Cómo me ha gustado este libro de la catalana Carmen Grau! Y no he sido la única, «Amanecer en el sudeste asiático» ha tenido el honor de ser el libro más vendido en Amazon en el apartado Literatura de Viajes durante varios meses. No me extraña en absoluto. Una obra muy amena, fácil de leer y de esas que una vez la empiezas,cuesta desengancharse: en mi caso prácticamente me lo leí de un tirón. Hará las delicias de los que hayan viajado a esta región del mundo (en mi opinión,la más fascinante que he conocido hasta el momento) y lo más importante, animará a dar el paso a los que aún no se han atrevido a volar hasta aquellas bellísimas tierras.

Concebido como una mezcla entre la perfecta guía del mochilero en Asia y novela de aventuras por el continente amarillo, este es el relato del viaje que Carmen Grau realizó durante seis meses por países como Tailandia, Laos, Camboya, Indonesia, Vietnam, Malasia y Singapur. Viaje que hizo completamente sola, pese a los muchísimos viajeros de todo el mundo que conoció durante ese medio año. Alguno pensará «una mujer sola en el sudeste asiático?». Pues sí, pese a los miedos y prejuicios que todavía mucha gente tiene con Asia, yo la doy toda la razón a escoger estos países como destino. Yo he viajado allí en varias ocasiones y de diferentes formas, tanto con amigos como con pareja y sí, también sola, y quizás cuando viajé en solitario fue cuando, como Carmen Grau, conocí más gente diferente, sobre todo mochileros que se encuentran en la misma situación que tú. Pese a que aún a muchos les cueste creerlo, el sudeste asiático es una de las zonas más seguras del mundo a la hora de viajar. Y también de las más fascinantes.

Los que hayais estado allí , vais a experimentar durante todo el relato una embriagadora sensación de deja vu. Y es que las anécdotas vividas por Carmen seguro que vosotros también las habéis experimentado en vuestras propias carnes. Al menos yo me sentí abrumada por tantos recuerdos de los países en los que también he estado (Tailandia, Vietnam, Indonesia, Malasia y Singapur). Comenzando por Tailandia, ese paraíso de mochileros cuyo punto de partida suele ser la bulliciosa Khao San Road en Bangkok (cuantas noches comiendo allí curry verde con cerveza Singha!), sus deliciosos templos en el norte y playas de aguas turquesa en el sur, siguiendo con las peculiaridades de un país como Vietnam, replegado en sí mismo por su gobierno comunista (pese a que mucha gente os diga que los vietnamitas son cerrados y que no es fácil viajar por libre, ni caso, a nosotros fue un país que nos encantó y además es súper barato), recalando en regiones preciosas como Sapa, quizás de donde mejores recuerdos me traje, con esos arrozales verde esmeralda en la frontera con China, pueblecitos minúsculos llenos de gente encantadora… Algunos de los pasajes más emotivos del viaje acontecen en Laos, uno de los países más pobres y menos abiertos al turismo del mundo, y Camboya, donde las huellas de la guerra y la tiranía del dictador Pol Pot, líder de los Jemeres Rojos, quien asesinó a más de dos millones de camboyanos (más de un tercio de la población total, continúan más vivas que nunca (muy triste su visita a los killing fields, los campos de exterminio). Quizás Camboya sea el único país del sudeste asiático donde aún hay zonas complicadas para viajar, especialmente en el área de la frontera con Tailandia, donde aún hay bandidos que en el mejor de los casos desvalijan a los turistas. Pero en general Carmen Grau demuestra que ella es el ejemplo viviente de que se puede viajar por Asia con muy poco dinero en la cartera pero mucha ilusión en el corazón.

Siguiendo el relato de Grau, te darás cuenta de que especialmente en las áreas rurales, dormir en cualquier hostal modesto puede costarte no más de dos o tres dólares y comer sólo unos céntimos de euro. Y es que viajar a Asia siendo europeo permite estirar muchísimo los días de vacaciones. El lugar ideal para hacerse un traje por un módico precio, para perderse en sus decenas de mercadillos callejeros, para pasar del Asia más tradicional al más vanguardista (caso de Singapur, que nos recordó muchísimo a Manhattan, con esos rascacielos mastodónticos y sus miles de oficinistas maletín en mano). El sudeste asiático, ese paraíso donde los locales te abren las puertas de sus casas en cuanto te descuidas, donde siempre hay hueco para un templo comido por la selva sin que lo haya descubierto el turismo, donde la gastronomía ocupa las 24 horas del día (los asiáticos comen a todas horas, casi siempre en la calle), donde siempre es posible cambiar de planes a última hora porque pese a que el transporte público funcione a trancas y barrancas, podrás encontrar a algún local solidario que te solucione la papeleta, donde niños que no tienen acceso económico a los juguetes carísimos de las tiendas, aprenden a ser felices fabricándose ellos sus propios juguetes con palos y piedras. El sudeste asiático, ese paraíso maravilloso al que por muchas veces que viajes, siempre tendrás ganas de volver!

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