Probablemente,uno de mis viajes mas anhelados desde jovencita, quizás porque California representa a la perfección nuestra idea del Estados Unidos mas profundo. Anteriormente, ya había estado en Nueva York pero eso es como comparar Portugal con China: incluso siendo ambas de los lugares más emblemáticos del pais,son como la noche y el día. Así que era como un estreno en un pais nuevo.

Nuestra idea era volar en Navidades a San Francisco y alli alquilar un coche para recorrer California. El vuelo, sorprendentemente, nos salio tirado pese a volver el mismo 31 de Diciembre: 600 euros con American Airlines. La escala la realizábamos en Philadelphia y confiábamos en que las tres horas entre un avion y el posterior serian mas que suficientes para los tramites aduaneros. Que ilusos fuimos. Casi 4 horas de espera interminable para pasar los trámites, perdiendo la conexión a San Francisco. Pero el tráfico aéreo es tan intenso en todo EEUU que nos ofrecian la posibilidad de volar a Los Angeles y de alli a San Francisco, llegando solo una hora después de la hora prevista. Pues perfecto.

Esto nos permitio ver la inmensidad de L.A. desde el cielo,un espectaculo impresionante, sobre todo si,como nosotros,lo presencias de noche. Yo ya habia estado hacia años en Mexico DF,que con sus 23 millones de habitantes es la tercera ciudad mas poblada del planeta,y posteriormente en Tokio (34 millones,se dice pronto). Pero la sensación de inabarcabilidad que nos ofreció L.A. a miles de metros de altura era algo indescriptible. 18 millones de almas repartidas en mas de 10.000 kilometros cuadrados.Y es que L.A. en realidad no es una ciudad, son decenas de miniciudades conectadas por gigantescas autopistas de seis carriles, conformando una urbe realmente monstruosa. Desde alli arriba,daba hasta vértigo…

Cuando por fin aterrizamos en el aeropuerto de San Francisco, eran las once de la noche y estábamos agotados tras casi un dia entero de viaje y haber atravesado el Atlantico y Estados Unidos por completo, aparte de unas cuantas franjas horarias. Asi que buscamos un motel cercano al aeropuerto y al dia siguiente ya iriamos a la ciudad al hostal en el que teníamos reserva. Fue nuestro primer contacto directo con California: dormir en un motel de carretera americano. Y si,son exactamente igualitos a los que siempre vemos en las películas. Con habitaciones enormísimas que mas bien parecen apartamentos, sus parkings gigantescos… y su cartelito pertinente de No Smoking. A fumar en la puerta de la habitacion con la chaqueta encima del pijama (aunque el clima de California sea parecido al del Mediterraneo, recordad que era pleno Diciembre y San Francisco esta muy al norte, de hecho, en sus playas no te puedes bañar ni en verano a no ser que seas un temerario). Repaso por la tele a los principales informativos yankees y la misma sensación que en NY: en los telediarios de alli solo se habla de USA, de USA, de USA y a veces hasta de Israel. El resto del mundo no existe y si existe,a ellos les importa un rábano.

Madrugamos para coger temprano una de las vans (furgonetas) que desde el aeropuerto te acercan a San Francisco. Teníamos reserva en el hotel San Remo, que en realidad es un hostal, pero fue uno de los aciertos del viaje. Por que? pues porque para empezar no queríamos estar en la zona de Union Square, que es donde se suelen ubicar los hoteles de la ciudad, porque pese a que durante el dia es una zona muy animada de oficinas y tiendas,por la noche el panorama cambia completamente y se concentran los miles de vagabundos y homeless de la ciudad. SF tiene el dudoso honor de albergar la mayor comunidad de sin techo de todo el pais (se rumorea que el Ayuntamiento de NY pagaba a los vagabundos neoyorkinos un billete de bus hasta San Francisco para que se mudaran a vivir alli,argumentando que el clima era mejor y no morirían de frío en invierno). Es vergonzoso como el gobierno se ha desentendido de miles de personas,muchas de ellas alcoholicas y con problemas mentales,otros tantos antiguos combatientes de la guerra de Vietnam que lucharon por los intereses economicos de un pais desagradecido con sus propios ciudadanos, que vagan por las calles sin rumbo en un espectáculo desolador. Las dos caras de la moneda de una ciudad y una nacion donde conviven puerta con puerta los mas ricos con los mas deshauciados.

