Parece que mi sino con Dinamarca es pasar por el país siempre deprisa y corriendo. O daba la casualidad de que mis escalas aquí siempre eran demasiado cortas como para no acercarme ni unas horas a la capital o pasaba fugazmente en tren por Dinamarca camino de Helsingborg (Suecia) o me mandaban a un viaje de trabajo a Billund (en la provincia de Jutlandia) y apenas me quedaron unas pocas horas para visitar la ciudad.

Y esta vez pues fue un fin de semana en Copenhage antes de proseguir en un viaje a Suecia. Pero me dije ¡ya sí que no! ¡Al menos un par de días en tierras danesas! Por cierto, no busques en este blog ninguna foto de La Sirenita porque no vas a encontrarla. Será probablemente la imagen más conocida de la ciudad pero se encuentra bastante alejada del centro y pasé de desperdiciar unas horas muy valiosas en ir a ver una estatua que, para más inri, es pequeñísima.

 

Antes de nada: Dinamarca es cara, muy cara. Probablemente, después de Noruega, el país donde más cuesta «vacacionear» en toda Europa. Hazte a la idea de que, por poner un ejemplo, un menú básico del Burger King cuesta casi 12 euros. Os lo digo para que os mentalicéis de que aquí el dinero cunde bastante poco y sólo en dos o tres días os podéis dejar una pasta. Es cierto que la ciudad se puede recorrer bien andando. Pero todo lo demás es un contínuo chorreo de dinero.

 

Una de las pocas cosas que sí salió bien de precio fue el vuelo, 130 euros con Scandinavian Airlines, directo Madrid-Copenhague. Si quieres alojarte en el centro y encima por poco dinero, complicado; nosotros después de mucho buscar al final nos quedamos en el Danhostel Copenhagen Downtown, que está muy céntrico y las habitaciones no eran muy minúsculas. Aún así, 75 euros la doble con baño compartido. Eso sí, la cafetería de abajo es fantástica, los chicos jovencitos que trabajan allí te echan un montón de cables con las visitas y encima preparan un té estupendo.

 

La época en la que estuvimos allí en mi opinión es la mejor para visitar cualquier país escandinavo (Mayo/Junio). Ya hace calorcito (estuvimos practicamente todo el fin de semana en manga corta) pero aún no han llegado las marabuntas de turistas del mes de Agosto, que en ciudades pequeñas como Copenhague su presencia abusiva se nota, vaya sí se nota.

 

De las cuatro capitales escandinavas, Copenhage es la mayor (1.700.000 personas) y probablemente la que tiene un mayor «ambiente» (dentro de lo que es Escandinavia,eh!!), quizas porque aunque aquí en invierno hace un frío que pela, está mucho más al sur que Oslo, Estocolmo y Helsinki, y eso se nota en que al danés le gusta mucho más la calle que a sus paisanos norteños. Fijaos cómo está la calle un domingo por la mañana.

 

Copenhague

 

Kobenhavn, que es como en realidad conocen los daneses a Copenhague (El Puerto de Mercantes), es una ciudad cara, sí, pero la verdad es que es tan bonita, limpia, ordenada y tan prototipo de capital escandinava que hasta cierto punto entiendes que aquí la gente cobre esos sueldos y tengan la calidad de vida que tienen. Porque eso cuesta un montón de dinero y Copenhague es de esas pocas ciudades que vas paseando y sí tienes la impresión de que su ayuntamiento se gasta los impuestos en mantenerla, hacerla agradable y que ayude a sus habitantes a estar contentos. Pero es que en lides sociales los escandinavos nos llevan años de ventaja.

 

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Si no, no se explica que Copenhague acoja la única comunidad de este tipo que existe en Europa, Christiania, que fue el primer sitio que fuimos a visitar, yo llevaba años queriendo recorrer sus calles, así que os voy a hablar de él. Porque el barrio es alucinante.

 

Christiania, para que nos entendamos, es una comunidad-estado independiente en la teoría pero también la práctica. En realidad es bastante pequeña, sólo unas mil personas, pero esto no impide que tengan una autogestión absoluta respecto a sistema educativo, limpieza de calles, sus propios periódicos y misoras de radio (tienen hasta su propia cerveza,tómate una si vas por allí que no están nada malas,eh!)… Pero veamos de donde viene todo esto.

