es caro, algo así como 4 o 5 euros. Sale mucho más a cuenta que ir en autobús y ya ni digamos en taxi (carísimos en Holanda en general). Desde aquí os plantáis en media hora en esta maravilla de la foto: la Estación Central o Amsterdam Centraal.

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Nunca se cansa una de admirar esa fachada, la verdad sea dicha. Ni de perderse en el tumulto de gente de toda raza y condición que abarrota la estación tanto de día como de noche. Esta maravilla de la ingeniería, prima hermana del Rijksmuseum (su responsable fue el mismo arquitecto, P.J.H. Cuypers, de ahí su parecido), se sostiene sobre casi 9.000 pilotes que la otorgan estabilidad en los inestables suelos de Amsterdam. 300 metros de largo, 1.500 trenes funcionando a diario, punto de partida obligatorio de las redes de buses y tranvías que recorren la ciudad, la Centraal es una estación llena de vida, con túneles plagados de tiendas de todo tipo y una eficiencia absoluta en los horarios de sus trenes.

Dos apuntes: justo al salir de la estación, cruzando la calle, tienes la Oficina de Turismo (pásate aunque no tengas costumbre, tienen muchos folletos útiles e información de eventos y excursiones) y segundo, si te gusta fumar maría de calidad (del tema de los coffeeshops hablaremos después) que no te timen llevándote a The Grasshopper, que está también nada más salir de la estación. Sí, probablemente sea el coffeeshop más conocido de la ciudad y como veis, está en un sitio precioso y ubicado en un edificio bien bonito pero es un timo para turistas y «fumetas de fin de semana». Es en realidad una franquicia (hay varios de la misma cadena repartidos por Amsterdam), el material no es nada del otro mundo comparado con otros coffees y lo que es peor, está siempre hasta arriba de niñatos que vienen a Amsterdam nada más que a pegarse el fiestón. Hazme caso y mejor toma nota de los coffeeshops que te recomendaré más adelante. Los vas a disfrutar más.

De la Estación Central parte la que es la calle más importante de Amsterdam: la avenida Damrak. Sin duda uno de mis lugares favoritos en toda Europa. Aquí es donde está el edificio Beurs van Berlage, antigua sede de la bolsa de valores, uno de los edificios más bonitos de Amsterdam. Miles de turistas, miles de locales, miles de tiendas, de bares. Y de ciclistas. Esa es una de las cosas a las que uno debe acostumbrarse casi de inmediato al pisar suelo holandés: una ciudad tan llana, de tamaño medio y con tan poco sitio para aparcar (callejones estrechos,canales y más canales) es el paraíso de los amantes de las bicis. Familias enteras, mamás con bebés incluídos, gente que pasea al perro o viene de compras utilizan este medio de transporte (en una ciudad de 750.000 personas, hay 600.000 bicicletas) por lo que no te despistes y vayas a ser arrollado. Ellos son muy respetuosos con las normas de tráfico (igual que los tranvías, se rigen por los mismos semáforos que los coches) y son los visitantes atolondrados los que se lo ponemos difícil (es muy habitual la escena de un holandés gritando desde su bici porque le invaden el carril… y con razón).

Insisto en la cultura «bicicletera» que hay aquí porque ojalá estuviera extendido su uso de igual manera en otras ciudades y nos ahorrábamos la contaminación de tanto tubo de escape. Si te animas a alquilar una bici para recorrer la ciudad (es un modo bien chulo de visitarla), hay un montón de agencias que las ofrecen por unos 6 euros diarios, que ya es menos de lo que te gastas en tres billetes de bus o metro. Además, en esas mismas agencias suelen darte folletos con rutas recomendadas. Casi todos los edificios oficiales, comercios y restaurantes con terraza tienen su parking de bicicletas, para que te despreocupes cuando quieras parar en algún sitio. De hecho, una de las cosas que más impresiona cerca de la Estación es un parking de tres plantas…¡todo de bicis! Los transportes como buses y tranvías facilitan que puedas meter dentro tu bicicleta y practicamente todas las calles gozan de su correspondiente carril-bici. Vamos, que te lo ponen muy fácil. De todos modos, no está de más que compres un candado: en Amsterdam son muy habituales los robos de bicis (no sabéis la de veces que he visto como sacaban los del ayuntamiento bicicletas del fondo de los canales).

Fijaos en esta foto todas las bicis aparcadas a lo largo del canal

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Lo curioso es que la calle Damrak, larguísima, de casi un kilómetro, corre paralela al río Amstel y eso es porque antiguamente en realidad era el puerto; sin embargo, las autoridades reinventaron la estructura de la ciudad, llenaron esta zona de diques, construyeron casas y surgió un nuevo barrio cuyo epicentro es la Plaza Dam. Hoy en día, como os digo, es un hervidero de gente, muchos de ellos atraídos por los grandes almacenes De Bijenkorf (El Corte Inglés holandés). Tienen cosas bastante bien de precio, siempre que he ido he acabado saliendo con un par de bolsas.