Otro de los motivos por lo que lo escogimos, aparte de su cercania a Little Italy, Lombard Street y el embarcadero, era que nos parecia mas agradable dormir en un lugar menos impersonal que un hotel y en cuanto llegamos,nos encanto. Es lo mas parecido que puedes encontrar a vivir en una tipica casa norteamericana. Os dejo un par de fotos de Tripadvisor,ya que nosotros no hicimos ninguna. Nos salio bastante barato (unos 70 dolares la doble con baño compartido, teniendo en cuenta el alto precio de los hoteles de la ciudad). Todo impoluto y con un ambiente muy hogareño;ademas, en esa epoca no habia tantos clientes como en verano y apenas tuvimos que esperar para ducharnos. Enfrente tienes una cafeteria bastante molona para desayunar y en la esquina un supermercado gigantesco pero con la ventaja de estar en una zona practicamente residencial.

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Tras un brunch rápido (qué gran invento lo del brunch! por qué no se implantará esta costumbre gastronómica en Europa?) comenzamos en un día nuboso, clima habitual en la ciudad por su curiosa situación geográfica, nuestro periplo por la mítica San Francisco. Junto a Nueva York y Las Vegas, probablemente la ciudad más cinematográfica del mundo. ¿Quién no evoca al oir su nombre esas persecuciones de coches en las películas policiacas, a toda velocidad por las calles empinadísimas? O la silueta del puente Golden Gate en el horizonte, la isla de Alcatraz, las coloridas calles de Chinatown, los tranvías de hace un siglo… San Francisco quizás para muchos de nosotros signifique la ciudad más bonita y mágica de todo el territorio norteamericano. Y, por qué no, la más interesante en muchísimos otros aspectos.

A sólo diez minutos andando de nuestro hotel se encontraba la que seguramente sea la librería más famosa del mundo: la City Lights,esta que podéis ver en la parte derecha de la foto. De allí surgió la Beat Generation, una corriente de escritores nacida en los años 50 que cambió radicalmente el concepto de literatura estadounidense. Funcionando desde 1953, este templo literario acogió en su seno a genios de la pluma como Jack Kerouac, Gregory Corso o Allen Ginsberg, y está considerada un referente para millones de personas en todo el mundo. La generación beat tuvo su máxima expresión en el libro «En el camino», una novela que ha sido la referencia absoluta para muchísimos viajeros y del que se siguen editando 100.000 ejemplares al año.

Por cierto,ese edificio piramidal que se asoma a la izquierda es la torre Transamerica, el más alto de la ciudad, 246 metros distribuidos en 48 plantas… cerradas a los visitantes,sólo se permite la entrada a trabajadores de las empresas allí ubicadas. Pero también es un lujo admirarlo desde el exterior. Cerca de aquí se encuentra el Cafe Trieste, donde Francis Ford Coppola escribió el guión de «El Padrino».

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A partir de dicho edificio comienza el distrito financiero, es decir, el que es centro y vida de San Francisco. Al menos,hasta que dura el horario comercial… Pero «nuestro barrio»,donde se ubica nuestro hostal y la citada City Lights, es North Beach,, una especie de Little Italy, como un oasis entre los rascacielos, con clubs de jazz, restaurantes italianos y tiendas pequeñitas, un remanso de paz en el caos del bullicio de una ciudad gigantesca. Cuando paseábamos por las noches,era como hacerlo por un pequeño pueblecito americano que viviera al margen de la gran ciudad.

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En North Beach se encuentra la que según el libro Guiness de los Records está considerada la calle más sinuosa del mundo: Lombard Street. Esta es sólo una de las 8 curvas que equilibran el desnivel del casi 30% que sufre la calle.

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Cuando logres llegar a la cima de Lombard Street, en el barrio de Russian Hill ya, descubrirás que a sólo unas decenas de metros te esperan una de las mejores vistas de la famosísima isla de Alcatraz, aquella que popularizó Clint Eastwood. Conocida también como La Roca, funcionó como prisión federal hasta el año 1963, y desde 1972 la isla está catalogada como Parque Nacional. Durante sus 29 años de vida, las autoridades se jactaron de no haber tenido ninguna fuga. Hasta que el 11 de Junio de 1962 tres presos (Frank Morris, John Anglin y Clarence Anglin) lograron escapar tras el éxito de un rebuscado plan que maquinaron durante meses y que,como dije antes, el señor Eastwood llevó al cine en «La fuga de Alcatraz». Sus cuerpos jamás se encontraron (se dice que acabaron viviendo escondidos en Brasil) y la teoría de que no se podía llegar a tierra nadando se desmontó cuando comenzaron a hacerse triatlones, aunque eso sí, los nadadores iban equipados con trajes de neopreno. La distancia hasta la costa de San Francisco es de poco más de dos kilómetros.