A principios de los 70, unos barracones militares abandonados en la parte este del barrio de Christiania empezaron a ser ocupados por artistas, hippies, músicos, activistas políticos e intelectuales de todo tipo. El sueño de todos era crear una comuna gigantesca con autogobierno, lo que les llevó a años de batallas campales contra la policía; en los 80 el asunto se recrudeció por el tema de que allí las drogas campaban libremente, de hecho allí actualmente puedes comprar marihuana y hachís en los puestos callejeros de la calle Pusher, lo que empujó a todavía más redadas policiales. Al final, el gobierno danés, harto del tema, acabó cediendo y permitió la existencia de Christiania como «experimento social» (y porque bobos no son, esto atrae a viajeros de todo el mundo), aunque a cambio los «christianitas» han empezado a pagar impuestos, tras años de batallas en los tribunales se llegó a llevar el tema de Christiania ante las Naciones Unidas.

 

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Cuando sales de Christiania y entras en Copenhague, cartelito de la «aduana»…

 

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Pocas ciudades del mundo pueden decir que su «monumento-estrella» es…un parque de atracciones. Y más si eres la capital de Dinamarca. Pero así es y es que el Tívoli es un parque de atracciones muy especial y un lugar muy querido por todos los daneses,aparte de sentirse muy orgullosos de él. Aquí han tocado (y lo siguen haciendo) las más importantes bandas locales e internacionales y no hay día que no esté hasta los topes.
 

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El Tivoli es el parque de atracciones más antiguo del mundo, se construyó a mediados del siglo XIX.Dentro también hay algunas atracciones modernas (las menos) pero en realidad eso no es lo que les importa a los daneses.Ellos no van buscando la última súper montaña rusa sino un lugar más parecido a un parque de recreo donde llevar a los niños a un día de campo y que las atracciones sean bonitas y mantengan el encanto de antaño.Y vamos que si lo consiguen.Todas estas fotos de abajo lo atestiguan.
 

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La entrada cuesta unos diez euros y no da acceso a las atracciones, sólo la visita al parque. Pero la verdad que sólo por pasear por allí ya merece la pena pagarlo. Además, el Tivoli no es una turistada ni lo han llenado de puestos de souvenirs (¡sí señor!) sino un lugar real de esparcimiento de los escandinavos, así que si no están en inglés las cartas de los menús, eso ya te dice de la autenticidad del Tivoli. Por cierto, si quieres cenar allí, recuerda que sólo se sirven cenas calientes hasta las ocho. Y que dos noches a la semana ofrecen espectáculo de fuegos artificiales y constantemente organizan conciertos al aire libre.

 

El Tivoli está muy céntrico, bastante cerca del corazón de la ciudad, Hovedbanegarden, o lo que es lo mismo: Central Station.A un paso, Radhuspladsen, la plaza central de la ciudad, principal punto de transportes de toda la capital.Y a eso le sumas un montón de bicicletas para allá y para acá, que en Copenhague son muy de bici…

 

Radhuspladsen acoge al imponente Ayuntamiento, construído en 1903.Y cuando digo imponente, no exagero,toda su fachada esta decorada pon personajes de la mitología nórdica como dragones y serpientes. Puedes subir a su torre de 105 metros para tener unas buenas vistas de la ciudad.

 

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Esto de aquí abajo es Nyhavn (Puerto Nuevo),la imagen más conocida de la ciudad. Pero claro, como para no fotografiarla una y mil veces. Es preciosísima. Antiguamente, aquí se agolpaban los burdeles y los bares de los marineros; en la actualidad, sus bellísimas casas del siglo XVII albergan restaurantes y cafeterías siempre plagadas de gente. Hans Christian Andersen vivió en tres casas diferentes de la zona y el día de su cumpleaños, el 2 de Abril, se puede ver a un actor disfrazado del famoso escritor paseando por el puerto. El ambiente de Nyhavn es muy risueño, sobre todo porque están anclados un montón de barcos antiguos de madera y se conserva aún muy bien su ambiente marinero.No obstante,a ver de qué países salieron los vikingos.

 

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Iglesia de Nuestro Salvador (Vor Frelsers Kirke en danés)

 

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Algunas fotos de las calles danesas

 

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Uno de los mejores clubs de la ciudad, el The Rock! Encima te dejan fumar dentro y la cerveza, curiosamente, no está muy cara…

 

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Indispensable,por último, acercarte a ver el Palacio Real de Amalienborg, la residencia de invierno de la familia real danesa.Y si quieres ver su cambio de guardia,recuerda que es a las 12:00.

 

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