En Damrak también se encuentran dos museos bastante interesantes. Uno, el Museo del Sexo (también conocido como El Templo de Venus o Venustempel). Hay mucho garrulo que entra a echarse unas risas infantiles pero yo he ido varias veces y me parece un lugar bien didáctico. Lleva abierto casi 30 años y aquí se exponen utensilios, trajes, publicaciones y dibujos relativos al sexo de un montón de civilizaciones diferentes, empezando por la griega y la romana, que como la holandesa, es bastante liberal en ese aspecto y allí la gente no sufre los tabúes de países como el nuestro. La entrada cuesta 4 euros y los menores de 16 años no pueden pasar, incluso acompañados. Abre hasta casi las doce de la noche. En el Barrio Rojo hay otro museo parecido pero de él ya os hablaré más adelante.

El otro museo ya se ubica en la Plaza Dam y no es otro que el Madame Tussaud, el Museo de Cera. La entrada es un poco cara (20 euros) pero si te gustan este tipo de museos, hay que reconocer que las figuras están muy conseguidas. Son seis pisos nada menos de réplicas de cera de personalidades de todo tipo y abre todos los días de la semana.

Estamos ya por tanto en la Plaza Dam (dam significa «dique» en holandés) y donde coinciden dos de las avenidas mas importantes de la ciudad, la Damrak y la Rokin. Aquí se encuentra el majestuoso Koninklijk Paleis, el Palacio Real (los holandeses son muy monárquicos), con más de cuatro siglos de antigüedad y que antaño funcionaba como Ayuntamiento. Fue Luis Bonaparte, hermano de Napoleón y rey de Holanda, quien ubicó aquí su sede después de haber residido en La Haya y quien cambió la decoración a un estilo típicamente francés que se mantiene a día de hoy. En la actualidad es uno de los cuatro palacios que sigue usando la Familia Real aunque no es la residencia oficial de la reina Beatriz sino que se utiliza sobre todo para recepciones oficiales y entregas de premios. Merece mucho la pena verlo por dentro, especialmente la Burgerzaal (Sala de los Ciudadanos), teniendo en cuenta que la entrada no es excesivamente cara, unos siete euros. Y ya que estás en la Plaza, no dejes pasar la ocasión de visitar la Iglesia Nueva y el Monumento Nacional de la Liberación, que rinde homenaje a los caídos en la Segunda Guerra Mundial, consistente en un monolito de mármol blanco de 22 metros de altura rodeado de esculturas. El monolito es punto de encuentro para mucha gente y es uno de los lugares con más vidilla de todo Amsterdam.

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Para ir alternando las zonas a visitar con otros datos de una ciudad única en el mundo a todos los niveles,vamos a ir entrando en el tema de los coffeshops. Lo primero, para el que sea fumador, quedaos tranquilos porque pese a que el gobierno holandés amenazó con una ley que prohibiría a los extranjeros fumar en los coffees (algo totalmente ilegal ya que se consideraría discriminatorio con el resto de ciudadanos de la Comunidad Económica Europea), lo cierto es que en la práctica y a día de hoy los visitantes podréis fumar como antes. Supongo que al final les habrá podido el confirmar que miles de personas visitan Amsterdam año tras año precisamente por ese motivo. Si en la práctica no eres un fumador habitual y quieres darte el gusto, un par de consejos: ten algo dulce siempre a mano por las bajadas de azúcar (la mayoría de los coffees ofrecen tartas,dulces y batidos,y afortunadamente casi ninguno de ellos alcohol) y, sobre todo,no seas bruto y te pegues el atracón. La maría de los coffees procede de cultivos hidropónicos y es bastante potente, así que empieza por las flojitas y en poca cantidad.

Supongo que a muchos visitantes con prejuicios les sigue pareciendo una barbaridad que en Holanda la gente pueda fumar canutos con esa naturalidad (ojo, en la práctica es ilegal pero el gobierno hace la vista gorda con los coffeeshops, ni se te ocurra fumártelos en la calle a riesgo de que te metan un multazo). Pero en Holanda el tema del fumar no sólo está bien visto sino que son muchos padres y madres de familia los que lo hacen con toda naturalidad delante de sus hijos. Así debería ser en el resto del mundo. La maría no es una droga química sino una planta con efectos psicotrópicos totalmente natural, muchísimo menos dañina que el alcohol y cuyos beneficios para la salud han sido demostrados por miles de médicos.

Sólo os recuerdo el dato de que a lo largo de toda su historia (más de 8.000 años!) y usada por todas las civilizaciones, sólo ha sido ilegalizada en dos ocasiones y ambas por los hipócritas gobernantes de Estados Unidos. La primera fue en la I Guerra Mundial debido a que Estados Unidos no tenía plantaciones de cáñamo, planta de la que se extraía el tejido para los trajes de los soldados, los paracaídas y las tiendas de campaña, lo que les colocaba en seria desventaja frente a sus enemigos. La segunda, cuando tras el fracaso de la Ley Seca y la legalización de nuevo del alcohol, se encontraron con miles de agentes de la Policía Antivicio sin un producto «maléfico» al que perseguir y demonizar. Y escogieron la maría como les podía haber dado por cualquier otra cosa.

En cuanto a los coffeshops, mi favorito desde que lo abrieron hace ahora justo 20 años es el Dampkring. Luego con los años se hizo famoso porque allí rodaron algunas escenas de «Ocean’s Twelve» (por dentro es preciosísimo, con esculturas de árboles, paredes psicodélicas y el gato del dueño paseándose entre los clientes) pero lo cierto es que pese a estar en pleno centro (Haarlemmerstraat 44,muy cerquita de la calle Rokin), por fortuna ha sabido mantener su ambiente familiar y la gente que trabaja allí es super agradable. Para más inri, mi amiga vivía justo en la calle de al lado, así que durante años ha sido parada obligatoria antes de subirnos a cenar.