Pese a su fama como prisión «dura», en realidad Alcatraz era en su época de las mejores del país. Tenía pocos presos (poco más de doscientos), la comida era buena, las celdas eran individuales y tenían agua caliente, aparte de un montón de actividades; por poner un ejemplo, Al Capone, nada más llegar allí, formó un grupo musical con el que tocaba el banjo. Nunca llegó a ver una sentencia de muerte (de hecho, no tenían death row)

Algunos de sus «huéspedes» más ilustres fueron Al Capone, George «Machine Gun» Kelly y James Butler. Para visitarla, has de coger uno de los ferries que salen del Pier (Muelle) 33. Toda la información necesaria la puedes encontrar en Alcatraz Cruises .

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Una de las grandes atracciones turísticas de SF, un auténtico reducto del pasado, es el Cable Car. Hace más de un siglo, los habitantes de la ciudad, hartos de subir las empinadas cuestas con sus coches de caballos, presionaron al ayuntamiento para la instalación de sus famosos tranvías. Funcionando desde 1874 e inspirados en las viejas vagonetas de las minas californianas, el tranvía se ha visto relegado debido a la aparición de transportes más rápidos y eficaces a un papel casi testimonial. Actualmente, sólo se mantienen tres líneas en activo; la más famosa de ellas es la Powell-Hyde. Es un espectáculo precioso ver al final del trayecto el cambio de dirección, un proceso que,como los viejos artesanos, aún se sigue haciendo a mano,lo que provoca los aplausos para el conductor de turno, un artista en vías de extinción. Tradición que esperamos nunca se pierda; no obstante, el Cable Car fue declarado Patrimonio Histórico Nacional en 1964 y uno de los museos más curiosos de San Francisco es el dedicado precisamente a este curioso medio de transporte.

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Y si hemos llegado hasta el punto de salida de los tranvías es porque nos encontramos ya en Market Street,en pleno del distrito financiero. Digamos que Market supone a SF lo que la 5ª Avenida a Nueva YorK: es el corazón de la ciudad. En ella y sus aledaños se encuentran algunos de los comercios más importantes y carismáticos, a destacar los impresionantes Macy’s, una especie de versión yankee de El Corte Inglés, siempre a rebosar de gente, con algunos de los restaurantes más lujosos que conviven, mano a mano, con los mendigos que arrastran sus carritos mientras la gente gasta,gasta y gasta (es increible el amor de la gente de SF por las compras). Tuvimos la suerte, gracias a las fechas navideñas, de encontrarnos el centro decorado para la ocasión, ya sabéis que para estas cosas los estadounidenses no reparan en gastos.

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Para los fans de Mac, recomendaos que no os perdais el increible megastore de Apple (a mi chico yo le tenía que sacar a rastras). Justo enfrente tienes la sede de Virgin Music, donde puedes encontrar un buen surtido de discos. Y el espectáculo callejero, con gente practicando breakdance, totalmente gratuito.

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Otra típica estampa de las calles americanas: las escaleras en el exterior de los edificios. ¿Cuántos miles de escenas se han rodado a su costa?

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Entrada a los citados almacenes Macy’s, hasta arriba de clientela. ¡Es Navidad!

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La zona centro de San Francisco da un juego inmenso. En ella se encuentra la concurrida Union Square, con sus edificios de oficinas; muy cerca, el mítico Hotel St. Francis, inmortalizado en «El Halcón Maltés», los edificios públicos del Civic Center (muy cerca se encuentra la plaza Hallidie, donde podrás recoger información turística en su Centro de Visitantes), el precioso Ayuntamiento, inspirado en la Basílica de San Pedro de Roma, el War Memorial Opera House y el Veteran’s Building. Recordaos que la zona al sur de Market es bastante peligrosa por la noche; nosotros fuimos a un concierto alli y agradecimos muchísimo que unos amigos nos llevaran de regreso al hostal en coche:evita este area de madrugada. Aun así,de dia merece la pena visitarlo: es un barrio muy étnico, con miles de tiendasde baratijas, y allí se ubica el prestigioso SoMa, el Museo de Arte Moderno.

