Hace unos días os subí una crítica de un libro de Carmen Grau, «Amanecer en el Sudeste Asiático». Me gustó tanto que decidí ponerme con otro de sus libros de viajes, «Hacia tierra austral», que escribió unos meses después de su aventura por Asia. Pero esta vez se imponía la filosofía del más difícil todavía: ir desde España hasta Australia, en el otro lado del mundo, usando un único medio de transporte, el tren. Miles de kilómetros para llegar a las antípodas de vagón en vagón, realizando múltiples paradas en un trayecto inolvidable.

Carmen Grau planificó este viaje con idea de reunirse con Brad, su novio australiano, en Pekin y desde allí seguir juntos hasta Perth. Es decir,la primera parte del viaje hasta China lo realizó completamente sola, aunque como en su anterior libro, fueron muchos los viajeros de todo el mundo los que fue conociendo entre tren y tren. Su aventura parte de Barcelona, desde donde atravesará Francia, con una breve parada en Estrasburgo (una ciudad que el año pasado nos fascinó cuando la visitamos) para después llegar a Alemania y recorrer ciudades como Munich y Stuttgart, esta última con su espectacular Museo de Mercedes Benz. Pasará luego a Eslovaquia (aunque la visita a Bratislava es bastante breve) y Polonia,donde se quedará maravillada con Cracovia (no tanto con Varsovia) y aterrada por lo que vió en el campo de concentración de Auschwitz. Su entrada en Rusia, previo pago de visado de 150 euros (glub!), la llevará a Moscú, una ciudad que pese a su fama de peligrosa no le reportó inconveniente alguno aunque hace hincapié en la antipatía de los moscovitas; desde allí seguiría la ruta en San Petersburgo (una de las ciudades más bonitas de Europa) y después tocaría uno de los transportes míticos rusos: el transiberiano. Lo cierto es que esta parte de la novela me recordó muchísimo al libro «En Siberia» de Colin Thubron, pueblos pequeños y aislados por el frío, donde las tradiciones no han cambiado apenas a lo largo de los siglos, un área gélida e inhóspita cuyo mayor atractivo turístico es el Lago Baikal.

Tras diversos problemas en las aduanas chinas, nuestra intrépida Carmen logrará entrar al país más poblado del mundo, donde la espera Brad y una sorpresa de proporciones épicas: su novio la pide en matrimonio en la Gran Muralla. En China visitarán algunas de sus ciudades más emblemáticas, como Pekín (ahora Beijing) o Xian pero también otras menos conocidas como Linxia, que curiosamente cuenta con una mayoría étnica musulmana, o Xiahé, meca de mochileros y cuya principal atracción es el monasterio tibetano más grande del mundo después de los propios del Tibet. En Chengdu la pareja se dedicaría a descubrir las infinitas posibilidades gastronómicas chinas, ver obras de ópera sichuanesa y emular a los chinos andando en bicicleta.

Su última parada en China sería en Kunming antes de partir en bus hacia Laos, en lo que vuelve a ser una segunda visita al sudeste asiático, visitando entre otras cosas las bellísimas cataratas de Kuang Si y haciendo un descanso de tres días en unos bungalows en Lao Pako. Tailandia prácticamente fue un breve lugar de paso antes de llegar a la parte final del viaje: Australia. Aunque debo decir que esta parte sólo ocupa un 15% del libro y aunque me pareció muy interesante su descripción de Sidney, la visita a Katoomba, con las famosas y curiosas Three Sisters, unas formaciones rocosas únicas, la playa de Bondi (donde Carmen descubrirá con pesar lo abundantes y pesadas que pueden llegar a ser las moscas australianas) y el célebre edificio de la Ópera,esta parte me subo a poco. Y eso que también narra su experiencia en el tren «transaustraliano», 65 horas de trayecto, realizando paradas en algunos lugares de Nueva Gales del Sur, pero Australia, ese país-continente tan lejano como misterioso, bien que se merecería otro libro. Y ahora que Carmen Grau lleva tiempo viviendo allí con su marido e hijos (sí,se casó con el australiano Brad), esperamos que algún día se decida a contarnos con pelos y señales sus aventuras y desventuras en la tierra de los canguros.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.