El otro coffee que os voy a recomendar es el Hill Street Blues (Warmoesstraat 52), en el Barrio Rojo. Se llama así por estar cerca de la comisaría ,es bastante pequeñito pero muy acogedor, al fondo tienen unos sofás en U que te dan la impresión de estar en el salón de tu propia casa y encima ofrecen los mejores batidos con helado de todo Amsterdam.

Y sí, ya estamos en el Red Light District o lo que es lo mismo: el Barrio Rojo. Probablemente el barrio rojo más famoso del mundo. Hay gente que se queja de que puede ser sórdido e incluso inseguro, con mucho colgado deambulando por los callejones, pero la verdad es que yo me he tirado años yendo allí a todo tipo de tugurios tanto de día como de noche y jamás he tenido ningún problema.

Vamos primero con las visitas culturales (antes de meternos con lo «otro»). Aquí se halla una de las iglesias más bonitas de la ciudad, la Oude Kerk. Con una antigüedad que data del año 1200, el barrio ha conseguido mantener sus deliciosas casas de época, sus canales plagados de puentecitos…

Por cierto,en el Barrio Rojo (y, pese a ello, pasando totalmente desapercibido para muchos visitantes) se encuentra otro de mis rincones favoritos: el Barrio Chino. Restaurantes asiáticos a tutiplén (de los mejores tailandeses e indonesios en los que he estado jamás), supermercados con productos chinos, lo que nos venía de fábula para comer en casa, salones de masajes y acupuntura… en fin, una gozada. Y como extra, el templo budista más grande de Europa: el He Hua Temple. La entrada es gratuita y ocupa varias manzanas, no dejes de visitarlo.

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En cuanto al Barrio Rojo en sí, pues bueno, la verdad es que tiene su miga… Partiendo de la base de que estoy en contra de cualquier tipo de explotación sexual, tanto de mujeres como de hombres, también es cierto que la erradicación de la prostitución es algo que se ha intentado durante siglos sin éxito ninguno. Por lo que el gobierno holandés decidió seguir la tónica de «si no puedes contra ellos, únete» y lo que hizo fue legalizar el negocio, precisamente para quitarse de en medio la figura del proxeneta (el único que se lucra en esta historia a costa de chicas retenidas contra su voluntad). Aquí la mujer que ejerce la prostitución lo hace sin coacciones de ningún tipo: tienen seguridad social (cobran si se ponen enfermas), sus propios sindicatos, controles médicos y encima no pasan frío medio desnudas en la calle ni están expuestas a que cualquier loco pueda abusar de ellas, al trabajar en recintos altamente vigilados. Es cierto que da un poco de yuyu verlas exponiéndose en los escaparates pero a fin de cuentas, no es tan diferente de lo que se ve en las calles de otras ciudades (lo que sí da repelús es ver a grupos de hombres de negocios japoneses baboseando delante de las cristaleras).

Cartel del Casarosso,el local de shows porno más famoso de Amsterdam

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El Barrio Rojo es sin duda alguna donde mayor oferta de ocio se concentra de toda la ciudad… Si te gusta el rock,no dejes de pasarte por el Excalibur (Oudezijds Achterburgwal 48), en mi opinión el mejor bar de toda la ciudad. Dos plantas con temática motera, billar y la mejor música… En cuanto a conciertos, practicamente todos los días hay bandas internacionales tocando (y curiosamente a precios bastante más asequibles que en España en proporción). Mis salas favoritas, la Paradiso y, sobre todo, la Melkweg (en esta última he visto conciertos chulísimos de gente como Horrorpops, Beatsteaks o Wednesday 13, tiene varias salas diferentes y el sonido es espectacular). Así que no olvides ojear la agenda por si te coincide con algo.

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Por cierto,en la misma calle del Excalibur pero en el número 148 tienes el Museo de la Marihuana, abierto desde hace casi 30 años. Es el único museo del mundo dedicado al cannabis (los menores de 13 años deben ir acompañados de un adulto),recibe casi 100.000 visitantes anuales y en él se explica muy bien los diferentes usos que ha tenido esta planta a lo largo de la Historia. Además, la entrada es bien barata, no llega a los seis euros.

Cambiando un poco de tercio e intercalando por aquí el tema del alojamiento, como comentaba por ahí arriba, la mayoría de las veces me he quedado donde mi amiga, por lo que no puedo recomendar muchos hoteles. Sin embargo, una de las veces que no nos pudimos quedar donde ella por tener visita de unos familiares, tiramos por una página que se llama Citymundo y que tiene ofertas bien interesantes, ya que ofrecen apartamentos, estudios e incluso casas flotantes para alquilar por todo Ámsterdam. Nosotros en esa ocasión escogimos un pisazo precioso del barrio de Jordaan, con su chimenea y todo. Echad un ojo a su web porque seguro que encontráis algo atractivo, sobre todo teniendo en cuenta que los hoteles en Ámsterdam no son nada baratos y especialmente en el Barrio Rojo hay sitios realmente insalubres. Lo de las casas flotantes, desde luego, es una opción magnífica. En los canales de Ámsterdam se “aparcan” más de 2.500 y es una forma bien original de alojarse que añadir al viaje. Estas casas-barco (las houseboat) que ahora son una reliquia exótica, curiosamente alojaron en sus inicios, tras la Segunda Guerra Mundial, a familias humildes que no se podían permitir una casa de ladrillo o madera, para ser relevados años después por comunas de hippies.