Tiempo para Chinatown, la comunidad china más grande del mundo (después de la propia China,claro). Aquí es muy común que haya chinos que pese a vivir en San Francisco desde hace 30 o 40 años,no hablen ni una palabra de inglés (por eso un alto porcentaje de los policías en este distrito son, precisamente, chinos). Chinatown es un mundo mágico al que se entra a través de la bellísima Chinatown Gate,la misma que cruzaron los primeros chinos que llegaron a mitad del siglo XIX para trabajar en la construcción del ferrocarril. La arteria principal de Chinatown es Grant Street, colorida, atiborrada de tenderetes, herbolarios y restaurantes de cualquier tipo de gastronomía asiática. Aún parece olerse esa decadencia que impregnaba el barrio antiguamente,cuando era sede de fumaderos de opio y casinos ilegales. En esta misma calle se encuentra el templo de Ching Chung y la iglesia de Old St. Mary’s, la primera catedral católica del país. En Ross Alley podreis encontrar la Golden Gate Fortune Cookie Factory, donde se elaboran las afamadas galletitas de la fortuna. Chinatown es un clásico dentro de las visitas a San Francisco, tanto que recibe más personas que el Golden Gate.

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Los que gusteis de la comida china, sobra recordarlo, indispensable que comais aqui. Comida china auténtica que poco se parece a la que nos sirven en Occidente. Por suerte. Y por cierto,aunque menos conocido, en San Francisco también hay un Japantown al sur de Fillmore Street con una pagoda de cinco pisos,restaurantes japoneses e incluso baños tradicionales.

Hablando de Japón, vámonos a uno de los parques más bonitos del mundo: el Golden Gate Park. En sus entrañas se esconde, como un tesoro secreto, esto…

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Es el impresionante Japanese Tea Garden, un parque japonés que se creó en 1894 para una exposición… y para deleite nuestro, aquí se quedó. La entrada cuesta 7 dólares que pagué encantada, no obstante era uno de los sitios que más ganas tenía de visitar, y vaya si mereció la pena. Si quereis visitarlo, recordad que cierra las 18:00;si teneis la misma suerte que tuvimos nosotros y pillais buen tiempo,os va a parecer delicioso pasear por alli. Las fotos describen mejor que yo cómo es el jardín…

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El resto de Golden Park es el pulmón de San Francisco,un lugar donde la gente va a montar en bicicleta y desconectar del trabajo. Alberga el Conservatorio de las Flores, un invernadero de fauna tropical (visitable hasta las 17:00, 9 dólares), la Academia de Ciencias de California,el Museo de Arte Asiático y los Jardines Botánicos, todo ello entre colinas, arboledas y lagos. Y hasta una estatua que nos emocionó mucho, dedicada a Miguel de Cervantes y sus Don Quijote y Sancho Panza… allí, en el USA profunda… precioso detalle!

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Y para otro detalle bonito, el que brinda el ayuntamiento a sus ciudadanos. Previo pago y en recuerdo a los seres queridos que ya no están (quizás te sentaste con ellos en uno de estos bancos) puedes grabar su nombre en una plaquita metálica…

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Más visitas imprescindibles: la del barrio de Castro. No porque aloje grandes monumentos, al contrario, sino porque fue de donde partieron todas las reivindicaciones gay a mediados de los 60 y convirtió a San Francisco en la ciudad líder en movimiento homosexual (George Bush, en su época de presidente, enviaba aquí a su esposa Bárbara a dar los discursos,ya que aquí su caracter conservador y retrógrado no es muy bien recibido, obviamente). Castro en un principio era un barrio como otro cualquiera, fundado por inmigrantes irlandeses. Pero cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, el ejército se encontró con más de 10.000 soldados, tanto hombres como mujeres, que declararon públicamente su homosexualidad. La mayoría de ellos vinieron a vivir a San Francisco, a la espera de un juicio militar, y escogieron Castro para quedarse a vivir. Una figura clave dentro de la reivindicación de los derechos de los homosexuales fue el concejal gay Harvey Milk (recordaréis la película que protagonizó Sean Penn), quien tenía en Castro su tienda de fotografía y que acabó siendo asesinado junto al alcalde de la ciudad. Hoy la ciudad le rinde tributo con una plaza que lleva su nombre. Os aconsejamos que la visitéis, así como el Teatro Castro, donde se proyectan muchas películas de temática LGTB. 

Castro es un barrio muy bohemio que puedes combinar con la visita a otro barrio mítico, el de Mission, donde se concentra gran parte de la población hispana de la ciudad y donde comimos en un mexicano fantástico. Aquí se encuentra el edificio más antiguo de la ciudad, la Misión Dolores, que fue de los pocos que quedó en pie tras el terremoto de 1906. En Valencia Street encontraréis un montón de librerías y cafeterías (es un lugar con un montón de ambiente) y merece la pena acercarse a ver los murales de Clarion Alley, donde un montón de artistas desde los años 70 han decorado las paredes.

