Este fin de semana, aprovechando que hemos estado haciendo una pequeña ruta por Castilla-León, decidimos acercarnos a conocer Peñafiel, en la provincia de Valladolid, una de las villas con más solera de nuestro país. Con más de un milenio de antigüedad, este pequeño pueblo castellano que en la actualidad apenas cuenta con 5.000 habitantes, constituyó sin embargo en la Edad Media uno de los enclaves más importantes de nuestro país gracias a que el infante Don Juan Manuel, príncipe de Villena, lo estableció como su residencia y dentro de sus lindes tomó las decisiones que repercutían en su posterior gobierno estatal. En 1256 consiguió el título de Fuero Real concedido por el rey Alfonso X el Sabio y en su época más brillante llegó a contar en su haber con casi una veintena de iglesias, convirtiéndose en uno de los centros religiosos más importantes de toda Castilla. Su posición destacada en los siglos posteriores, sin embargo, no tendría un orígen histórico sino vinícola ya que aquí se fundó en 1927 la primera bodega de la Ribera del Duero, junto al Rioja la denominación de orígen más conocida y mejor reputada de España, que cada año exporta millones de botellas de vino a todo el mundo. En algunos de los establecimientos de Peñafiel podías encontrar sin esforzarte mucho botellas que fácilmente sobrepasaban los 200 euros, prueba del pedigrí que se gastan los vinos de la zona. Pisar este área y no degustar alguno de sus deliciosos licores de dioses casi puede considerarse un sacrilegio.