Y hablando de barcos, si quieres hacerte una idea general de lo que es admirar Ámsterdam desde el agua, no pierdas la oportunidad de coger un barco de los que recorren los canales, los precios suelen ser entre ocho y diez euros por paseo fluvial y duran aproximadamente una hora. Ámsterdam, con razón, es conocida como la Venecia del norte: hay más de mil puentes repartidos por toda la ciudad.

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El amante de las flores (y el que no, también) ha de realizar una visita obligada al Mercado de las Flores. Es uno de mis rincones favoritos en Ámsterdam y siempre me encanta acercarme a dar una vuelta, aunque la mayoría de las veces no compre nada (mi buena mano con las plantas no llega más allá de losa cactus…) En realidad, podría decir que es un mercado flotante, ya que se apoya sobre unas plataformas encima del canal Singel, y en él se pueden encontrar miles de semillas y plantas de todo tipo. Casi todo el mundo opta por llevarse unas cuantas de tulipán, que para eso es la “flor nacional” y, junto a los zuecos y los molinos, la imagen que siempre asociamos a las tierras holandesas. Por cierto, no dejes la visita para muy tarde, normalmente sobre las 17:00 empiezan a recoger.

Y seguimos con temas botánicos acercándonos al Voldenpark, el parque más grande de toda Ámsterdam, considerado incluso Monumento Nacional. Es una extensión llana y enorme donde en verano es una delicia poder tirarte en la hierba y siempre lleno de niños y bicicletas ,incluso en invierno. El holandés es un pueblo muy concienciado con el medio ambiente y cuidan sus áreas verdes con verdadero mimo.

Ajedrez gigante en las calles de Ámsterdam

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Otro de mis lugares favoritos para pasear en Ámsterdam es la recogidita Plaza Spui. Es sencillamente encantadora, más propia de un pueblecito holandés que de una gran capital. Pequeñita, es el rincón literario por excelencia, ya que aquí concurren algunas de las librerías más importantes de la ciudad como Selexzyz-Scheltema o Nieuwscentrum. Pero además los fines de semana se organiza un mercadillo callejero de libros usados donde a lo largo de los años he ido encontrando auténticas maravillas por cuatro duros. Los domingos también he ido a ojear varias veces el mercadillo de arte, donde se exponen pinturas y creaciones diversas de artistas holandeses. Es, como digo ,un rincón con un bullicio bohemio constante que atrapa sin remedio.

Más secretos de la capital holandesa: Begijnhof. Digamos que es un minibarrio residencial enclavado muy cerquita de la plaza Spui (a veces es difícil dar con la entrada de acceso, si os liais, preguntad). Las casas datan nada menos que del 1346, imaginad la sensación de que aquí el tiempo se haya detenido por completo. Sólo lo puedes visitar hasta las 17:00, a partir de esa hora sólo entran los residentes. En serio, no dejes de visitar esta pequeña vecindad de una cincuentena de casas de cuento. Muchos visitantes a veces ni se percatan de su existencia.

Ya que nos hemos ido hasta los antiquísimos cimientos temporales de Ámsterdam, déjame recomendarte otro lugar que parece pasar desapercibido para los turistas, en beneficio del Museo de Van Gogh (del que hablaré igualmente e imprescindible…pero no por ello excluyente de otros). Este es el Museo Histórico de Ámsterdam, ubicado en un antiguo orfanato (Kalverstraat 92). La entrada cuesta 10 euros y en mi opinión están muy bien amortizados. En él se reúnen casi 80.000 objetos relativos al desarrollo histórico de Ámsterdam y la parte que siempre me sigue sobrecogiendo más es la relativa a la Segunda Guerra Mundial. Holanda fue uno de los países más castigados en Europa por las tropas nazis y buena prueba de ello es la siguiente visita a donde vamos y uno de los lugares más tristemente famosos de la ciudad: la Casa de Ana Frank.

Supongo que habrás leído el libro ya que es un clásico de la literatura universal y uno de los relatos más escalofriantes acerca de las persecuciones que sufrieron los judíos en Europa. Y es tan escalofriante porque está contado a través de los ojos de una niña, asustada y aun así optimista hasta el último momento, escondida durante más de dos años con su familia y otros cuatro judíos entre estas paredes, sin ver la luz del sol, sin sentir el aire fresco, sin poder hacer el más mínimo ruido. Hasta que fueron delatados, enviados a un campo de concentración y el único superviviente fue Otto Frank, padre de Ana. El libro es ni más ni menos que el diario que Ana escribió durante su cautiverio y que a día de hoy, después de la Biblia ,es el libro más leído de la historia de la literatura. Insisto en que visitar la Casa de Ana Frank sin haberlo leído es como ir con gafas de sol al Museo del Prado. Entenderás muy poco del sufrimiento que padeció esa familia durante todos esos meses. Te advierto que hay unas colas kilométricas para entrar (entradas a 9 euros) y que la casa es pequeñísima y sin un solo mueble. Pero es una visita imprescindible.