La proximidad de nuestro hostal a Fisherman’s Wharf, antiguo puerto pesquero y actualmente un embarcadero para mi gusto demasiado infestado de tiendas de souvenirs, nos llevó a pasear por allí varias mañanas.Como curiosidad,comentaros que aquí se encuentra atracado el buque Jeremiah O’Brien, que participó en el desembarco de Normandía y en cuya sala de máquinas se rodó la escena del choque con el iceberg en la película «Titanic». En el Pier 39 podrás ver elefantes marinos y no olvidéis que está seriamente penalizado darles de comer o molestarles. Aquí también se hallan el Museo Marítimo de San Francisco y el USS Pampanito, un submarino de la Segunda Guerra Mundial.

 

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Ahí arriba me tenéis con el Golden Gate a mi espalda, la imagen más conocida de San Francisco y hasta 1964 la estructura en suspensión más larga del mundo. Curiosamente, se construyó en sólo cuatro años y la intención inicial era haberlo pintado de amarillo y negro. Los peatones y ciclistas pueden atravesarlo durante las horas diurnas por la acera este (los fines de semana por la contraria). Tristemente conocido por las más de 1.500 personas que se han suicidado tirándose al vacío (entre ello Roy Raymond, el fundador de Victoria’s Secret), el ayuntamiento decidió instalar en el puente lo que aquí conocemos como «teléfono de la esperanza», para ver si podían hacer cambiar de opinión a los suicidas, aunque fuera a última hora.

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Las agotadoras cuestas

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Típicos expendedores de periódicos yankees

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Y si hay un barrio del que aún no he hablado, en el que de un modo u otro acabábamos todas las tardes, éste es Haight Ashbury. El barrio hippie por excelencia, el punto de partida del Summer of Love, una revolución social que en el invierno de 1967 (no en verano) atrajo a más de 100.000 jóvenes que llegaron de todos los puntos del país con la intención de drogarse y proclamar el amor libre. Fue también el punto de destino de muchos músicos de la época como Janis Joplin (quien pintó las paredes de su casa de negro), Jimi Hendrix (en cuyo homenaje San Francisco celebra cada 13 de Septiembre el día de Jimi Hendrix) o Grateful Dead, que escogieron Haight para vivir.

Hoy en día, esas preciosas casas victorianas (maravillosas! espectaculares!) acogen sin embargo a gente de mentalidad liberal pero de posición más acomodada y es aquí donde se pueden encontrar las tiendas de ropa más alternativa (qué vicio), restaurantes que se salen de la norma, mucho músico, tiendas de discos y merchandise musical por todos lados. Aun así,todavía se pasean por allí muchos hippies nostálgicos y se mantiene la atmósfera de autenticidad. Ya que estáis en esta zona, aprovechad para ir a ver las Painted Ladies, unas preciosas casas victorianas que se encuentran en Alamo Square. Desde Market,puedes llegar hasta aquí en los minibuses 7 y 71, o el 37 desde Twin Peaks.En el 710 de Ashbury Street se conserva el que fuera hogar de la banda Grateful Dead,en un edificio que data de 1890. Para comer,os recomiendo el restaurante caribeño Cha!Cha!Cha! y el People’s Cafe, este último con unas vistas excepcionales del movimiento de la calle. Desde allí podéis ir paseando hasta Buena Vista Park.

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Indispensable para los melómanos, ya en Haight, la visita a Amoeba, la que está considerada la tienda de discos más grande del mundo. Entrar allí es volverse loco y dejar la VISA en números rojos. Tienen una sección gigantesca de Cd’s de segunda mano (a 1,99 dólares), millones de vinilos, posters, libros… todo lo que imagines es poco. Nosotros todas las tardes volvíamos cargados de bolsas,hasta que optamos por tirar todas las cajas de los discos y venirnos sólo con los Cd’s y las portadillas;de otro modo,hubiéramos pagado en el aeropuerto un sobrepeso descomunal.

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Nuestros primeros días en San Francisco llegaban a su fin. A la desesperada buscamos un coche de alquiler para salir de la ciudad,ya que era casi Navidad y en casi todas las agencias nos recibían con un desesperante «no nos quedan coches disponibles» (eso la que encontrábamos abierta). Finalmente,logramos contratar en Hertz un Mustang guapísimo y con él, por esas cuestas que nos obligaban a casi ni quitar el freno de mano,nos despedíamos de San Francisco.

Aquí te dejamos el programa que dedicamos a San Francisco en La Ruta 61 de Radio Viajera…

Y si quieres saber más sobre California, escucha nuestros programas…

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