Monumento a Ana Frank

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El lugar más visitado de toda Ámsterdam, sin embargo, no es este sino el Museo Van Gogh, donde se exponen más de 200 obras del malogrado artista. Si no empatizas con su pintura, lo disfrutarás poco; yo la verdad que soy muy fan de Van Gogh y siempre, vaya pocos o muchos días, encuentro un hueco para darme una vuelta por allí. El propio edifico ya es en sí de lo más original pero lo más importante es que en sus entrañas se encuentran cuadros tan arrebatadores como el famosísimo “Los Girasoles”, “Autorretrato con sombrero de paja” o “Los comedores de patatas”. La pintura de Van Gogh es muy opresiva, la herencia de un hombre que pasó su vida atormentado y abrumado por el dolor, pese a que en su obra se diferencian muy bien las diferentes épocas de altibajos que dirigieron su vida.

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El otro gran pintor holandés, Rembrandt, también es homenajeado por Ámsterdam a la altura que se merece. Estoy hablando de su casa, la Casa de Rembrandt, donde podrás ver in situ su lugar de vivienda y trabajo. Lo puedes combinar en una misma mañana con la Casa de Ana Frank.

Hay otro punto imprescindible en Ámsterdam, la Plaza Leidseplein, donde acabareis muchas tardes. Aquí y en sus alrededores se concentra toda la vida comercial, cultural y de ocio. Bueno,no toda pero sí la más importante. Amsterdam, al igual que Londres, París o Moscú, es una ciudad puntera en lo que a espectáculos se refiere: ojea la agenda cuando pases unos días allí y, aunque no entres, pasa a ver el Teatro Municipal. Luego están las tiendas de ropa, a cientos y con precios perfectamente equiparables a los españoles: cuando yo le contaba a la gente que aprovechaba cualquier viaje a Holanda, como los que van a las rebajas de Nueva York, para renovar el armario, me tomaban a broma. En Ámsterdam la ropa es bien chula y bien barata. Y el calzado más. Aprovecha para hacer aquí tus compras.Con más motivo si es Navidad, que es otra época en la que la ciudad se pone preciosa, llena de adornos.Y eso que yo soy poco navideña pero he ido varias veces en esa época y Ámsterdam está reluciente.

En el cine (antes teatro) Tuschinski, uno de mis favoritos en Amsterdam. Construido en 1921 en art decau,puedes entrar a echar un ojo aunque no vayas a ver ninguna película, los acomodadores suelen ser permisivos con los turistas-no clientes…

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Otra referencia curiosa que os voy a hacer es que mucha gente no lo sabe y se piensan que los molinos están todos en Holanda en el campo, en esas praderas llanísimas. Pero no,en una ciudad como Ámsterdam, no hay uno ni dos sino nada menos que ocho molinos y uno hasta se puede visitar por dentro (el Sloten Windmill, allí hasta se celebran bodas). Y en el Molino de Gooyer incluso funciona un taller de cerveza ,la Brouwerij ‘t IJ. Os dejo las direcciones de los ocho para el que le apetezca pasarse a verlos.

– De Gooyer: Funenkade 5 / – De Gotter: Gillis Van Ledenberchstraat 78 / – Sloten Windmill: Akersluis 10 / – De 1200 Roe: Haarlemmerweg 701 / – De Bloem: Haarlemmerweg 465 / – De 1100 Roe: Herman Bompad 6 / Riekermolen: De Borcht 10 / – D’Admiraal : Noordhollandschkanaaldijk 21

 

Zaanse Schans

 

Hablando de molinos, yo los que siempre recomiendo acercarse a ver son los de Zaanse Schans.P uedes ir en tren desde la Estación Central (el trayecto es muy cortito, quince o veinte minutos, coges el tren dirección Alkmaar y has de bajarte en la parada Koog an de Zaan). En la propia estación verás que hay una máquina expendedora de planos gratuitos del pueblecito (más bien museo al aire libre), para que te orientes un poco. Zaanse Schans quizás peque de algo turístico pero también es comprensible: son la imagen perfecta que uno tiene del paisaje holandés antes de tomar un vuelo hacia estas tierras. Y sí, los molinos siguen en actividad, puedes visitarlos por dentro (previo pago de tres euros) y constituyen una de las visitas más entrañables que pueda ofrecerte los Países Bajos. Cerca de Rotterdam también merecen mucho la pena los de Kinderdijk, casi más bonitos que los de Zaanse, pero como mucha gente sólo va a Amsterdam, los de Zaanse pillan más cerca. Por cierto,en Rotterdam he estado tres o cuatro veces pero no la voy a reseñar en este blog porque es una ciudad a la que, paradojicamente, logro encontrar pocos encantos.

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Gastronomía holandesa

 

Entre tanta visita vamos a ir tocando el tema de la gastronomía. Amantes de los quesos habéis venido al país donde al queso, por su calidad y cientos de versiones diferentes, se le adora hasta la extenuación. Escaparates donde el color amarillo lo inunda todo, como un Rey Sol, y holandeses y turistas van cargados de quesos de todo tipo. Yo aprovecho siempre para traernos a casa un buen cargamento, hay muchos que no pueden conseguirse en España.

Queso Holanda

La “otra” gastronomía holandesa, la que va en un plato, para mi gusto es bastante rácana y escueta pero hay algunos platos riquísimos que te animaría a probar. Uno de ellos, quizás el más conocido, es el rijstaffel. Curiosamente, su origen es indonesio (Holanda ocupó Indonesia durante años) y lo cierto es que su disposición es parecidísima a la que se usa en el país asiático, con varios platos pequeños (como nuestras tapas), ya que este plato holandés se sirve en cuencos pequeñitos. Suele consistir en carne, verduras y arroz, todo ello mezclado en las salsas que uno considere, aunque algunas de las más populares son las de plátano y leche de coco. Como veis, un plato bien exótico como representante de un país que se pasa medio invierno nevado. Los restos que dejan la colonización por el mundo.

Otro plato muy típico es el Stamppot, un plato bastante sencillo a base de puré de patatas, verduras y especias (el holandés tira mucho de la patata debido a lo duro de su clima en ciertas épocas del año). El Stamppot se puede preparar de un montón de maneras distintas, combinando esos tres ingredientes, ahí también entra en juego la imaginación del cocinero. Al holandés le encantan las verduras (es muy famosa la sopa de guisantes) y tira mucho de ellas para buscar combinaciones en sus menús diarios. Paralelamente a la comida local, que como digo es algo escasa en variación, siempre insisto en que en mi opinión, no hay mejores restaurantes asiáticos en Europa que los de Ámsterdam, especialmente japoneses, indonesios y tailandeses. Patead sobre todo la zona del Barrio Rojo si os gusta la gastronomía de Asia. Buena, bonita y barata.

Podría seguir hablando de mil y un rincones que tiene Ámsterdam pero si no, no saldríamos nunca a recorrer el resto del país. Que aunque es muy recogidito,algo mayor que la región de Extremadura, está hasta arriba de pueblos y ciudades interesantísimos. Y con siglos y siglos de historia.

 

EXCURSIONES DESDE AMSTERDAM

 

Marken y Volendam

 

Para empezar, vamos a irnos a algunos lugares relativamente cercanos a Ámsterdam que te permiten hacer la excursión en un día. Unos de los que más me gustan son Marken y Volendam. Hay transporte público (se cogen los buses a la derecha de la Estacion Central,el 116) y como son pequeñitos, los puedes ver en unas horas tranquilamente. Tanto a Volendam como a Marken los he disfrutado tanto en invierno, cuando puedes andar sobre las aguas heladas (mirad las fotos que publico), como en verano, cuando ambos pueblecitos se lanzan a un estallido de color. En ambas épocas son preciosísimos.

En Holanda ¡cuando hiela, hiela! El mar semicongelado (en algunas zonas hasta he podido andar tranquilanente sobre el hielo en varias ocasiones)

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Volendam es un pequeñito pueblo de pescadores de menos de 20.000 habitantes, construido en el siglo XIV en las orillas del río Edam y que a día de hoy, aparte de la pesca, vive sobre todo del turismo. Y no es para menos, como os digo, el pueblo es una maravilla. Casitas de madera de diferentes colores, calles empedradas… Te recomiendo que para acercarte de Volendam a Marken lo hagas en el barquito; tarda poco más de cuarto de hora y las vistas son muy bonitas. En Marken lo más impresionante es ese puertecito minúsculo rodeado de casas de época.

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Hay otra excursión desde Amsterdam que puedes combinar con Volendam y Marken e incluso, si me apuras, hacerla en el mismo día: Edam. Los autobuses también salen de la Estación Central (el 112,114 y 116, el trayecto es de unos 40 minutos y cuesta 4 euros, está a unos 30 kilómetros de la capital). Edam es conocida mundialmente por su queso y de hecho hay un culto extraordinario hacia éste en esta pequeña ciudad, hasta el punto de que en el centro puedes encontrar la balanza pública que se lleva utilizando para pesar quesos gigantescos desde el siglo XVIII. En verano todos los miércoles se organiza un mercadillo quesero en la plaza Kaasmarkt pero si por lo que sea no te coincide ir ese día de la semana, el resto siguen abiertas decenas de queserías, muchas de ellas ubicadas en edificios de época realmente preciosos.

La verdad es que aunque Edam es pequeñito, es una muestra perfecta de lo que supuso en Holanda la Edad de Oro. Paseando por sus canales te toparás con las antiguas casas de té, que antiguamente pertenecían a la nobleza y servían de lugar de descanso en las horas de más calor. Dichos canales he podido disfrutarlos tanto en invierno como en verano. Y os aseguro que nevados están igual de bonitos o más. No puedes irte de aquí sin visitar la Grote Kerk, una iglesia antiquísima con unas vidrieras de quitar el hipo ,la bonita plaza Damplein, corazón de Edam y donde se encuentra el Ayuntamiento, el castillo (patrimonio de la UNESCO) o el fabuloso molino de 22 metros, que es uno de los grandes atractivos de la ciudad.

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Más excursiones imprescindibles desde la capital: la de Keukenhof (literalmente,el Jardín de la Cocina). Es el parque de tulipanes más grande del mundo (¿sabíais que es el lugar más fotografiado de nuestro planeta y una de las cinco atracciones turísticas más importantes de Europa?) y, evidentemente, la época para visitarlo es primavera, especialmente en el mes de Abril, aunque se encuentra abierto entre el 21 de Marzo y el 20 de Mayo. Se encuentra en Lisse y hay varias agencias en Amsterdam que ofrecen visitas de un día pero yo te recomiendo que lo hagas por tu cuenta; pese a que no hay tren directo, puedes irte hasta el aeropuerto de Schiphol y allí coger el autobús 58, que sale cada quince minutos.Si vas desde La Haya,has de coger el bus 89 (funciona sólo de lunes a viernes y sale cada media hora). La entrada para adultos puede parecer algo cara, 15 euros, pero en mi opinión merece muchísimo la pena: son más de quince kilómetros cuadrados con millones de flores y más de 2.500 especies de árboles diferentes y la posibilidad de poder hacer un paseo en barquito por los canales del parque (eso no lo cubre la entrada, son siete euros adicionales).Como os digo ¡un lugar verdaderamente fascinante!

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La Haya

Nos vamos ahora a La Haya (La Hague en holandés,el Recinto del Conde). También puedes ir en el día desde Amsterdam, ya que está a sólo una hora de tren (precio aproximado del billete ida y vuelta, 20 euros). Se encuentra a 60 kilómetros de Amsterdam y en realidad es la capital administrativa y donde se encuentran la mayor parte de las embajadas y edificios oficiales. El caso es que mucha gente se piensa, equivocadamente, que La Haya es una especie de Camberra a la europea y nada más lejos de la realidad. La Haya es una ciudad con un montón de historia que bien merece una escapada, es más, yo te recomiendo que si puedes hacer alguna noche aquí, mejor que mejor. Para dormir os recomiendo el Jorplace Beach Hostel, yo me he quedado un par de veces y aparte de salir muy bien de precio, tienen aparcamiento gratuito y se encuentra en el bonito barrio de Scheveningen, muy cerquita de la playa (esa que inmortalizó Van Gogh en sus cuadros y que, aunque a muchos les cueste creerlo, se pone hasta arriba de turistas con sombrilla todos los veranos).

Uno de los lugares más bonitos de La Haya y que, sin embargo, pasa desapercibido para muchos viajeros, es el fantástico Jardín Japonés, con más de un siglo de historia. Se encuentra en el parque de Clingendael (parece mentira que el parque más bonito de la ciudad fuera en sus inicios una granja con parcela) y fue mandado construir por la baronesa Margarite Mary Van Brienen, quien viajó en dos ocasiones a Japón a mediados del siglo XIX y se quedó tan encandilada con los jardines nipones que decidió construirse uno cerca de su propia casa. Es tal la fragilidad de dicho espacio que sólo permiten visitarlo en fechas muy concretas: del 27 de Abril al 9 de Junio de 09:00 a 20:00 y del 14 al 27 de Octubre de 10:00 a 16:00. Si tienes la suerte de que te coincidan las fechas, hazme caso y no lo dejes pasar, es una auténtica maravilla.

Más visitas: la del Palacio Huis Ten Bosch (“casa de madera”), una de las cuatro residencias de la familia real holandesa. Aunque desgraciadamente no está abierto al público por ser en realidad una vivienda privada, te recomiendo que des un paseo por los alrededores porque merece mucho la pena admirarlo desde fuera, sobre todo sabiendo los acontecimientos históricos que guarda en sus entrañas (aquí vivió el hermano de Napoleon, Luis Bonaparte, y logró sobrevivir a la invasión de los nazis, que pretendieron demolerlo aunque afortunadamente después cambiaron de idea).

El otro gran palacio de La Haya y no a mucha distancia de Huis Ten Bosch es Noordeinde, también conocido como Het Houde Hof. Nació de las cenizas de una antigua granja medieval y durante varios siglos ha sido residencia y lugar de trabajo de la dinastía real holandesa, los Orange. Tampoco está abierto al público por razones de seguridad pero sí que puedes acceder al jardín, cuya entrada es gratuita y donde se hallan los establos y las caballerizas reales.

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Quizás el lugar más bonito para pasear de toda La Haya sea Binnenhof o lo que es lo mismo: el centro neurálgico a nivel político de toda Holanda. Es un enorme complejo de edificios gubernamentales que desde el siglo XV han servido de sede al parlamento holandés, el Staten Generaal. En la Torenje Het (“la torrecilla”) se encuentra desde 1982 la residencia oficial del primer ministro holandés de turno. Esta zona es ideal para pasear si hace buen tiempo, ya que está plagada de zonas verdes, y hay un bonito lago ,el Hofvijver, que fue precisamente el lugar alrededor del cual se empezaron a levantar estas edificaciones gubernamentales a mitad del siglo XV. Por cierto, para los amantes de la pintura, no perdáis la oportunidad de visitar aquí el Mauritshuis, la Galería Real de Pinturas, donde se guardan los famosísimos “La joven de la perla” de Johannes Vermeer y “Lección de Anatomía” de Nicolaes Tulp.

Delft

Una ciudad que se encuentra casi pegada a Amsterdam, a sólo una hora de tren, es la maravillosa Delft. Es otra de las excursiones que recomiendo hacer si tienes algún día libre porque, honestamente, su casco medieval es insuperable. Todo gira en torno a Mark en una urbe antiquisima, con más de un milenio de existencia, donde aún se conserva como reclamo turístico el edificio de las básculas públicas, que dejaron de operar en 1960 y hoy en día funcionan como teatro.

Lo cierto es que Delft ha sabido conservar intactos varios de sus monumentos más emblemáticos: la oostpoort,única puerta de acceso que queda en pie del medievo, la Iglesia Vieja dedicada a San Hipólito (la más antigua de la ciudad), el Visbaken (el Mercado de Pescado) y el Vieeshal (el Mercado de Carne) o la Niewue Kerk, una preciosidad de iglesia de más de cien metros de altura. Puedes terminar la jornada paseando al atardecer por el Oude Delft, el canal más importante de Delft y escenario también de su calle más concurrida.

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Utrecht

Utrecht, que es de la próxima ciudad que voy a hablaros, tiene un montón de lugares atractivos para el viajero pero en mi opinión ninguno que supere al Castillo Haar, para mi gusto uno de los más bonitos del mundo. Es el más grande toda Holanda y responde a ese castillo medieval neogótico con el que todos soñamos desde niños: torres altísimas, fosos, puentes levadizos… es precioso, de verdad. La entrada cuesta 8 euros (no se puede ver al completo ya que sus propietarios actuales residen allí algunas épocas del año). Puedes llegar aquí desde Utrecht (en tren hasta Vleuten y allí el bus 127).

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En cuanto a Utrecht, para mí lo más reseñable son sus gigantescas fortalezas defensivas, que tienen casi 90 kilómetros de perímetro. El más importante de todos estos fuertes es el Fort Bilt, donde en la Segunda Guerra Mundial murieron ejecutadas 140 personas. Otros,como el Fort aan de Klop, hoy en día sirven de refugio para restaurantes, para que veáis la de usos tan diversos que se les ha dado históricamente.

Utrecht también es conocida por la Torre Dom, la más alta de Holanda con 112 metros (se la conoce como el Faro Holandés), si quieres subir hasta arriba (que lo puedes hacer) son casi 500 escalones. Pegadita se encuentra la impresionante catedral gótica y la Universidad. Utrecht, efectivamente, es una ciudad universitaria pero muy tranquila por las noches, nada que ver con el bullicio de Amsterdam (aquí parece que los estudiantes se acuestan pronto). La ciudad más vieja de los Países Bajos, no obstante, ofrece a cambio una tranquilidad muy made in Holland, con canales, bonitas calles peatonales, puentecitos y pequeños parques, los mercados de flores, por no hablar de su centro histórico, tan cuco y recogidito…Vamos, que es una pena que Utrecht sea conocida porque se firmó aquí un tratado hace un cerro de años y no por las preciosas callejuelas que aún conserva.

 

Algunas sugerencias más

 

Como os comentaba, son tantas las veces que he recorrido este pequeño país de arriba a abajo que esta entrada de blog podría ser infinita. Por ello, creo que la mejor forma de acabarlo es recomendaros ya a modo de resumen final algunos de los lugares de la geografía holandesa que a mí más me gustaron.

GRONINGEN: Una de las ciudades poseedoras de la fusión absoluta entre arquitectura de época y arquitectura modernista. Con una de las plazas más animadas de todo el país, la Grote Markt.

Groningen

HAARLEM:Muy cerquita de Amsterdam y la que dió el nombre al célebre barrio neoyorkino, ya que muchos inmigrantes holandeses fueron los fundadores. Es muy pequeñita (pero siempre llena de visitantes, es preciosa), con sus curiosos hofjes (asilos visitables los fines de semana), las animadas calles peatonales y la posibilidad de acercarte desde aquí a Overdeen, un curioso pueblecito enclavado en plena naturaleza y lugar de retiro de muchos holandeses.

ZONA DE ZEELAND: Sí, Holanda tiene playas y además bien bonitas (y bien limpias). Este área del sur del país posee un interesante pasado vikingo y ofrece unas construcciones de diques únicas en el mundo (recordad que Holanda continuamente le está ganado terreno al mar). A mí uno de los pueblos que más me gusta en esta región es Veere, con un puerto marítimo encantador.

LEIDEN: Como una pequeña Amsterdam. Surcada por decenas de canales, es el hogar natal de Rembrandt (aún se conserva la escuela donde pasó sus años de infancia y su estudio de pintura).

MUIDEN: Más que la ciudad, interesa su castillo, el Muiderslot. Se puede hacer perfectamente la excursión desde Amsterdam en una mañana.

VALKENBURG AAN DE GEUL: En mi opinión, donde encontrarás el mercado navideño más bonito de todo el país. Un mercadillo subterraneo, toda una experiencia. Es recomendable que aproveches la visita para acercarte a ver las ruinas del antiguo castillo.

GIETHOORN: Prohibido circular en sus calles y con más de 150 puentes. El pueblo con más encanto de todo el país de los tulipanes.

Giethoorn

2 comentarios

  1. Pocas veces he leído un artículo tan completo sobre Holanda, ¡muchas gracias! Me apunto varios sitios que no conocía para la próxima vez que vayamos por allí 🙂

  2. Gracias Mar! La verdad es que Holanda es un país fascinante pese a lo pequeño que es y ha sabido conservar impecablemente su patrimonio. ¡Espero que volváis pronto!

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